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La problemática del regreso a clases

ROLANDO CRUZ GARCíA

"Nunca consideres al estudio como un deber, sino como una oportunidad de para entrar al maravilloso mundo del saber"

Albert Einstein

E todos son conocidos los problemas que se enfrentan al inicio de cada ciclo escolar y que van desde la falta de disposición para regresar al trabajo escolar, las condiciones apresuradas con las que se presentan algunos alumnos, con padres de familia inscribiendo de última hora, hasta la falta de motivación de los estudiantes, a los que generalmente les parecen pocas las vacaciones.

Nos encontramos entonces con la necesidad de superar los obstáculos que se presentan en el trabajo como enseñante de contenidos programáticos, además del papel de animador; animación en el sentido de motivar y generar expectativas adecuadas al trabajo escolar.

Esbozar una renovada figura profesional de educador-animador, en la que la función docente no es solamente transmisión de cultura, sino elaboración de la misma, estimulación hacia la participación y el aprendizaje, interés y atención hacia los contenidos pocas veces atractivos, todo ello con la meta de lograr la formación humana.

Pareciera que reservar esta función a los animadores de profesión sería más fácil, pero por eso los profesores nos involucramos en tareas de actualización con respecto a técnicas de acercamiento, socialización, liberación del miedo, transmisión del objeto de estudio, de conocimientos variados, de concentración, de compromiso, de comunicación, y muchos otros etcéteras. Sin embargo, hay que dejar a los alumnos que resuelvan por ellos mismos sus inercias hacia el aprendizaje, sus resistencias a la escuela.

Ya lo manifestaba Rousseau en sus prolegómenos de la educación: "Poned los problemas a su alcance y dejádselos resolver. Que no sepa nada porque se lo habéis dicho, sino porque él mismo lo haya comprendido; que no aprenda la ciencia, que la invente". (J. J. Rousseau en Emilio).

Esta posición permite superar la perdurable división entre animación y estudio, entre las actividades libres y las materias, entre juego y aprendizaje, entre lo formal y lo informal en el aula; hay que recordar que uno de los problemas de la educación formal es su propia formalidad.

Tal vez apoyada por posiciones progresistas, se continúan produciendo manuales de prácticas didácticas en las diferentes ramas de la animación: la dramática audiovisual, musical, expresivo-figurativa, tecnológica y psicomotora, etc., como identificación extremista de la libre expresión de una práctica educativa revolucionaria, con higiene mental, con la experiencia descriptiva del pensamiento, etc.

La animación no puede ser reducida a un conjunto de técnicas, se trata más bien de una intervención cultural dirigida a la renovación de la escuela, tanto por lo que se refiere a los procesos educativos como a la posibilidad de modificar las actitudes de los docentes y de los padres.

Con la animación hay que intervenir no para aligerar las materias (por ejemplo dramatizando la historia) o simplemente para sustituir los viejos contenidos, sino para actuar de modo que se posibilite en el educando el desarrollo de capacidades críticas y creativas. Creatividad, entendida como capacidad y necesidad de pensar en la realidad, no separando espíritu crítico y racionalidad del momento fantástico.

La animación cultural debe ser introducida en un proyecto de renovación de la escuela, de sus métodos, de sus contenidos, y en un proyecto educativo que contenga, entre los objetivos a alcanzar, no sólo capacidades cognitivas, sino también habilidades psicomotoras y comportamientos afectivos.

El problema de la educación es un problema de soluciones prácticas y no de mero conocimiento teórico. El verdadero problema del profesor no es el de tener alumnos más iluminados que antes, sino el de usar todos los instrumentos necesarios para iluminar todo su campo, su aula.

La psicología no estudia al hombre, sino el comportamiento del hombre; la sociología no estudia al hombre, sino su capacidad de relacionarse, etc., para el hombre no es suficiente saber, (en cualquier conocimiento que sea), sino también comprender quién es él, como sujeto que aprende.

Consecuentemente, tanto la psicología como la sociología deben colaborar en la acción del educador que ha de arriesgarse en la tarea educativa, aún a sabiendas de exponerse a la equivocación; ante el riesgo no sólo se le pide prudencia y justificación, ya que riesgo no quiere decir locura o insensatez, sino iniciativa y avance.

Es preciso dialogar con el educando; sistema muy diferente al de los sermones y los rollos. El diálogo es ayuda y comprensión, es responsabilizar al educando frente a la libertad por él estimada. Los monólogos en la escuela son más que inútiles.

De esta forma, pueden abordarse los problemas educativos a los que nos enfrentamos al regresar a clases, en donde tenemos que motivar e incentivar a los desmotivados estudiantes, simple y sencillamente porque se nos presenta como un problema práctico que hay que resolver.

Agradezco sus comentarios a: rolexmix@hotmail.com

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