La nota que aparece en el periódico dice, en su parte relativa: "Fueron instantes de insultos que no toleró Vergara. Entonces, perdió el control y brincó tres palcos. Encaró al seguidor que más gritaba. Se insultaron de frente. Llegaron meseros para separar a los rijosos. Enseguida apareció Marcelo Michel Leaño, coordinador deportivo del Rebaño Sagrado para contener a Jorge Vergara. Tras unos instantes de insultos, gritos y manoteos, la situación se calmó. Vergara abandonó el palco ajeno y se retiró custodiado por su cuerpo de seguridad privada. La derrota caló hondo. El dueño del Guadalajara explotó en el Omnilife".
Esto no deja lugar a dudas de que quien inicia la gresca a brazo partido fue el dueño del equipo quien al ser denostado perdió el control de sí mismo y encorajinado, al parecer ciego de ira, acudió hasta donde se encontraban sus detractores. En la foto, que suele decir tanto como calla; y en ese vaivén, entre lo visible y lo invisible, brota el esplendor de su saber. La fotografía, cuando no está trucada, es un testimonio de veracidad irrefutable, es un certificado de lo veraz.
Si partimos del hecho simple de que en la foto se advierte que alguien lo toma del vientre en actitud de sostenerlo para que no avance contra una señora que trae un bolso colgado del brazo y dos jóvenes aficionados, nos daremos cuenta de quién pretendía agredir a quién. Lo acompañan tres mozalbetes en actitud expectante, uno de ellos con los brazos a la espalda. Es la estulticia que provoca un juego de futbol, desarrollándose un drama propio de un estudioso de las ciencias paranormales. No pasa nada. Se dicen cosas que son resultado de la pasión que rodea este espectáculo. En las gradas se llegan a escenificar entre el público asistente sangrientas peleas entre partidarios de algún equipo, teniendo que recurrir a las fuerzas del orden para acabar con la tremolina, por lo común llevándose detenidos a los rijosos. Bueno, pues a este revoltijo el dueño del equipo Guadalajara le agregó su temperamento agresivo. Él excusa su arrebato, pretextando que fue resultado de su enojo al ver que golpeaban a un empleado de seguridad del Omnlife causándole una conmoción. Puede ser que su reacción violenta haya obedecido a ese hecho. Se le debe dar el beneficio de la duda.
Jorge Carlos Vergara Madrigal es un directivo polémico. Puede usted quererlo u odiarlo, pero no ignorarlo. La hizo de mecánico, de traductor de textos, de vendedor de autos, probó suerte en distintos negocios. En el cine fundó Anhelo Producciones que financió películas como Y tu mama también, así como El espinazo del Diablo. A los 23 años de edad pasó por una empresa que quebró en 1981. Entonces abrió un negocio de carnitas. Pero el éxito lo esperaba. En 1991 fundó Omnilife después de renunciar en una empresa especializada en pastillas vitamínicas por diferencias con el dueño de Herbalife, convirtiéndose en el promotor de vitaminas para pobres que inició con un capital prestado de 10 mil dólares, que actualmente es una empresa que factura millones de dólares al año. Preguntado dice no saber a cuánto asciende su fortuna, pero sentenció: El dinero es una herramienta. No digamos que no es importante. Es una herramienta para lograr cosas, pero no es el objetivo de la vida.
Lo cierto es, siguiendo con la tormenta que se produjo en el Estadio de Futbol, que hay elementos de seguridad pública que bien pudieron poner en su lugar a quienes insultaban a Jorge Vergara, en vez de exponerse a que un coraje lo hiciera perder la ponderación o sea el equilibrio, la sensatez, la mesura y sobre todo la cordura. Si bien se dio cuenta desde niño que los calcetines a él no le hacían falta, por lo que desde entonces usa el calzado a pie desnudo, trae en cambio bien puestos los pantalones. Es un personaje peculiar, odiado y admirado por igual a lo largo de su andar (a pata pelona, diría un seguidor de las chivas) por el futbol mexicano. Alguna vez tuvo un negocio de venta de "carnitas". A la curiosidad sobre su fortuna pecuniaria responde "si me comparo con Slim, soy un pordiosero y se repite a sí mismo, recuerdo de dónde vengo, para que no se me olvide a dónde voy; alguien me decía con sorna y un poco de envidia, al ver su retrato en los periódicos, que si en efecto viendo sus trifulcas, se quedó en el oficio de matancero. En fin, es el vendedor de carnitas que alcanzó por su propio esfuerzo, la cumbre: es el dueño de un equipo grande. Es una persona digna de admiración. Es un auténtico "self made man". Tiene la mecha corta y para algunos es algo antipático, pero sabe cómo se hila la madeja.