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La ventaja de Peña Nieto

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La ventaja de Peña Nieto

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Sergio Sarmiento

Las dos elecciones presidenciales anteriores tuvieron resultados sorprendentes. Si bien varias encuestas sugerían ya en junio de 2000 que el candidato del PAN, Vicente Fox, estaba delante en la contienda, mucha gente simplemente no pensaba que el gobierno priista de Ernesto Zedillo reconocería un triunfo de la oposición. Todavía unos días antes de la elección, Jorge Castañeda acusaba al PRI, al gobierno federal y a Televisa de estar preparando un golpe para impedir el triunfo de Fox quien, sin embargo, ganó con una cómoda mayoría de seis puntos porcentuales.

En el 2006 Andrés Manuel López Obrador se encontraba a la cabeza en los sondeos. El margen era muy amplio a principios de ese año, aunque se había reducido a un mínimo para fines de junio, cuando por ley dejaron de publicarse las encuestas. López Obrador mantuvo, sin embargo, como estrategia de campaña la posición de que las encuestas le seguían dando una ventaja de 10 puntos. El triunfo de Felipe Calderón, por 0.56 por ciento, fue sorpresivo y permitió que López Obrador se negara a aceptar la validez de la elección.

Hoy tenemos una situación distinta. Desde antes incluso de que empezara la campaña presidencial el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, se encontraba en primer lugar por amplio margen. La campaña no ha modificado esta situación. Hasta el momento en que escribo este comentario, el margen ha aumentado en lugar de bajar. Algunas personas se molestan cuando se citan estos estudios, pero es un hecho que virtualmente todas las encuestas arrojan este resultado. Y si bien algunas encuestas se equivocan a veces, no hay ninguna experiencia de que todas las encuestas serias, realizadas por empresas que viven de su reputación para medir la opinión pública, hayan estado equivocadas al mismo tiempo.

¿Por qué no hemos visto una situación similar a la de campañas anteriores? ¿Por qué no ha habido algún candidato que venga de atrás y gane terreno ante el puntero? Quizá la personalidad de los candidatos tenga algo que ver. Pero no podemos cerrar los ojos ante el hecho de que un cambio muy importante en las reglas electorales hace muy difícil venir de atrás para rebasar a un candidato que va en primer lugar.

Tanto Vicente Fox en el 2000 como Felipe Calderón en el 2006 utilizaron con habilidad tiempos contratados de radio y televisión para superar a sus rivales. El propio Andrés Manuel López Obrador le debe en buena medida a sus adquisiciones de tiempo de radio y televisión, haber estado a punto de ganar la presidencia en 2006. López Obrador generó buena parte de su respaldo no a través de spots sino de tiempos prolongados que adquirió en las mañanas en TV Azteca. Fueron importantes también los programas largos que contrató en las noches en Televisa y TV Azteca para explicar temas complejos, como los que tenían que ver con la economía.

Hoy esos programas largos son imposibles. La contratación de tiempos de radio y televisión está prohibida, mientras que los medios impresos e Internet no pueden proporcionar el alcance suficiente para lograr un cambio en la opinión de los votantes. Los millones de spots de 30 segundos no convencen ni disuaden, en tanto que los debates organizados por el IFE logran algunos cambios pero no son suficientes para modificar el rumbo de la elección.

Quizá eso pretendían los políticos cuando modificaron la ley electoral de 2007: garantizar el triunfo de Peña Nieto. Si esto es lo que se querían, todo parece indicar que lo han logrado.

Twitter: @sergiosarmient4

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