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La vida está en otra parte

ADELA CELORIO

A las seis de la tarde se cierran las puertas del fraccionamiento donde habito. Se apagan las luces y en todas las casas se impone la tele, que con sus rayos hipnóticos apaga también a las personas. Cada uno queda solo, autista, indefenso ante la pantalla. Menos mal que los libros no se dejan hipnotizar por la televisión, e incondicionales, a cualquier hora nos reciben con las páginas abiertas para hablarnos de historia, para tocarnos el alma con su poesía, llevarnos de viaje o compartirnos el secreto para hacer un buen bizcocho. Libros e imaginación para escapar de la muerte lenta que impone la pantalla y que se parece tanto a la de los sepulcros. Cualquier lectura es buena para constatar que la vida real existe aunque casi siempre se encuentre en otra parte. Y es en esa otra parte donde yo quiero estar. ¿Pero y tus jueves de letras y letrados? Me dicen quienes me quieren anclar. Pero las salas de lectura, los cafetines y la bohemia de la colonia Condesa; me recuerdan y yo les pregunto: ¿Pero y todos los lugares a donde no podemos ir en esta ciudad por aquello del "Hoy No Circula" que ahora ya es cosa de todos los días? La vida se escapa y no quiero soltarla por lo que a donde quiera que me quieran voy; repito a quienes pretenden aquietarme. Con el propósito de estimular el oficio de escribir, El Siglo de Torreón y el de Durango me invitan a coordinar talleres de creación literaria. Sin pensarlo corro vuelo y me acelero. "Con cuarenta grados de temperatura te vas a derretir" me advierte mi Querubín. "Por allá la delincuencia está peor que acá" intenta disuadirme mi loquero, pero nadie ni nada consigue detenerme y voy al encuentro de los cófrades que entusiastas me esperan con la pluma desenvainada. Todos curiosos, participativos; todos bien leídos. Buenas plumas y disfrutables textos surgen especialmente entre los más jóvenes. Trabajamos a sus horas, después festejamos. Energetizada y abundante, recuperada la sonrisa a golpe de abrazos, de hospitalidad y generosidad de la preciosa gente lagunera, mi único deseo es seguir flotando de abrazo en abrazo, de amiga en amigo. Que no desaparezca nunca el suculento panorama de quesos, de higos y nueces y viandas acompañadas de los magníficos vinos blancos y tintos de Casa Madero que ofrecen orgullosos mis anfitriones. A mí, que me siento tan pachoncita entre mis amigos laguneros, lo que menos me apetece es aterrizar en esta lluviosa capital que se truena los dedos de nervios ante la proximidad de las elecciones. Las promesas y los sueños guajiros de las campañas han terminado y ahora sólo nos queda rezar. Ilumínanos Señor para elegir lo mejor y esperar con mucha fe que gane Josefina. Por favorcito líbranos de una vez y para siempre del Parido Verde. Ni un solo voto para esos vividores es la única forma de que saquen sus insaciables manos de los dineros públicos. Yo se que el mundo está muy revuelto y hay problemas en todas partes; pero Señor, deja todo lo que estás haciendo y aunque solo sea por este fin de semana préstanos tu atención porque urge. Haz lo mejor que puedas por nosotros y permítenos hacer lo nuestro tachando toda la boleta de diputados y poniendo un NO bien claro y grande a los plurinominales; que diputados es lo que nos anda sobrando. Ojalá sea Josefina, pero si no es así, gane quien gane (ay que miedo) ayúdanos Señor a no bajar la guardia, a mantener una constante lucha contra la impericia, la rapacidad y la ignorancia supina de nuestros políticos. Protégenos de los candidatos que ofrecieron saliva y magia. No permitas que los sueños que ellos sueñan, se conviertan en nuestras pesadillas. Asegúrate Señor de que el nuevo presidente no traiga bajo el brazo una agenda secreta: el pacto que firmó con el diablo o cualquier otra sorpresa. Haznos el milagro de que el nuevo presidente consiga multiplicar los panes y los peces para que nadie tenga que ir del otro lado a hacer trabajos que allá ni los negros quieren hacer (Fox dixit) Que no le tiemble la mano para exterminar con su espada flamígera a los corruptos; aunque él mismo tenga que cortarse la cabeza. Ni modo, así lo ofreció. Ahora Señor, si ese milagro te resulta demasiado difícil, permite al menos que los ciudadanos encontremos al fin la forma de hacer válido aquello de que "si no puede que renuncie". Que nunca más volvamos a permitir que la nueva mandataria o mandatario, se confunda. Debe tener muy claro que es ella o él quien debe esperarnos, escuchar lo que tenemos que decirle y obedecernos; y no al revés. Haz Señor que mantengamos fresca la memoria para exigir que cumpla las promesas que hizo cuando se placeó, y de no hacerlo; otórganos el poder de despedirlo respetuosamente con una patada en el fundillo. Y ahora, para mantener la calma, mientras llega la hora de votar imaginaré que me encuentro en el tórrido Torreón cenando bajo las estrellas arropada por las Mayes y su Beto que ya es también un poco mío.

adelace2@prodigy.net.mx

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