El Vaticano lanzó hoy un ultimátum al grupo cismático Fraternidad San Pío X, también llamado “lefebvrista”, para que -antes de un mes- decida si regresa a la comunión plena con la Iglesia católica o toma la ruptura definitiva.
El exhorto de la Sede Apostólica llegó tras dos años de negociaciones encaminadas a una reconciliación, cuyo resultado fue la entrega -de parte vaticana- de un “preámbulo doctrinal” al cual los miembros de la Fraternidad debían adherirse si deseaban retornar a la tutela de Roma.
Ese preámbulo fue entregado el 14 de septiembre de 2011 por William Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, al superior de los “lefebvristas”, Bernard Fellay, refirió la sala de prensa de la Santa Sede en un comunicado.
Precisó que dicho texto enunciaba “algunos principios doctrinales y criterios de interpretación de la doctrina católica necesarios para garantizar la fidelidad al magisterio de la Iglesia”, los cuales eran “base fundamental para el logro de la reconciliación plena”.
Apuntó que la respuesta de la asociación San Pío X fue recibida en enero de 2012, sometida al examen de la Congregación para la Doctrina de la Fe y, sucesivamente, del Papa Benedicto XVI.
Sin embargo, aclaró que la posición expresada en dicha respuesta no fue suficiente para superar los problemas doctrinales que subyacen a la fractura entre la Santa Sede y dicha Fraternidad.
Ese juicio negativo se le comunicó directamente a Fellay este viernes mediante una carta, escrita por orden directa del pontífice, que le fue entregada durante una audiencia.
“Al término del encuentro, guiado por la preocupación de evitar una ruptura eclesial de consecuencias dolorosas e incalculables, se invitó al Superior General de la Fraternidad a aclarar su posición, a fin de que se recomponga la fractura existente, como desea el Papa”, ponderó.
Benedicto XVI ha hecho un importante esfuerzo por lograr el regreso al seno de la Iglesia del grupo, fundado en 1970 por el arzobispo francés Marcel Lefebvre para revitalizar las tradiciones católicas debido a su desacuerdo con algunas reformas del Concilio Vaticano II.
Desde el principio, sus miembros defendieron la misa antigua en latín, se mostraron acérrimos enemigos con los conceptos modernos de libertad religiosa, del ecumenismo y del diálogo entre las religiones.
Pese a su fuerte criticismo permanecieron dentro de la Iglesia hasta 1988 cuando el propio Lefebvre ordenó a cuatro obispos sin el consentimiento del Papa Juan Pablo II, incurriendo él mismo y los otros prelados en la excomunión.
Aunque Karol Wojtyla buscó un acercamiento, en los hechos la asociación se colocó en una postura cismática, administrando su estructura (presente en Suiza, Francia, Argentina, Estados Unidos, Alemania, Chile y Colombia) con independencia del romano pontífice.
Con la intención de dar pasos concretos hacia la reconciliación, en 2007 Benedicto XVI liberalizó el uso de la antigua misa en latín, caída en desuso después del Concilio Vaticano II.
Además, en 2009, levantó las excomuniones de los obispos ordenados por Lefebvre (fallecido en 1991) inclusive la de Richard Williamson, el clérigo británico que negó en televisión el Holocausto judío y provocó una fuerte crisis internacional.
Pese a estos gestos y a más de dos años de conversaciones, ambas partes ahora se encuentran a muy poco de una ruptura definitiva.