SON LAS INSTITUCIONES las que conforman y hacen un Estado de Derecho. Las instituciones creadas por los ciudadanos son las que regulan la vida de una sociedad organizada.
EN LA MEDIDA que los humanos se agrupan en comunidades, se van dando a sí mismos, leyes e instituciones, que vienen a ser el esqueleto y andamiaje que sostiene al Estado de Derecho.
La democracia es el sistema político que los mexicanos nos hemos dado para gobernarnos y son las instituciones los medios y conductos por los cuales el pueblo se gobierna.
Son éstas, las que atienden de manera especializada las demandas de una sociedad, tales como la administración de justicia, la salud o el manejo de las elecciones para los cambios del poder, etc.
Algunas de las instituciones que nos hemos dado los mexicanos son: el IMSS, el ISSSTE, los Institutos de Cardiología, de Neumonía, de Cancerología, el de Nutrición, el IFE, la UNAM, el Instituto Politécnico, la banca de desarrollo, el Banco de México, Conagua, solamente por mencionar algunas.
PERO LA MÁS importantes por su necesaria intervención y participación en la resolución de los conflictos que se presentan entre los particulares, entre los gobernados y sus gobernantes o entre los poderes entre sÍ, son las instituciones encargadas de la administración de justicia.
LAS SOCIEDADES a través de su historia, crearon primeramente la institución de la gestión de justicia. Es la primera que el hombre necesitó establecer para fundar un estado civilizado. México no se ha quedado atrás en esta materia. Creamos la Suprema Corte de Justicia de la Nación; los Juzgados de Distrito, los Colegiados y los Unitarios, los Tribunales del fuero común, el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal, el de Justicia Fiscal y Administrativa, los Tribunales Agrarios, las Juntas de Conciliación y Arbitraje, entre muchas otras.
EN NUESTRO SISTEMA DE ADMINISTRACIÓN de justicia, las resoluciones que se dictan, se deben cumplir de manera obligatoria. El acatamiento de una resolución dictada por una institución no puede quedar su cumplimiento al contentillo de la parte perdedora. De ser así, ¿para qué servirían los tribunales si sus resoluciones no son cumplidas ni acatadas?
TODO ESTO viene a colación con motivo del berrinche que el viernes pasado hizo Andrés Manuel López Obrador, cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal declaró por unanimidad, la validez de las elecciones del primero de julio y le entregó al candidato ganador, Enrique Peña Nieto, la constancia que lo declara presidente de México para el período 2012/ 2018.
HABRÍA QUE ACLARAR, que la integración del Tribunal Electoral fue hecha en su momento, después de cerradas y peleadas negociaciones entre todos los partidos políticos en la Cámara de Senadores. Esto quiere decir, que los señores magistrados representan, quiérase que no, a alguna de las corrientes políticas, incluyendo la perredista. Esto quiere decir, que hasta los perredistas integrantes que forman parte del Tribunal, votaron por unanimidad la validez de la elección.
PERO COMO ERA DE ESPERARSE, AMLO hizo su ya conocido berrinche y manifestó: "Desconozco el fallo y procede como consecuencia la desobediencia civil que es honrosa cuando se aplica contra los ladrones de la esperanza y la felicidad del pueblo. Prefiero que me llamen mal perdedor, loco y mesiánico, a aceptar un régimen corrupto y de complicidades".
SIN DEJAR de reconocer que los 15'848,827 votos que logró AMLO en la pasada elección, son muchísimos votos, tenemos una institución (el Trife) encargada de resolver las controversias electorales y así lo hizo.
Tratar de desconocer la última resolución de esa institucion, enfrentarse a ella o amenazar con la desobediencia civil, no ayuda en nada al perfeccionamiento de nuestro sistema democrático.
POR MUCHO que un individuo o un grupo de individuos, sea importante y poderoso, jamás podrán estar por sobre las leyes y sus instituciones. Un individuo no puede erigirse como el gran árbitro de la validez o no de una elección, menos cuando actúa como juez y parte.
En este tema puso el ejemplo Al Gore, quien contendiendo contra George W. Busch por la Presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica fue derrotado (?) por únicamente 320 votos electorales; pero cuando la Suprema Corte de Justicia de los EEUU validó el triunfo de Bush, Al Gore ya no intentó recurso alguno de inconformidad y menos amenazó a su enorme país con la desobediencia civil. Se limitó llanamente a respetar a la institución y acatar su fallo.
ÉSE SERÍA el camino para que nuestro país llegue algún día a gozar de un verdadero sistema democrático y de un Estado de Derecho con instituciones.
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