Ante todo no hay que distraernos tanto con encuestas. Cada vez más numerosas, son entretenidas. Hasta ahí. Pero como sus hermanos los índices y pronósticos económicos y financieros, hay que tomarse con cuidado, nunca como determinantes de nuestras decisiones.
Los que organizan y realizan encuestas, actividad muy profesionalizada, no lo hacen para normar nuestro voto. Su función debe ser sólo informativa. Como los que investigan precios, cotizaciones y tendencias económicas para confeccionar informes, o proyectan estimaciones con base en su experiencia, las agencias que recopilan opiniones políticas para ensamblarlas disimulando a veces sus preferencias, lo hacen sin responsabilidad alguna. Lo que no hay que hacer es creer todo lo que dicen. La frialdad con que nos ofrecen sus resultados es la misma con que hay que recibirlos.
Pero no siempre será así. Algunos ciudadanos seguirán el curso de los cuatro candidatos presidenciales como si fuese hipódromo. Pronto se cruzarán apuestas. Los que así quieran ver la carrera a Los Pinos segregan de las emocionantes campañas de 2012 lo que tiene de trascendente la contienda para la vida nacional de los próximos años.
Hay algunos entre nosotros, por otra parte, que se dejarán llevar por los caprichos porcentuales y las ondulaciones en las gráficas de entrevistas y, entregados a ellas, irán a las urnas el primero de julio a votar por cualquiera que al final haya salido arriba. No querrán quedar entre los perdedores y depositarán su boleta donde la crean más "útil". Ven el voto como instrumento estratégico y no como convicción. Hay, sin embargo, temas importantes que reclaman el voto consciente.
Para su bien o su mal el mexicano divide sus vida por sexenios. El resultado que emerja de las urnas este primero de julio marcará prácticamente todas nuestras actividades fijando muchas de las circunstancias que nos envuelvan hasta 2018. Razón de sobra para tenerle un mínimo de aprecio y cuidado con lo que hagamos ese crucial día.
Estas elecciones dirimirán el contraste entre tres conceptos rivales de nación y por ello tocan la existencia de nuestros hijos, sobrinos, nietos y demás jóvenes a los que necesitamos despertar a su papel como elementos patrióticos que defiendan los valores y ambiciones que palpitan en nuestra sociedad nacional.
La vida ciudadana en el próximo sexenio estará determinada por las decisiones que tome el gobierno. Hay que analizar, aceptar o rechazar, las grandes opciones conceptuales que los candidatos presidenciales deben definir. Lo haremos conforme a nuestros parámetros y convicciones personales y a la luz de los valores que los gobernantes deben siempre respetar.
En los candidatos es importante observar sus antecedentes y el cumplimiento de sus promesas sí han ocupado puestos antes. Pero no están solos. Un candidato confiable será leal a su partido. Habrá que identificar, si es el caso, los propósitos que postula y sus posiciones y compromisos dentro del Congreso.
No importa si las campañas que han arrancado no se desenvuelvan conforme a normas de pulcritud. Se anuncian campañas "sucias", pero la danza de acusaciones y descalificaciones nunca será grave si las realidades dicen lo contrario. Ante la confusión el criterio del elector tiene que ser firme sustentado en los principios en que cree.
Si hemos de construir un país mejor para nosotros y nuestros descendentes tenemos que dejar de ser tolerantes con lo que nos daña y ser fuertes para que lo valioso de México impere. Esto implica que exijamos a los candidatos absoluta y completa claridad en sus propuestas para solucionar cada uno de los problemas que les queramos plantear.
Es el momento de tener confianza en sí mismo y en un destino triunfal para la democracia y para la Patria. Se trata de hacer que estas elecciones sean el parteaguas que deje atrás actitudes derrotistas.
Sabemos que será difícil que el ganador cumpla con todo lo que le exijamos. Al lado de sus compromisos estaría el de cada uno de nosotros de apoyarlo y de curar la desidia y negligencia con que nosotros hemos dejado a un lado nuestras responsabilidades ciudadanas.
Si entendemos lo anterior, el confuso período de campañas que hoy se abre, se enderezará para abrir paso, primero a una elección libre de resultados definidos, para después a un sexenio de confianza nacional y de grandes e históricas realizaciones. juliofelipefaesler@yahoo.com