Fue un auténtico precursor del trabajo de los analistas políticos y columnistas de nuestros días: "todos estos príncipes nuestros tienen un propósito, y puesto que nos es imposible conocer sus secretos, nos vemos obligados en parte a inferirlos de sus palabras y los actos que cumplen y en parte, a imaginarlos". (carta de Nicolás Maquiavelo a Francesco Vittori, julio de 1513).
"Desde hace un tiempo a esta parte yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se de vez en cuando se me escapa alguna verdad, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla" (carta de Maquiavelo a Francisco Guicciardini, mayo de 1521)
En verdad se iniciaron las minicampañas de los cuatro aspirantes a ocupar el Palacio Nacional, que se erige en el solar donde, en los tiempos de los aztecas, se encontraba el Palacio de Moctezuma. Es la sede del poder Ejecutivo y uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad de México. Sentarse en sus escalinatas, soltando la imaginación, podría mirarse pasar a Hernán Cortés, a los virreyes, a los invasores franceses, a los conspiradores de la Profesa, a los insurgentes, a los revolucionarios y a los presidentes entre los que destaca Francisco I. Madero el apóstol de la Democracia, que si resucitara nos llamaría a cuentas para que le expliquemos qué hemos hecho con los postulados del movimiento que él encabezó en 1910. A don Benito Juárez, leyendo, mientras camina hacia atrás sin entender que pasó, al general Porfirio Díaz con el pecho cargado de medallas, atusándose los bigotes, diciéndose: "para eso querían que me fuera". A una pequeña élite y a una abigarrada masa en harapos que sigue teniendo hambre y sed de justicia.
Hace unos días apareció en las páginas de la prensa un desplegado que un grupo de ciudadanos publicó conteniendo preguntas dirigidas a los cuatro candidatos postulados por los partidos políticos para figurar en la próxima elección a Presidente de la República. No debería de reírme, pues lo firman personas serias, pero no dejo de sospechar, que los destinatarios ni tan siquiera se tomarán la molestia de leerlo. A mayor razón si se les pide que respondan por escrito y se reúnan con los firmantes del desplegado en un foro público, para discutir sobre las preguntas y sobre las respuestas ofrecidas. Esto, en tal caso, debería proponerlo y realizarlo el Instituto Federal Electoral. Son 14 los temas planteados, que podrían, según mi leal saber y entender, reducirse a sólo dos que serían: como acabar con la corrupción y como garantizar la seguridad pública. Preguntas básicas que encierran todas las que el pueblo quisiera saber. Pueden ir ante un notario público o pueden prometerlo de hinojos ante un altar, de nada serviría. Las promesas de candidato, está más que probado, no obligan porque carecen de sanción, esto es, si no cumple no pasa nada.
La importancia del desplegado es que puede darle razón de ser a las campañas electorales, pues en lo que va del poco tiempo que se les ha visto, todo indica que serán las más anodinas que los mexicanos hayamos visto. "lo importante de ese desplegado es que puede servir para darle sustancia a unas campañas que todo indica serán superficiales como pocas. Los ciudadanos no deberíamos permitir que todo se vaya en efímeros spots que privilegien la imagen por encima de las ideas y la brevedad de los eslogan por encima del debate", Miguel Carbonell, periódico El Universal del 6 de abril de 2012, Las Dudas Pertinentes.
En fin, los cuatro candidatos deben ponerse las pilas para encontrar caminos que lleven al electorado a la conclusión de que sus votos serán la consecuencia de un convencimiento pleno, sin dudas ni titubeos.
En El Príncipe, Maquiavelo describe distintos modelos de Estado según cuál sea su origen (la fuerza, la perversión, el azar) y deduce las consecuencias para su pervivencia. Desde esa perspectiva se analiza el perfil psicológico que debe tener el príncipe y se dilucida cuáles son las virtudes humanas que deben primar en su tarea de gobierno. Maquiavelo concluye que el príncipe debe aparentar poseer ciertas cualidades, ser capaz de fingir y disimular bien y subordinar todos los valores morales a la razón de Estado, encarnada en su persona. En fin, deseamos a los cuatro candidatos el mayor de los éxitos, que gane el mejor.