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Las encuestas

GILBERTO SERNA

Al abordar el tema de las encuestas, forzosamente tendremos que encontrar su razón de ser, esto es qué se persigue con realizarlas, cuál es la utilidad de las mismas en determinado proceso electoral y la importancia de su uso. Por lo común, suele decirse que quienes se preparan a votar requieren información sobre quién va la cabeza y quiénes en la cola. Sin embargo, veo que son los candidatos quienes se preocupan, día a día, de cómo los favorecen o perjudican los resultados de escrutinios que publican las casas que se dedican profesionalmente a realizar sondeos.

El pueblo, el verdadero pueblo que ha de acudir a depositar su voto en una urna, es el que sufre las penurias de cada día, en los días que corren, son otras las preocupaciones que los atosiga. La falta de empleo y la inseguridad que flagelan a toda la sociedad son el principal motivo de la inquietud popular. El que tal o cual candidato resulte agraciado y los otros muerdan el polvo de la derrota, (por que les han hecho mal de ojo o han sido objeto de un maleficio, no porque careciesen de simpatía popular), es una cosa que al país lo tiene perfectamente sin cuidado.

En días pasados el Presidente en reunión con un grupo de banqueros expresó conceptos que provocaron una escandalera política. Pasados los días dijo sentirlo. Lo que prometió es evitar expresiones que provoquen recelos entre los actores de la contienda electoral, hasta ahí la nota periodística. Pero ¿qué dijo que causó tanto revuelo? Algo que causó escozor en el mundillo político.

Habló de una diferencia de 4 puntos como una distancia entre los posicionamientos de dos de los tres candidatos. Al tercero ni lo peló. Si con esto el Presidente se puso al margen de la ley es otro cantar, lo subrayamos como algo que sucedió, pero dejamos al gusto de cada quien que le de la interpretación que le acomode. Lo más importante sería, a mi modo de ver las cosas, es si es verdad que la distancia se redujo en la proporción que se da a conocer. La realidad nos la dirá la votación que surja del conteo de las urnas. Esa será la encuesta que valga. Lo de ahora son simples escarceos de los partidos por convencer al electorado que es lo que le conviene si quiere estar en la fila de los ganadores. Pensar que los miembros del partido afectado están tullidos, está muy lejos de la realidad.

Es cierto ya pasaron los tiempos en que la compra de votos, el robo de urnas, el carrusel, las ánforas preñadas, etcétera quedaron atrás. Ahora hay métodos más sofisticados propios de un espectáculo circense.

Un Beto "el Boticario", ha llegado la hora "cuchi cuchi", la hora "chinmenguenchona", la hora ya vas que "chutas" estará de moda en las próximas elecciones.

Era el ilusionista más bonachón y sincero que haya conocido. David Copperfield considerado el mejor mago del mundo le haría los mandados y se comería los pilones. Beto, el magazo, hacía sus trucos ridiculizando el juego de manos en una demostración sin tapadera de los trapicheos que se acostumbran en esas artes. Se podría hablar de la democracia como un producto del ingenio de un malabarista, entendiéndose como la persona que roba o quita una cosa con astucia. Lo cierto es que como están las cosas no hay mucha o ninguna diferencia en las propuestas de los candidatos. Con ellos y sin ellos el país seguirá marchando. Entran al edificio por la puerta grande dispuestos a jugársela. Al salir buscan la puerta trasera.

Las encuestas carecen de una razón válida pues no tienen un valor específico. Si mucho me apuran diré que tendrán como función primordial la de satisfacer la ansiedad de los corredores de apuestas. No interrumpen el proceso electoral. En Estados Unidos los "ifes" de allá se encontraron que habiendo una diferencia de horarios entre una costa y otra, los resultados de las casillas que cerraban primero tenían una cierta influencia, bajo determinadas circunstancias, en los sufragios que se emitirían después.

No recuerdo qué hicieron las autoridades electorales para evitar que se conocieran los resultados electorales de la costa este, si es que hicieron algo. Por otro lado, las encuestas suelen inclinarse por quien las ordena, que obviamente es el que paga la factura. Así se hacen tontos solos, como el adolescente que se esconde en el baño con la puerta cerrada y se tarda más de lo debido. Hay quienes opinan que deberían desaparecer de la faz de la Tierra, pues no tienen razón de ser, ya que se persigue conocer algo que finalmente será conocido. En la elección de 1988 el resultado fue muy cuestionado, tanto que hubo un incendio que hizo cenizas las boletas en los sótanos al que antes habían acudido los miembros de un partido a los que se impidió avanzar por soldados que cortaron cartucho. En fin, se recomienda a los candidatos no comer ansias.

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