Hasta el último minuto del este viernes, el titular del Ejecutivo se encuentra facultado para enviar cualquier iniciativa al Congreso según se cita en nuestra Carta Magna. Si al mandatario en turno le place invadir Bolivia o devaluar el tipo de cambio, puede hacerlo hasta el treinta de noviembre a las doce de la noche. Por ello, hace unos días el Presidente Felipe Calderón mandó una iniciativa al pleno que busca cambiar el nombre del país de "Estados Unidos Mexicanos" a simplemente "México". "Los mexicanos llamamos a nuestro país México. Así de sonoro y así de hermoso es el nombre de nuestra querida Patria. Que así sea legalmente", expresó el michoacano en su cuenta de Twitter, y motivó que muchos la tildaran de tardía y banal. Por su parte, el coordinador de los diputados, Manlio Fabio Beltrones, dijo que existen en el país asuntos verdaderamente urgentes y de mayor importancia.
Pero ahí no quedó el asunto, apreciable lector. A escasas horas de entregar el poder, Calderón insiste en la segunda vuelta electoral y, de nueva cuenta, lo somete a consideración del Congreso como lo hizo ya hace algunos años. "La segunda vuelta electoral le da oportunidades al elector. La primera para manifestar su mayor preferencia. La segunda para escoger entre los dos más viables", aseveró a través de las redes sociales. Ojalá y la actual legislatura no pase por alto lo que propone el Presidente. Muchos chascos y descalabros, estimo, nos podríamos ahorrar con una figura de tal especie. En las democracias avanzadas se contempla la segunda vuelta. Tenerla en México quizá evitaría que cada vez que los resultados en las urnas le son desfavorables, cierto eterno suspirante a la Presidencia pueda, con tal facilidad, denostar a nuestra democracia, autoridades e instituciones, y decir que fue víctima de fraude como viene siendo costumbre desde sus tiempos en Tabasco.
Al momento de escribir estas líneas, me entero que el Presidente Calderón aceptó una oferta de la Universidad de Harvard para irse allá como docente. Cabe desearle mucho éxito en su nueva vida académica de cara a los próximos años. A pesar de los pesares, la administración de Felipe Calderón observó éxitos y aciertos que debo aquí reconocer. Por desgracia, en el ánimo de millones de mexicanos pesan las cifras que arroja la fallida estrategia en contra de los cárteles del hampa y en el horizonte, los nubarrones e incertidumbre de un futuro incierto surgen como pocas veces en la historia moderna.
LAS DEMANDAS DE HUMBERTO
La semana pasada el ex gobernador de Coahuila y ex presidente del PRI, el profesor Humberto Moreira, dijo en entrevista radiofónica con Carmen Aristegui que tiene listas varias demandas en contra de diversos personajes que, según él, lo han calumniado. En honor a la verdad, el derecho al prestigio y a la reputación y la presunción de inocencia, son prerrogativa ciudadana y aunque estoy lejos, muy lejos de ser su fan, el profesor Moreira puede demandar a quien le plazca, nos guste o no. Así las cosas. En tanto, su desesperación es humanamente entendible. No hay dolor semejante a la pérdida de un hijo.
Por otra parte, cierto medio de comunicación nacional filtró a la opinión pública un video que busca, quizá tardíamente, resolver el entuerto de la deuda y deslindar responsabilidades. Tales imágenes pretenden evidenciar que a Moreira le vieron la cara y que la contratación de gran parte del enorme pasivo de Coahuila -treinta y nueve mil millones de pesos más los intereses que se acumulen- se hizo a sus espaldas y sin su anuencia o ya en la administración de su sucesor, Jorge Torres, cosa que para muchas personas resulta difícil de creer a partir de la creencia de que durante el Moreirato, casi nada se hizo sin la autorización explícita del entonces ejecutivo estatal. Quizá, estiman algunos, Humberto Moreira puso demasiada atención a lo político y terminó descuidando las finanzas del estado. Ya sabemos que por lo general, los funcionarios públicos resultan muy malos administradores.
Demandas o no demandas, cosa que finalmente poco nos compete aquí, lo cierto es que a dos años de distancia, Humberto Moreira ha sido incapaz de ofrecerle al pueblo de Coahuila y al pueblo de México, explicaciones convincentes sobre el por qué pasamos de contar con finanzas sanas y una deuda manejable, a la absurda cifra que hoy cargan los contribuyentes sobre sus hombros. Seguiremos a la espera el tiempo que sea necesario y deseando que el profesor aclare, de una vez por todas, qué pasó. Creo que merecemos una explicación que nomás no vemos llegar. ¿O qué opinas tú, querido lector?
Twitter @patoloquasto
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