En el idioma tenemos muchos refranes, cientos, miles de adagios y proverbios para todos los casos y todas “las necesidades” pero hay algunos que nos llaman especialmente la atención.
Por ejemplo, me “suena bien” ese que dice “cada chango a su mecate” y que tiene equivalencia con “cada perico a su estaca” porque es del que nos agarramos para decir que hay que darle a cada quien lo que le corresponde o que cada quien se ocupe especialmente de lo suyo, o también para advertir al prójimo que “no te metas en lo que no te importa…” que muy a lo norteño sería “No te metas porque te enzoquetas” entendiendo que el zoquete es el lodo, agua y tierra mezcladas en cualquier proporción.
“Cada chango a su mecate” es una expresión muy mexicana que los españoles citan como “cada mochuelo a su olivo” porque para ellos el mochuelo es una ave rapaz nocturna a la que por lo visto le gusta pararse en los olivos.
Los argentinos en cambio lo refieren como “cada carancho a su rancho” porque carancho también le llaman ellos a una ave de la familia de las falconianas, o sea que está entre la parentela del halcón..
En otras latitudes sudamericanas el carancho es una especie de buho y el rancho se refiere a una choza o casa pobre.
Hay todavía otra expresión equivalente que es la de “cada gallo a su corral” y que de una manera un poco más explícita dice que cada gallo canta en su feudo para hacerlo respetar, sabiendo cómo es el gallo de prepotente y que siempre está decidido a “partírsela” si algún otro espécimen plumífero se engalla y se le ocurre invadir dominios ajenos o que de alguna manera amenace con “volarle” su gallináceo harén.
Eso nos trae a colación otros refranes de gallos como el de que “el que es buen gallo dondequiera canta” que viene siendo como el de que “el que es perico dondequiera es verde” al cual para mayor claridad alguien le agregó “…y el que es cobarde dondequiera pierde” que si volvemos a los gallos en un loco afán de prepotencia podría ser “el gallo que es bueno, canta en su corral y canta en el ajeno”, que casi llega a ser como Jalisco que nunca pierde y cuando pierde arrebata…”
Otro refrán que me parece cautivante y muy demostrativo es aquel de que “¡cómo estará el panteón cuando desecha los muertos!” que llega a extremos inimaginables cuando se dice en su otra versión: “¡Cómo estará el infierno que hasta los muertos se salen! y que equivaldría a exclamar: ¡Ay mamá, si éstos son los buenos, pues cómo estarán los malos”.
El carancho que mencionamos líneas atrás vuelve a aparecer en otro refrán de corte sudamericano que dice que “según el carancho, es el rancho” que lo identificamos con el que elegantemente sentencia: “Conforma al batracio anuro corresponde el impacto pétreo” más conocido popularmente como “según el sapo es la pedrada”
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PREGUNTA DEL PÚBLICO:
Arturo F. Zaldívar de Querétaro dice que le pareció muy interesante el artículo del domingo pasado sobre las clases de palabras, pero le queda una duda, ¿los pronombres y los artículos a qué clase pertenecen?
RESPUESTA:
Efectivamente, en ese artículo comenté que había 9 clases de palabras que luego se redujeron a 6, pero me faltó aclarar que esa reducción se hizo porque se considera que los pronombres son un tipo de nombres o sea sustantivos, los artículos modifican al sustantivo y por lo tanto son adjetivos y las interjecciones son palabras que equivalen a oraciones completas, por ejemplo ¡Fuego! que equivale a decir que el lugar se está incendiando.
Dicen que el psicoanálisis es más corto en los hombres que en las mujeres, porque cuando se trata de regresar a la infancia, los hombres sólo tenemos que dar un paso. ¿Cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!