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LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

Juan Recaredo

NO ES FÁCIL SER ORADOR

Cuando le dije a un amigo: te voy a prestar un libro de un autor español que es muy divertido, me preguntó ¿Quién? ¿Quién qué? ¿Quién es muy divertido? ¿Cómo que quién es muy divertido? Pues el libro. Es que así como lo dijiste, -argumentó mi cuate- no podía yo saber si el divertido era el autor español o el libro.

Si usted no es una persona que habitualmente habla en público, cuando le toca hacerlo es muy probable que se ponga a temblar. Es que, aun ante un público con el que tengamos mucha confianza y familiaridad, hacerla de orador es algo que no a todas las personas se les da.

Algo similar sucede al redactar un escrito para su publicación: no es fácil reflejar -verbalmente o por escrito- exactamente lo que pensamos y entonces lo hacemos con escasa claridad.

Esa falta de transparencia en nuestro discurso se debe seguramente a múltiples causas, y una de ellas es el rodeo de palabras. Tendemos a darle vueltas innecesarias a las palabras, en lugar de “ir al grano” como las gallinas, y muchas veces lo hacemos nada más porque pensamos que eso es una forma elegante y respetuosa de decir las cosas.

Decimos, por ejemplo: “Tal y como ya lo he expresado líneas arriba, me permito reiterar a usted que me encuentro en la mejor de las disposiciones para realizar todas las tareas que tenga a bien encomendarme…” en lugar de decir simplemente: “Reitero mi disposición para realizar todo lo que se me encomiende” con lo que nos ahorramos casi cien letras.

Otro error común es decir palabras de más, cayendo con frecuencia en redundancias o pleonasmos como cuando decimos “un breve resumen” o que una persona habla “tres idiomas diferentes” si ya se sabe que el resumen siempre es breve y que si la persona habla tres idiomas, éstos tienen que ser diferentes, porque si fueran iguales entonces no sería más que uno.

Ese pecado también lo cometemos cuando decimos “el día de ayer”, “en el mes de octubre”, “a las 12 horas” o “durante el año de 2001” pudiendo decir simplemente “ayer” “en octubre”, “a las 12” o “durante 2001”.

Otro problema que nos ataca en esta situación es la tautología. Tautología es una palabra de origen griego que se refiere a la repetición inútil y viciosa de palabras como ocurre cuando decimos: se construyó una biblioteca para “guardar y conservar los libros de una manera adecuada”, comentario que sale sobrando si sabemos que todas las bibliotecas son hechas específicamente para “guardar y conservar los libros de una manera adecuada”.

Le recomiendo pues, que cuando prepare un discurso, -sobre todo si no tiene mucha experiencia- no se confíe mucho en su capacidad de improvisación. Escriba todo lo que vaya a decir, palabra por palabra, y luego revíselo varias veces hasta que esté seguro de que ya anotó todo lo que necesita decir y que lo va a decir de una manera apropiada para que produzca en su audiencia el efecto deseado.

PREGUNTA DEL PÚBLICO:

La palabra o frase sino o si no ¿cómo está bien escrita o en qué casos se usa la una y la otra? Marco Alejandro Palacios Espinosa.

RESPUESTA:

Ejemplos: 1.- Ya veo que no eras tú la que llamaba SINO ella. 2.-SI NO nos vamos ahora mismo, llegaremos tarde.

Reflexión: La verdadera felicidad está en las cosas pequeñas: una pequeña mansión, un pequeño yate, una pequeña fortuna. ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

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