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Las perversiones de Fadanelli

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Las perversiones de Fadanelli

Las perversiones de Fadanelli

Luis Guillermo Hernández Aranda

“Abandoné la carrera de ingeniero porque no había raíces, por eso creo que llegué a la literatura como se llega a las buenas cosas: por accidente o por convicción”. Guillermo Fadanelli.

Guillermo Fadanelli es uno de los escritores mexicanos más importantes de la actualidad. Irrumpió en la escena literaria en la segunda mitad de la década de los ochenta con la novela El día que la vea la voy a matar (1992), publicada por Grijalbo.

Hijo de la automarginación, Fadanelli siempre se ha movido en la escena underground y contracultural de México. Influenciado por un viaje a España donde conoció a los artistas de ‘la movida española’, fundó en 1988 la revista Moho, que durante 20 años se caracterizó por su atmósfera de escarnio, rebeldía y transgresión. Además, su misma tendencia a distanciarse del mainstream lo llevó a crear su propio sello editorial también de nombre Moho. En él ha impulsado a nuevos autores cuyo estilo no es bien visto en las editoriales tradicionales.

El tono que Fadanelli maneja en sus textos no es sencillo y además es sumamente provocador, de ahí que muchas veces sea difícil de asimilar o generar empatía con sus conceptos. Algunos críticos han calificado su obra como ‘realismo duro’, porque en ella el humor negro que juega un papel preponderante.

Productor de novelas, cuentos y ensayos filosóficos, Fadanelli refleja en su quehacer literario que antes de ser escritor es un gran lector, pues para él las referencias filosóficas e incluso éticas siempre juegan un papel importante.

Cuenta en su autobiografía que nació en el Distrito Federal en el Hospital del Sagrado Corazón ubicado en Calzada de Tlalpan. Un hospital que ha dejado de existir: ahora es un hotel, según relata en su blog.

Un dato curioso: nadie se pone de acuerdo en su fecha de nacimiento. Algunos la ubican en 1959, otros en 1965, pero el año que más se repite es 1963.

Fadanelli abandonó los estudios de ingeniería para dedicarse a la literatura, pero antes de hacerlo pasó más de cinco años en una escuela militar, pasaje de su vida que retrata en Educar a los topos (2006).

Su acercamiento con la lectura fue poco común. El también autor de Hotel DF (2010) ha comentado que en su hogar no había libros. Su padre conducía un trolebús que todos los días viajaba desde Ciudad Universitaria hasta el Palacio de los Deportes, mientras que su madre apenas terminó la primaria.

“Mis primeras reflexiones literarias eran las novelas de vaqueros que mi padre llevaba a la casa. Dichas novelas pertenecía a una serie que se llamaba Estefanía. También llevaba cómics e historietas como La familia Burrón y Rarotonga”, menciona.

Autodidacta confeso en las letras, Fadanelli ha declarado en diversas ocasiones que entre los primeros libros que leyó se encuentran Las buenas conciencias de Carlos Fuentes y varias novelas de la Revolución mexicana que llegaron a sus manos cuando rondaba los 18 años.

UN AUTOR ODIADO

Creador de lo que él llama ‘literatura basura’, Fadanelli fue acogido por el editor Humberto Batis quien comenzó a publicarlo en el suplemento Sábado del periódico Unomásuno desde 1990. En esas páginas sus textos reflejan un estilo satírico y belicoso, además de siempre ejercer una dura crítica a las instituciones de cultura, lo que ocasionó que sea mal visto en ciertos sectores de la sociedad. En contraparte, esa misma característica lo ha convertido en un autor de culto seguido principalmente por los jóvenes.

“Fadanelli es una de esas inteligencias prodigiosas, escucharlo en una mesa es una maravilla. Es un tipo con una gran lucidez además de un gran sentido del humor”, apunta Julio Patán, editor y periodista, quien no duda en afirmar que Guillermo es uno de los escritores más importantes de México, aunque advierte que no es alguien fácil de leer. Y es que en sus volúmenes constantemente están presentes las psicopatías, los travestis, las prostitutas, las disfunciones sexuales; vaya, lo que un amplio sector de la sociedad puede definir como perversiones. Un ejemplo de ello es su novela Malacara (2007), donde el protagonista tiene un doble deseo: matar a alguien y convivir con dos mujeres en la misma casa.

Para este defeño la literatura es un oficio y una forma de autoconocimiento. Antes de dedicarse completamente a ella, ejerció diversos oficios: arriero, vendedor de bienes raíces, de árboles navideños en una esquina de Nueva York, y empleado de mostrador en una pastelería en Madrid. Sin duda las diferencias entre estos empleos, así como su espíritu nómada y libertario, se reflejan en sus creaciones.

Fadanelli no es un narrador que planee. Se deja llevar por la vida sin una idea precisa de lo que hará. “Antes de comenzar a escribir una novela, cualquiera que esta sea, tengo una vaga noción de lo que voy a hacer. Nunca tengo una idea, una estrategia precisa, ni un argumento, ni delineo bien a los personajes, todo se va haciendo en el camino. Es un poco así mi vida”, afirma. Alguna vez apuntó para el periódico argentino La Nación que sus narraciones surgen de la vagancia y del hecho de carecer de un fin trascendental en la vida.

Ha vivido en diferentes partes del mundo (Berlín, Estados Unidos, España). Recientemente se mudó a Oaxaca, pero casi toda su vida la ha pasado en la Ciudad de México, escenario que sin duda alimenta su obra. El Distrito Federal es un tema que se te impone, no lo eliges. Vivir allí tiene algo de heroico, porque el bien común es un asunto casi olvidado y hay que vivir a contracorriente: el otro parece no existir y la rapiña es un ejercicio cotidiano. La cuestión es que, con el paso de los años, ese heroísmo se vuelve abnegación y tragedia. El DF es una mala broma de Dios, es un lugar donde se respira malignidad, rencor y violencia. En proporción a su tamaño los barrios habitables son muy pocos, y la corrupción y la injusticia son moneda común. [...] Este es el escenario de la novela, y desde mi punto de vista, también el de la realidad, dijo también a La Nación.

En opinión de muchos críticos la bibliografía entera de Fadanelli es “indisociable del DF, de sus personajes -reales o arquetípicos-, de sus ‘ergástulos’, puteros, cantinas y alcantarillas”.

Un poco en el mismo tenor, Valeria Luiselli publicó en la revista Letras Libres que Fadanelli se ha convertido con el paso de los años en uno de los exponentes más importantes de la literatura urbana contemporánea y, de un modo más o menos paradójico, en una de las voces centrales de la marginalidad que reivindica.

Por cierto, si algún día se encuentra en los anaqueles un libro firmado por Peggy López no dude en comprarla: es un seudónimo con el que también escribe Guillermo Fadanelli.

Twitter: @lharanda

BIBLIOGRAFÍA SELECCIONADA

La otra cara de Rock Hudson (1997)

Para ella todo suena a Franck Pourcel (1998)

¿Te veré en el desayuno? (1999)

Clarisa ya tiene un muerto (2000)

Lodo (2002)

Educar a los topos (2006)

Malacara (2007)

Hotel DF (2010)

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