"Hay que cambiar, para
Seguir siendo iguales"
Anónimo
Es justo reconocer el esfuerzo que Gobierno Federal actual, que el día hoy termina, ha hecho para mantener, equipar y desarrollar una mejor infraestructura para las escuelas públicas de todos los niveles educativos del país; pero a nivel de planes, proyectos, políticas, objetivos, reformas, metas y visiones, el presente sexenio se destacó por una política educativa vacía.
Por mandato constitucional todas las secretarías de estado, en una administración federal, deben elaborar todos aquellos documentos que indiquen sus diagnósticos, las principales definiciones de su política en el sector de que se trate, así como las vías por las cuales prevén cumplir con los objetivos propuestos. Los planes de cada sector o secretaría, pasan a integrar el Plan Nacional de Desarrollo de la administración federal.
En el sector educativo, los planes nacionales han sido elaborados con anticipación y a conciencia y presentados en tiempo y forma. Esta tradición parece haberse roto en este sexenio, ya que fue hasta finales de 2007, que se publicó el Plan Sectorial de Educación a 2012 (siendo que el presidente Calderón inicio su mandato en 2006).
En ese entonces, su lectura suscitó varias reacciones que nos hicieron pasar de la sorpresa a la incredulidad ante su pésimo contenido, hasta llegar al enfado en varios de sus apartados. Por mucho que se intentó entender la lógica subyacente en un plan de gobierno que fue elaborado con descuido y con una cierta dosis de indolencia, no se encontró certidumbre ante lo que pasaba y podía pasar en el sistema educativo mexicano.
El Programa Sectorial de Educación 2007-2012, elaborado en tiempos de Josefina Vázquez Mota (una de las peores secretarias de Educación, de que se tenga memoria), constó sólo de 64 páginas y si bien se organizó en torno a objetivos, indicadores y metas, hay mucho qué discutir sobre cada uno de dichos objetivos, ya que existió un común denominador en todos y cada uno de los objetivos generales y de los temas transversales: la banalidad y la falta de visión.
A lo largo de sus 64 páginas, el Programa Sectorial de Educación no pronunció una clara visión educativa para México, ya que como propuesta de política educativa se apreciaba conceptualmente vacía.
A lo largo del sexenio que termina, la educación fue vista como un gran aparato que podía ser planeado y conducido mediante la regulación de sus insumos, procesos y productos, pero sin definir cómo medir los resultados; el programa aseguró que mediante el uso de indicadores y obviamente, no podíamos estar en contra de la utilización de indicadores en una política pública, no se presentó operativamente en una concepción general.
En la política educativa que hoy analizamos, la visión de lo educativo no incorporó a los profesores, a los estudiantes y a los directivos del sistema, por lo tanto, tal visión no pudo jamás hablar de trayectorias formativas de los estudiantes, de la diversidad de prácticas de lectura entre estudiantes indígenas y urbanos, del desarrollo de una ética pública o de la formación de la ciudadanía en la escuela, por ejemplo.
La educación fue vista entonces, como una gran caja que recibe insumos y genera productos y que debe funcionar eficientemente; pero nunca se hizo cargo de lo que sucedió adentro, cuando se debió privilegiar el proceso, es decir el mecanismo de conversión y no considerarla solamente como una "caja negra", en la que se supone que no hay problemas en sus formas de organización y de gestión.
En el citado programa no se mencionó o se hizo muy superficialmente, los problemas ampliamente señalados por organismos como la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), o como el Observatorio Ciudadano de la Educación, así como de numerosos investigadores en artículos, libros y ponencias; nos referimos a la ausencia de una política amplia para reformar e integrar la educación básica, el bachillerato y la educación superior.
Si bien la federalización de la educación básica generó beneficios, también generó costos y nuevos problemas, pero sólo se mencionaron como datos aislados y el financiamiento fue tratado como una cuestión rutinaria sujeta a los ritmos y a disposiciones del momento.
El uso de las tecnologías de información y comunicación en educación fue abordado como un tema llanamente técnico. (R. K. Serna, UPAEP, 2009). Además de que se abordaron superficialmente importantes problemas de contenido, como son la lectura, las matemáticas y las ciencias (indicadores en los que internacionalmente estamos reprobados).
Frente a las anteriores evidencias, todo el discurso acerca de una política de estado en materia educativa no pasó de ser una carta de buenas intenciones, el Programa Sectorial de Educación 2007 - 2012 fue, en el mejor de los casos, inquietante por su pésima calidad y su pobre estructura, muy por debajo de los planes educativos nacionales de otros sexenios.
El país necesita ahora un Plan Nacional de Educación de mucha mejor factura, que nos indique que los asuntos educativos merecen más que un gesto retórico, que cumpla mínimamente con las obligaciones señaladas constitucionalmente y que nos asegure que contaremos con una verdadera política educativa. Don Enrique Ud. tiene la palabra.
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