El pasado domingo 1º de julio los ciudadanos mexicanos acudimos a elegir al Presidente de la República e integrantes al Congreso de la Unión (diputados y senadores). En varios estados se eligieron también autoridades locales.
El triunfador de la jornada cívica según los resultados preliminares y cómputos distritales es el candidato del PRI-PVEM Enrique Peña Nieto (EPN) quien superó a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) de la Coalición Movimiento Progresista por casi de 7 puntos de diferencia (6.69%, más de 3 millones de sufragios). La candidata del PAN Josefina Vázquez Mota se rezagó al tercer lugar.
Más allá de la Numeralia (votos totales para cada candidato y curules legislativos por partido) del proceso electoral que se irá puliendo en los próximos días con las resoluciones que en su caso emita el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, es importante sacar algunas lecturas políticas preliminares sobre este magno acontecimiento para los mexicanos.
*El triunfo del candidato Enrique Peña Nieto parece claro y contundente como para ser revertido en los órganos judiciales electorales; comparada con la diferencia del porcentaje de votación en 2006 entre el actual Presidente Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador (0.58%), hoy en 2012 la distancia entre el candidato virtualmente ganador EPN y su más cercano competidor AMLO es muy alta (más de 3 millones de sufragios). Pese a esto consideramos debe respetarse el derecho de impugnación y de acceso a la justicia electoral que tienen los partidos contendientes en el proceso electoral, aunque no creemos que exista razón en el fondo de asunto.
*Las izquierdas (Movimiento Progresista) se posicionan con el proceso electoral reciente como segunda fuerza política nacional en la elección presidencial y en la Cámara de Diputados. También se consolidan en su territorio principal, el Distrito Federal, ganando además Tabasco (ahora en manos del PRI) y Morelos (en manos del PAN) aunque pierden el Estado de Chiapas.
A reserva de los que diga el IFE y posteriormente el tribunal electoral (TEPJF) si AMLO reconoce los resultados electorales y no repite las mismas acciones poselectorales que en 2006 que lo desprestigiaron, dejará la mesa puesta para que en 2018, bien sea con él, Marcelo Ebrard o Miguel A. Mancera puedan competir en mejores condiciones de confianza de los electores, la clase política y los sectores empresariales. Podrá también tener una influencia decisiva en la agenda legislativa y recuperar la interlocución como líder opositor con el gobierno que perdió en 2006 al desconocer los resultados electorales.
*El Partido Acción Nacional queda como tercera fuerza en la elección presidencial (muy similar al PRI en 2006), pero segunda en el Senado, deberá refundarse y volver a lo que durante mucho tiempo hizo muy bien en México, ser una oposición constructiva y propositiva para volver a los Pinos si el hoy partido triunfante (PRI) no hace las cosas bien en el futuro.
*Las dudas que existen sobre la legitimidad del proceso electoral provienen de la función de las encuestas como instrumento de propaganda de todos los partidos políticos, situación que ameritará un estudio serio para sin violentar la libertad de expresión puedan regularse de manera que no afecten la equidad en el proceso electoral.
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