Libros

El silencio de las palabras

Kwok, Jean

Editorial Maeva

La trayectoria literaria de Jean Kwok (nacida en Hong Kong) es aún breve, pero sin duda interesante; cuenta con algunos volúmenes en poesía, ensayo y cuento corto. El silencio de las palabras es su primera novela y un best seller en los Estados Unidos. En ella, Kwok narra la historia de Kimberly, una niña china de 11 años que llega en los años setenta a vivir a Brooklyn con su familia, para encontrarse con un choque cultural: sin saber una palabra de inglés, de día debe ingeniárselas por su cuenta para salir adelante en la escuela, mientras que en la noche trabaja en una fábrica, al lado de su mamá, para ayudar a pagar la deuda que les generó el viaje. Poco a poco, Kim irá sorteando los retos gracias a su notable inteligencia. El ambiente recreado por la autora, así como las condiciones laborales para los inmigrantes de la época, han sido descritos como sumamente fidedignos. A medio camino entre la ficción y la autobiografía, el volumen ofrece un cautivador relato que combina en dosis equilibradas el drama con la esperanza, a través de una protagonista convincente y capaz de generar la empatía de los lectores.

Libertad

Franzen, Jonathan

Editorial Salamandra

Ganador del National Book Award en 2001 por su obra Las correcciones, Jonathan Franzen (Illinois, 1959) vuelve a sorprender gratamente con Libertad, la cual ha sido catalogada por la crítica como “la primera gran novela latinoamericana del siglo XXI”. En ella, la fluida prosa del autor presenta la historia de la familia Berglund: Walter, abogado ecologista, y Patty, esposa y madre ideal, así como las personas alrededor de ese matrimonio aparentemente perfecto. Con la sombra del conflicto en Irak y el desastroso estado del medio ambiente como trasfondo, los personajes enfrentan una decisión tras otra, ejerciendo el libre albedrío con todas sus consecuencias y debatiéndose entre sus deseos y las expectativas que se tiene de ellos. La trama es convincente, tanto que sus capítulos pudieran tomarse como escenas cotidianas de un hogar escogido al alzar; e inevitablemente, en dado momento el lector se identificará con alguno de sus participantes. Después de todo, como Franzen ha comentado: “En la ficción podemos entrar en la mente de una persona y en seis palabras salir y entrar en la mente de otra. Fundamentalmente, esto estimula algo que podemos llamar ‘simpatía liberal’”.