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Llamarada olímpica

PATRICIO DE LA FUENTE
"La mayoría de las personas equiparan la disciplina a la ausencia de libertad. "El deber acaba con la espontaneidad", "en el deber no hay libertad", "quiero hacer lo que quiera. Eso, y no el deber, es libertad". En realidad ocurre todo lo contrario. Sólo las personas disciplinadas son realmente libres. Las indisciplinadas son esclavas de los cambios de humor, de los apetitos y las pasiones".— Stephen Covey
"La verdadera disciplina no se impone. sólo puede venir del interior de nosotros mismos".— Dalai Lama

No me queda de otra, es indispensable hacerlo y es parte de la chamba pero a veces, querido lector, hurgar en los periódicos y síntesis informativas, ver noticieros y enterarme de los sucesos y acontecimientos, supone un ejercicio poco agradable que en ocasiones me gustaría evitar. Probablemente a ti te pase lo mismo. Saber cuán convulso es nuestro presente y lo incierto que a veces se adivina el futuro, es algo que a nadie en su sano juicio le agrada. Por fortuna, y aunque las noticias -especialmente las desagradables- son el pan nuestro de todos los días y el curso lógico de las mismas resulta inevitable; el verano es quizá el tiempo idóneo para relajarnos y hablar de otros temas, charlar y distraernos en lo mundano. La banalidad es francamente divertida. Supongo que el placer fue inventado para salvar al hombre de la locura.

En estos tiempos de hartazgo, calma chicha y una cruda electoral todavía no curada, los Juegos Olímpicos de Londres llegan cual bocanada de aire fresco y permiten que el espectador se abstraiga de lo cotidiano, que en las reuniones se hable de otras cosas, que no todo gire y verse sobre la política, el terrorismo, los cambios climáticos y la crisis de la Eurozona.

¿Has leído El País a últimas fechas? Como acertadamente me comentó un amigo hace unos cuantos días: "Cada vez que abro sus páginas siento como si presenciase a diario el derrumbe de España y el declive de la civilización moderna, el fin de la aldea global". Y hablando de países en problemas, para Grecia todo tiempo pasado fue mejor, pareciera. En los anales históricos, por ejemplo, a algunos sabios de aquellos lugares se les ocurrió que la forma más rápida para que cualquier cultura florezca y alcance su máximo esplendor, era cuando se lograba una sincronía o simbiosis entre el cuerpo y la mente. Pensadores natos si los hay, competitivos al fin, a los griegos les dio por organizar justas deportivas -aunque se interrumpieron por espacio de varios siglos- hasta que el mundo aquilató su importancia retomándolas en 1896. Desde entonces, cada cuatro años religiosamente acudimos a los Juegos Olímpicos y las naciones que se encargan de presidir dicho evento gritan un "aquí estoy, te recibo con alegría, muestro lo mejor de mí, de mi cultura, identidad y tradiciones, de lo que he aportado. Bienvenido a mi casa, olvidemos todo aquello que nos separa y recordemos eso que nos une. Hermanémonos a través del deporte y la sana convivencia de credos, religiones e ideologías disímbolas".

En este 2012, Inglaterra preside la justa y es el anfitrión de atletas provenientes de doscientos países del orbe. El pasado viernes tuvo verificativo la ceremonia inaugural presenciada por millones durante cuatro horas que transcurrieron sin mayores contratiempos y sí, una buena dosis de sorpresas. Rescato a la Reina Isabel acompañada por James Bond en lo que fue su debut cinematográfico y el posterior salto en paracaídas desde el helicóptero real. Aplaudo la hilaridad y el toque cómico de Mr. Bean -quien como pocos ejemplifica la flema inglesa- y lo que fue el momento cumbre de la noche: Paul McCartney entonando "Hey Jude" en un anhelo o recordatorio de que alguna vez, no hace muchos años, existieron tiempos mejores.

El Reino Unido pretendió -y logró exitosamente, cabe señalar- hacer énfasis en la trascendencia de su contribución al mundo y el hecho de fueron la nación más poderosa sobre la faz de la tierra. Desde la Revolución Industrial hasta nuestros días, pasando por la Segunda Guerra Mundial y las crueldades que supuso; los Beatles y la revolución musical que coloca a los ingleses en un apartado sin rival en dicho rubro, los "swinging sixties" londinenses y la Corona como baluarte histórico y retrato de tradiciones y usos y costumbres que nunca pasarán de moda; todo fue grandeza y los Juegos Olímpicos comenzaron con el pie derecho.

Fue emocionante ver a la delegación mexicana. Por alguna extraña razón, el lábaro patrio brilla con mayor intensidad cuando se mira en el extranjero. Quizá la nota disonante fue presenciar cómo iban vestidos nuestros atletas: parecían meseros de Sanborn→ s cuyos uniformes habían sido confeccionados por el sastre de Beatriz Paredes, opinamos por acá. ¿Por qué no superamos el apego a lo vernáculo y la tragedia de ser y parecer un país del tercer mundo? Quizá nunca lo sabré…

Twitter @patoloquasto

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