Presionados. Ejidatarios y miembros del sindicato minero sintieron la presencia de elementos como una medida para amedrentarlos.
Eran apenas las 6 de la mañana, cuando los ejidatarios y miembros del sindicato que resguardan la mina La Platosa, vieron llegar 3 camiones del Ejército Mexicano acompañados de varias patrullas de la Policía Federal y Estatal, luego llegaron elementos municipales de Mapimí y de Bermejillo. Asustados, pero con valor decidieron no tomar acciones y no evitarles el paso, “lo principal es velar por la integridad de nuestra gente”, comentó el delegado del Sindicato de Trabajadores Mineros, Víctor Alvarado Vallejo.
La gente de La Sierrita, asegura que ahora, aunado a la impotencia de no recibir soluciones, se encuentran ante el miedo, de que se tomen medidas en su contra y el conflicto pase a mayores. “Sí, llegaron con actitud altanera e incluso tratando de imponernos miedo, de hecho, creemos que esto es una medida de presión y para amedrentarnos, pero sí es de pensarse, no podemos ponernos al tú por tú con las fuerzas armadas”, comentó uno de los ejidatarios.
En un principio si trataron de tomar medidas y defender su movimiento y postura, pero aseguran que trataron de amenazarlos y que fueron tratados de manera amenazante y retadora. Cuando comenzaron a ver el movimiento, algunas de las mujeres del campamento sintieron mucho temor, en esas tiendas de campaña y esos terrenos hay pequeños, adultos mayores y madres de familia defendiendo sus derechos, pero también ha sido muy difícil para ellas mantenerse al pie del cañón por tanto tiempo.
Optaron por no llevar la situación a conflicto ni complicar la labor que tenían encomendadas las diferentes corporaciones, sin embargo, señalan que están conscientes del riesgo que corren en caso de emprender alguna acción para evitar el acceso.
“Tenemos que defendernos, exigir nuestros derechos, pero está de por medio el bienestar y la seguridad de las familias de este ejido”, comentaba la gente en los campamentos que se encuentran en el lugar.
Ya se va a cumplir un mes y tres semanas de que decenas de familias viven y hacen guardia en este lugar, para evitar que la mina siga trabajando y la empresa Excellon cumpla las condiciones del contrato colectivo establecido desde el pasado año 2008.
“La situación está muy difícil para todos”, comentan algunos por el campamento, “tenemos aquí hasta a nuestros hijos y personas mayores, pero no podemos quedarnos de brazos cruzados y permitir que las empresas sigan abusando de la gente”.
Mientras tanto, cada día despiertan con la esperanza de que pasarán el tiempo necesario haciendo esta guardia y manifestación de sus peticiones, planteadas en un convenio y el contrato colectivo. Las familias se turnan para cuidar el campamento y evitar el paso, ahí mismo cuentan con un comedor y en el horno de adobe preparan la comida para todos, se han unido ejidatarios y miembros de los sindicatos para defender sus derechos, señalaron.
