Lo que el Titanic nos dejó
Tras aquel choque fatal con un iceberg el 14 de abril de 1912 en el Atlántico Norte, el Titanic contaba sólo con aparatos de radio, sus cartas de navegación en papel y la agudeza de visión de sus tripulantes, que fueron insuficientes para evitar la tragedia. Hoy, los cruceros llevan Internet a bordo, entre muchos otros sistemas de telecomunicación.
Tras el dramático hundimiento del otrora "insumergible" coloso de los mares, la comunidad internacional impulsó una serie de medidas de seguridad para la navegación civil. Paralelamente se incorporaron a las embarcaciones las modernas tecnologías de geolocalización y comunicación que iban surgiendo. Con esto se logró disminuir significativamente el riesgo de un nuevo accidente. Pero el peligro sigue latente debido a factores como el error humano -uno de los más sonados fue el que causó el accidente del crucero italiano Costa Concordia en enero en el Mediterráneo-, el diseño de barcos de mayor calado o la boyante actividad marítima en las intricadas aguas de la zona ártica, entre otros. "Los avances en las nuevas tecnologías, así como en la normatividad, han ayudado a la causa tremendamente; pero a medida que la industria (de navegación marítima) sigue creciendo, aparecen también nuevos riesgos", señala el reporte titulado Seguridad y navegación: 1912-2012, del Titanic al Costa Concordia.
En el documento de Allianze Global Corporate & Speciality junto a académicos de la Universidad de Cardiff, en el Reino Unido (ver "www.agcs.allianz.com") se reconoce que "los mares son ahora más seguros que nunca, pero la industria necesita afrontar de manera proactiva estos riesgos emergentes". Esos retos tienen que ver con las grandes dimensiones de los barcos modernos, pues esto no es en sí mismo un riesgo, pero hace especialmente valiosa la conservación integral de la estructura, la aplicación de estrategias en casos de emergencia, así como la adecuada capacitación de los tripulantes para tal fin.
TECNOLOGíA EN MAR Y CIELO En comparación con las de principios del siglo XX, las embarcaciones actuales llevan un arsenal tecnológico que facilita su navegación, la geolocalización ultraprecisa de coordenadas de cada una de ellas, así como su intercomunicación instantánea con otros barcos, con los puertos o con aviones y helicópteros.
En el equipo figuran dispositivos de telecomunicación por radio en diversas frecuencias; radares, sonares e instrumentos con conexión permanente a Internet y al Sistema de Geolocalización Global (GPS). A todos ellos hay que añadir las tecnologías de apoyo externas, sobre todo las de tipo satelital, que proveen imágenes espaciales de las rutas marítimas.
"Definitivamente, los equipos que tenemos hoy son mucho mejores, lo cual hace difícil tener un problema de encallamiento", comenta el maestro en ciencias Arturo Ronquillo Arvizu, de la Unidad de Procesos Oceánicos y Costeros del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM.
El responsable de instrumentación de los buques oceanográficos "Puma" y "Justo Sierra" de la Máxima Casa de Estudios cuenta que las naves hoy llevan varias ecosondas. "Aun la más sencilla nos da la profundidad media del barco en todo momento y con un margen de error de 10 o 20 centímetros. "Ahora conocemos en todo momento las condiciones meteorológicas, la posición y profundidad del barco. El peligro más grande para la navegación hoy es el factor humano. Los últimos reportes de accidentes han sido por negligencia, no debido a la instrumentación", añade el técnico universitario. También las técnicas de construcción de barcos han contribuido a aumentar la seguridad, pues según el citado reporte se han introducido los diseños asistidos por computadora, la soldadura, que permite ensamblar uniformemente bloques de acero, así como la prefabricación de piezas.
ICEBERGS PEQUEñOS Es paradójico, pero aun con todos estos avances, una de las más grandes amenazas sigue siendo navegar a mayores latitudes, por el riesgo que suponen los icebergs y su detección; ya no los de gran tamaño, como el bloque de 60 metros que marcó el destino del Titanic, sino los de reducidas dimensiones.
Debido al calentamiento global periódicamente se desprenden numerosos pedazos de hielo que luego van a la deriva. La cantidad es muy variable, pero los especialistas calculan que cada año se producen en promedio unos 15 mil icebergs. "En los últimos 10 años el desplazamiento hacia el sur de los icebergs procedentes de los glaciares en Groenlandia ha duplicado su velocidad y contribuye de manera significativa al número total de los que se generan", dice Peter Wadhams. Esto, a decir del profesor de Oceanografía Física de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, ha hecho que hoy existan más icebergs que en 1912. Y aunque por un lado el calentamiento de las aguas ha acelerado su derretimiento, al tiempo se producen pequeños pedazos de hielo de un metro por 5 de largo o menores. Estos diminutos icebergs no pueden detectarse fácilmente incluso con el apoyo de radares o imágenes satelitales, y pese a su tamaño podrían causar daños o incluso provocar el hundimiento de algún barco, considera el profesor Wadhams. Pero al menos en las zonas más cercanas a los trópicos, la posibilidad de que ocurra una tragedia parecida a la de 1912 es remota. "Ha habido algunos contratiempos, pero no se ha repetido una situación como la del Titanic", afirma Arturo Ronquillo.
Las lecciones aprendidas tras el desastre
El número de vidas humanas perdidas durante los accidentes marítimos ha disminuido sensiblemente en las décadas más recientes.
Sin embargo, aún no es viable fabricar un barco que pueda calificarse como "insumergible", tal como pretendían los fabricantes del Titanic antes de su naufragio en 1912.
Debido a las medidas de seguridad establecidas desde entonces y a la mejora continua en los materiales y procesos de construcción, ahora es poco probable que ocurra un incidente parecido en dimensiones (por la cantidad de muertos y heridos) al de hace un siglo.
"Es imposible decir que un desastre similar al del Titanic no va a ocurrir jamás. Y pese a lo aparatoso que fue el reciente incidente del Costa Concordia (que en enero pasado encalló en aguas del Mar Mediterráneo, con un saldo de al menos 28 muertos) al final fue bien contenido", dijo el profesor Ajit Shenoi, de la Universidad de Southampton.
El director del Instituto Marítimo de dicha universidad localizada en el Reino Unido consideró que el desastre de hace cien años dejó numerosas lecciones. Una de las más relevantes, añadió, fue la consideración de que es indispensable proveer suficientes botes y pertrechos salvavidas para todas las personas a bordo de las embarcaciones, algo que no figuraba en la reglamentación de aquella época.
Hoy las incursiones cada vez más frecuentes de cruceros comerciales a la zona del Ártico también despiertan voces de alerta. Mientras en 1969 sólo unos cientos de pasajeros optaban por dirigirse a esa zona, hacia 2013 se prevé que la cifra supere los 30 mil.