LOS COLABORADORES DE LA I
Palabras al viento...
Tienes que intentarlo varias veces... y cuando veas que se sacuden fuerte las ramas del pirul, cántale derecho porque allí esta "aquél" y te oye. Dile que te consiga una buena chamba y que estás dispuesto a entregarle tu alma... Al fin que me has platicado que no crees en eso del alma, así que te va a salir barato y no vas a perder nada, wee.
Le pareció interesante el remedio, a pesar de que no creía en nada de lo que no pudiera verse ni comprobarse "científicamente" -según lo había aprendido en la escuela-, pero se desveló varias noches con la inquietud de hacer o no, lo que le habían recomendado... Y de pronto se encontró sin saber cómo, debajo de un gran pirul, que desde niño le causaba cierto temorcillo.
Se olvidó de sus "principios anti-fanáticos" y sin pensar más, se asombró al escuchar su propia voz que repetía las palabras mágicas con las que esperaba entrar en contacto con el diablo, chamuco, o como se llamara. Y a la tercera vez que las repitió ya estaba un poco más seguro de sí, cuando sintió que su cuerpo se sacudió, al mismo tiempo que las ramas colgantes de aquel árbol...
Convencido de que había una extraña presencia frente a él, cerró los ojos, y olvidando en ese momento su deseo, prefirió sacarse una enorme duda que tenía en su subconsciente desde que dejó de creer en las enseñanzas de su madre, y exclamó: "¿Por qué has dejado de aparecerte tan seguido como dicen que lo hacías desde hace muchos años? ¿Es porque ya no te interesa "ganar" almas? ¿O es que en realidad no existes?
Tuvo que callar al escuchar una risotada diabólica, a la que siguió una explicación: ¡Claro que me interesa seguir atrayendo almas, esa es mi labor...! Si no me aparezco como antes, es porque ya no tengo necesidad de hacerlo. La gente moderna se encarga de mi antiguo trabajo, sin que tenga yo que ofrecer nada a cambio, pues sin darse cuenta de ello, solitos se entregan a mí, millones de niños, jóvenes y viejos, tan sólo con olvidarse de lo que llaman valores éticos y morales, ¡Guácala! Y se lanzan desenfrenadamente a destruir sus propias almas y cuerpos, y hasta las de los demás, con tal de tener lo que ustedes llaman "éxito en la vida"... pero el precio lo empiezan a pagar cuando tarde se dan cuenta que absolutamente, no hay nada material que pueda darles la verdadera satisfacción, y menos la felicidad que soñaban alcanzar. ¡Y así, yo soy siempre el único que sale ganando... y sin tener que hacer nada!
Alejandro Terán Lira agteranlira@hotmail.com