Finalmente se asignaron las curules plurinominales, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados, y se confirmaron las previsiones: en la cámara alta el PRI requiere de los legisladores del PAN o de los partidos de izquierda para lograr la mayoría absoluta; en la baja, en cambio, basta con el apoyo de los diputados del PVEM y Panal para lograrla, así que éstos últimos serán los que inclinarán las votaciones para uno u otro lado.
La alianza entre el PRI y el PVEM se ha mantenido durante las últimas 4 elecciones federales, a partir de la intermedia de 2003, y su alianza electoral, al menos, hasta estos momentos la llevaron también al Congreso, donde votan en el mismo sentido e, incluso, comparten agendas legislativas, por lo cual es de esperarse que esto no sufra cambio alguno ahora que su candidato presidencial es virtual presidente electo.
En el caso del Panal la situación es muy distinta, pues su comportamiento es más veleidoso, lo mismo se alía con el PAN que con el PRI, depende de los temas y las circunstancias. Hasta hace muy pocos meses la alianza de su dirigente real, Elba Esther Gordillo, con el PAN y, todavía más, con el presidente Felipe Calderón parecía inquebrantable, sin embargo, su cercanía con Enrique Peña Nieto y Humberto Moreira, ex presidente del CEN priista, la llevaron a coaligarse con el PRI y el PVEM para la pasada elección federal, aunque en el último momento la misma se deshizo por las protestas de los priistas que se sentían agraviados por las posiciones electorales que le habían cedido al partido del magisterio.
Sin embargo, todo indica que el fracaso de la coalición no significó una ruptura entre Peña Nieto y Gordillo y, eso fue muy obvio, con el comportamiento del candidato presidencial del Panal, Gabriel Quadri, durante la campaña electoral y, todavía más, en los debates presidenciales. Pero la lideresa magisterial no entrega nada gratuitamente, así que Peña Nieto o, al menos, sus más cercanos colaboradores, ya deben estar negociando las contraprestaciones que entregarán a cambio del voto de sus diputados.
Calderón le entregó la subsecretaría de Educación Básica, las direcciones de la Lotería Nacional y el ISSSTE y la secretaría técnica del Consejo de Seguridad a cambio del apoyo que le brindó para ganar la Presidencia de la República. Ahora la situación es distinta, el abanderado tricolor no la necesitó para llevar más votos a las urnas, pero sí la necesita para obtener la mayoría en la Cámara de Diputados, lo cual al menos le resuelve el asunto del presupuesto federal, tema que particularmente para los priistas resulta vital. Pero es obvio que el Verde también tendrá posiciones dentro del gabinete y, a pesar, de que sus postulados y, especialmente, sus prácticas nada tienen que ver con la conservación del medio ambiente, seguramente ya tienen asegurada, por lo menos, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Vale la pena recordar que en el 2000, cuando el entonces presidente electo, Vicente Fox, anunció su gabinete y no les concedió dicha posición empezó a resquebrajarse la alianza que le permitió llegar a la Presidencia.
Así que en el momento en el que Peña Nieto de a conocer a los integrantes de su gabinete empezará a vislumbrarse que tan sólida es su mayoría en la Cámara de Diputados, pues dejar fuera del reparto a uno o a los dos terminará con la misma, pues dependerá de las negociaciones particulares en cada uno de los temas controvertidos. Sin embargo, conociendo el pragmatismo con el que operan los tricolores es un hecho que los incluirá en su equipo.
En el Senado la situación es muy distinta, pues les faltan 3 votos para lograr la mayoría absoluta y no parece fácil conseguirlos incondicionalmente, así que todo indica que tendrán que negociar temáticamente, con alguna de las dos fuerzas con mayor participación electoral: PAN y PRD, eventualmente la pueden lograr con el PT, si se desmarca del PRD en algún tema.
Puede anticiparse que en materia económica y social el mayor obstáculo que tendrá el gobierno para sacar sus iniciativas serán algunos integrantes de su propia bancada, pues los panistas estarán la mayor parte de las veces de su lado, como dejó muy claro, antes de desaparecerse, la ex candidata presidencial blanquiazul, Josefina Vázquez Mota. En estos temas el PRI, PAN y PVEM tienen suficientes legisladores incluso para modificar la Constitución, a pesar incluso de las posibles abstenciones (o hasta votos en contra) de algunos tricolores que todavía se resisten a modificar algunas de las llamadas conquistas de la revolución.
Sin embargo, donde se vislumbran dificultades es en el ámbito político donde las diferencias entre tricolores y blanquiazules son mayores, aunque los segundos repetidamente se han plegado a las demandas de los primeros, incluso cuando eran gobierno, como sucedió en la designación de los Consejeros Electorales del Consejo General del Instituto Federal Electoral en octubre del 2003 y en la misma reforma del 2007, cuando aceptaron que el rebasar los topes de gastos de campaña no fuera causal de nulidad de una elección.
Todo indica que será más fácil avanzar en las llamadas reformas estructurales que en la reforma del Estado, así que –en el mejor de los casos— la construcción de una institucionalidad democrática nuevamente tendrá que esperar. Y de la reforma educativa mejor ni hablar, pues por lo pronto se pospone por 3 años.