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Los fantasmas de la izquierda

En tres patadas

DIEGO PETERSEN FARAH

Una de las primeras acciones del PRD en sus primeros meses de vida, en 1989, fue defender a "La Quina", el líder de los petroleros que, en aquellos días, había sido encarcelado por Carlos Salinas de Gortari en un exceso de autoritarismo. Era evidente que en la aprehensión del líder sindical más rico del país había sido un abuso de autoridad, pero igualmente evidente era la corrupción con la que se manejaba el sindicato petrolero. El nuevo partido de izquierda decidió entonces que el abuso de poder de Salinas era más grave que todos los abusos del líder sindical; que los derechos gremiales estaban por encima de los derechos de los trabajadores y tomó partido sin matices.

Algo similar sucede a más de 20 años con los temas fiscal y gremial. Para la izquierda mexicana son más importantes los derechos de los sindicatos que los derechos fundamentales; los derechos de los gremios, que sin duda los tienen, se ponen sin que media mayor reflexión por encima que los derechos de los niños a una educación y salud de calidad.

Los maestros de Guerrero plantean, por ejemplo, que es un "derecho" que las plazas magisteriales sean hereditarias. Así de absurdo como se oye: lo que quieren es que un maestro le pueda heredar una plaza a su hijo o hija, independientemente de sus habilidades como en el aula. Por supuesto de evaluar ni hablamos, eso ya lo cancelaron: la única prueba por la que están dispuestas a pasar es por la del ADN. La petición es de un absurdo descomunal pero, con tal de no tener problemas, el gobierno la toma como una propuesta seria y la asume en detrimento de la mayoría de la población, de la población más pobre. Por proteger a grupos aliados se castiga a los más fregados.

El único país donde la izquierda plantea reducir impuestos en lugar de aumentarlos es en México. Con la falsa idea de que bajando salarios y prebendas de los primeros niveles de gobierno van a ahorrar suficiente, el PRD plantea que no hay necesidad de aumentar impuestos. Desde Estados Unidos hasta Brasil y Argentina cuando llegan los gobiernos liberales lo primero que hacen es subir la tasa impositiva para que el gobierno pueda recaudar más y por lo tanto gastar más. Brasil, el modelo a seguir según todos los candidatos pero especialmente de López Obrador, recauda 39 por ciento de su PIB; México sólo el 12 por ciento.

Mientras la izquierda mexicana no se quite los fantasmas de la cabeza y le entre a estos dos grandes temas, el rescate de los derechos fundamentales por encima de los gremiales y una recaudación fiscal que fortalezca al Estado que le permita invertir en el desarrollo de los más necesitados, no va a salir del populismo en la que está inmersa desde sus orígenes.

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