‘Los llevo en mi corazón’: Benedicto XVI
Por: Sofía Negrete.
En su última noche en León, el Papa Benedicto XVI rompió todo protocolo y salió de su residencia provisional en el Colegio Miraflores, para ponerse un sombrero de charro y escuchar la música de los mariachis.
“Ahora podré decir que México va a permanecer siempre en mi corazón”, dijo el Papa, lo que provocó que los cientos de personas que lo vitoreaban se rindieran a sus palabras, sin importarles el cansancio por largas horas de espera.
Mientras el mariachi leonés Águilas de México entonaba ‘Cielito Lindo’, el Santo Padre salió del Colegio Miraflores, lo que provocó una ola de aplausos y porras de los cientos de personas que lo esperaban.
Al escuchar la algarabía, tomó el micrófono y confesó estar sorprendido por tanto cariño.
Los 17 mariachis lo rodearon, uno de ellos se quitó el sombrero y se lo dio al Santo Padre, quien lo llevó de inmediato hasta su cabeza mientras escuchaba ‘Cielito Lindo’.
El Pontífice rompió el protocolo al dar su mensaje de manera improvisada. Primero agradeció el cariño que los mexicanos le brindaron en su estancia en León.
“He hecho tantos viajes pero nunca, nunca he sido recibido con tanto entusiasmo”.
Sus palabras hicieron cimbrar a los leoneses que lo esperaban.
El Santo Padre llegó a las 8:20 de la noche al Colegio Miraflores a bordo del papamóvil.
La gente permaneció una hora gritando porras, con la esperanza de que el Papa se asomara. Un mariachi llegó y entonó ‘El son de la negra’, ‘Corridos de Guanajuato’, ‘El Jarabe tapatío’, ‘El rey’, ‘México Lindo’, ‘El mariachi Loco’ y ‘Cielito Lindo’. Fue hasta que entonaron esta melodía, cuando el Papa salió a despedirse del pueblo mexicano.
“Puedo decir que desde muchos años ya en mi oración he estado orando por México, pero a partir de ahora, voy a orar mucho más”, dijo a la multitud.
Todos querían verlo, todos querían acercarse, trepados en árboles, aventando vallas y trepando andamios que no soportaban el peso, las personas buscaban el mejor lugar para mirarlo por última vez.
Y entonces dijo: “Ahora puedo entender por qué el Papa Juan Pablo II decía: ‘Ahora me siento un Papa mexicano’”.
Esa frase provocó que las gargantas de cientos de personas se unieran en una sola voz al corear: “Benedicto hermano ya eres mexicano”.
El Papa tuvo que interrumpir la fiesta para irse a descansar.
“Queridos amigos, yo me siento muy bien con ustedes, pero ustedes deben entender que mañana tengo otro viaje a Cuba, yo me voy a retirar con mi bendición”.
Y con un “Buenas noches” y la bendición masiva, se retiró. No obstante, la algarabía continuó en las calles.