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Los niños de Durango, presas de desnutrición

Ugencia. Familiares de recién nacidos afectados por la desnutrición esperan su recuperación en el Hospital General de Durango.

Ugencia. Familiares de recién nacidos afectados por la desnutrición esperan su recuperación en el Hospital General de Durango.

EL UNIVERSAL

No hay descanso pese a ser un domingo. Las mujeres con hijos amarrados a su espalda quitan la hierba a los incipientes cultivos de maíz que nacen junto al río San Pedro en la comunidad Santa María de Ocotán, en la alejada región indígena de Mezquital, al sur de Durango.

Este sitio, uno de los más afectados por la sequía y de los más pobres en el país, no ha podido superar la crisis alimentaria que dejó el estiaje de más de 20 meses y que provoca problemas en la población, principalmente niños que presentan algún grado de desnutrición.

Poco más de media hora de vuelo implica llegar a La Guajolota, uno de los 32 anexos que conforman la comunidad de Santa María de Ocotán, esta última sede de los poderes, en donde se ubica la Casa Real, edificio donde despacha el gobernador tradicional.

A tres mil 900 pies de altura y entre bancos de nubes, el capitán responsable del traslado explica la enorme extensión territorial del Mezquital, uno de los más grandes de Durango: un total de 432 mil hectáreas conforman esta comunidad.

El aterrizaje se hace en una casi improvisada pista en La Guajolota, anexo que cuenta con energía eléctrica, servicio que fue inaugurado por Vicente Fox, aunque es raro que esté operando de acuerdo a lo expresado por los lugareños, quienes tienen que trasladarse una hora de distancia para llegar a La Calendaria y llevar un recado o hacer una llamada telefónica.

Ahí, junto a la pista, el profesor del lugar Matías Flores permanece para espantar a algún burro que pudiera impedir el arribo de los visitantes.

Matías, un hombre de 40 años de edad, y quien en el pasado fungiera como jefe de cuartel, ofrece conducir su camioneta Ford de modelo antiguo, hasta Santa María de Ocotán, donde habitan familias en extrema pobreza.

Durante el trayecto, el hombre en su segunda lengua, el español, habla sobre lo que representa vivir en esta región, de tez blanca y bigote ralo se refiere a la dificultad de contar con el apoyo, debido a la lejanía de la región indígena que se complica por el mal estado de los caminos.

"La situación se agudizó por la sequía, el municipio es muy grande y no alcanza para todos, sólo se les ha dado un bolsita de alimento, pero se espera que las condiciones cambien, ya empezó a llover, aunque no hay trabajo", señala Matías.

"Además, se dice que tenemos un hospital en La Guajolota, pero ahí no hay gente responsable, a la gente no la atienden porque dicen que no se bañan o que no hay medicamento, y los llevan a Durango, sin importar que en ocasiones tengan que realizar recorridos de un día; no tienen equipos, ni especialistas y no pueden atender un parto, las mujeres tienen a sus hijos en los caminos", añade.

Se han dado casos de defunciones de niños por desnutrición, sí se han presentado porque dan a sus hijos una tortilla con sal, es lo único que tienen, no les alcanza para una sopita.

 EL CORAZóN DE LA REGIóN Al llegar a la comunidad de Santa María lo primero que se observa son las instalaciones de una radiodifusora próxima a inaugurarse y desde donde existe la confianza de poder enviar mensajes.

Más adelante está la Casa Real y la iglesia en honor a Santa María. Al pasar por el templo, Matías se quita su sombrero y hace una reverencia que se prolonga algunos segundos mientras se atraviesa el establecimiento.

Son calles sin pavimentar, donde la mayoría de las viviendas son de techo de lámina de dos aguas, para hacer frente a las condiciones climáticas que suelen ser extremas. Al otro lado del río San Pedro, el único que cruza la Sierra Madre Occidental, vive Elena Flores Santana, una mujer delgada de 1.50 metros de estatura.

Con su familia desde temprano inicia con el cuidado de sus cultivos de maíz, con sus manos llenas de lodo empieza a deshierbar. Ella y su hija de 25 años, que llevaba un bebé sujetado con un rebozo en su espalda, realizan esta actividad en la milpa que está dentro de su casa.

Es domingo y parece no haber descanso tras la llegada de las lluvias, se quiere dejar atrás el llanto de los niños que durante algunos días no comieron en este hogar, ahora corren entre el maíz, aunque en su rostro todavía existe huella de la falta de alimento, tienen manchas y están bajos de estatura.

Antes de ir a revisar la olla de frijoles que fue colocada en una especie de fogata en el corral de la casa, Elena explica la situación vivida, detalla la falta de apoyo gubernamental para atender la necesidad de la gente.

"Estuvimos sufriendo con hambre, no teníamos qué comer, algunos fueron a pedir el apoyo, pero no hubo Procampo y sólo nos la pasamos comiendo palomitas y a veces pedimos por ahí, pero ahora nos ha ayudado Dios y lo que nos falta es fertilizante, porque aquí es tierra fría.

"Y aunque a veces casi no existe el apoyo, contamos con el programa de Oportunidades y es algo que agradecemos al Presidente, pero es poco lo que se da cuando es mucha la familia, queremos que se nos apoye más, sobre todo porque no hay trabajo", afirma Elena.

Los niños se enfermaron, tuvieron fiebre por falta de comida durante los meses de sequía; "a veces los doctores nos dicen que no les damos de comer muy bien pero de dónde vamos a dar si no tenemos y así aguantamos con el hambre", detalla.

Elena narra cómo se tienen que salir los hombres a trabajar al campo, en donde a veces se gana. Sin embargo, en algunas ocasiones los mismos policías les quitan el dinero; "todos somos hijos de Dios y no es justo, por lo que le pedimos al gobierno que nos ayude y no nos hagan mal, nos sentimos tristes".

Algunos niños han muerto en este lugar por falta de alimento. "A mi hija la abandonó su marido y ahora no se sabe qué van a comer sus menores hijos", asegura Elena Flores.

Eustolio Reyes, hijo de Elena, asegura que en esta parte de la entidad para contar con algo de comer se sufre mucho. Indica que durante la sequía se tenía que recorrer un kilómetro para contar con agua y se puede decir que hubo problemas de desnutrición en los niños, a veces hubo necesidad de llevarlos a un hospital; "hubo semanas que no había qué comer y los niños sólo lloraban".

Fue más de dos años en que no se presentaron precipitaciones pluviales, lo que originó que no se tuviera maíz para comer los últimos meses, manifiesta el hombre de 27 años de edad y quien se apoya en un azadón para conversar.

De regreso a la capital estatal, en la casa comunal de Santa María, Lucía Solís, desde hace 15 días vive en este local tras abandonar su comunidad, Bajío de la Sierra. Llegó para buscar una vida mejor para su familia.

Bajo un pequeño tejaban de aglomerado prepara el biberón de su niña, calienta el agua en un bote para darle de comer sin medidas de higiene, mientras tanto explica que realizó un viaje de más de seis horas en un camión para llegar a Durango, el boleto le costó 130 pesos.

La causa de su salida fue la falta de alimento, pues recuerda que una de sus hijas empezó a vomitar y sangrar por la nariz, sin embargo, ya considera la posibilidad de regresar, pues señala que en Durango tampoco hay mucho trabajo.

 ATENCIóN El director del Hospital General de Durango, Jesús Armando Flores Álvarez, afirma que por desnutrición extrema no se han atendido casos en este nosocomio, lugar al que llegan pacientes de las regiones indígenas, generalmente por infecciones intestinales, de las vías respiratorias, neumonías o en las vías urinarias.

"Cuando se le mide y se pesa al menor se detecta algún grado de desnutrición en Pediatría, pero no se han atendido por desnutrición extrema", explica.

20

 MESES

Duró estiaje en varias zonas del estado de Durango.

 AñOS

No se registraron lluvias en algunas zonas.

EL UNIVERSAL

 ELENA FLORES

Habitante

 MATÍAS FLORES

Maestro

Pacientes tienen lenta recuperación

En 2012 se presentaron en Durango 462 nuevos casos de desnutrición en la entidad, problema que se debieron, entre otros factores, a la sequía que se vivió durante más de 20 meses en el norte del país.

Uno de los municipios en donde se presentó este tipo de padecimientos fue en la región indígena del municipio de Mezquital, este lugar considerado como uno de los 100 más pobres del país, de acuerdo con información de la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno federal (Sedesol).

El director de los Servicios de Salud en el estado, Emilio Arreola Cháidez, señaló que a raíz de la sequía se inició con el seguimiento y atención de 2 mil personas por esta enfermedad, todos menores de cinco años. Aseguró que aun cuando la desnutrición es multifactorial, el estiaje provocó a su vez una desaceleración en la recuperación de los pacientes.

"En condiciones normales, se observaba que se recuperan antes de la sequía en promedio 80 niños mensualmente, pero con la vigilancia que se ha realizado durante los últimos seis meses se estableció que en este grupo hubo una disminución en la recuperación de hasta 50%, con lo que establece que en los periodos de mayor sequía hubo una desaceleración", añadió.

Durante el estiaje en la entidad se tuvo este año el fallecimiento de cuatro menores por complicaciones de enfermedades respiratorias e infecciosas y que tenían como enfermedad asociada la desnutrición de leve a moderada. Sin que la desnutrición fuera la causa ni primaria ni secundaria.

En lo que corresponde al año anterior, no se tuvo el deceso de algún niño por desnutrición en menores de cinco años; murieron por alguna infección respiratoria.

La sequía en el norte del país afectó además a Coahuila, Chihuahua, Nuevo León, San Luis Potosí, Tamaulipas y Zacatecas.

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