Los factores que están determinando el avance de la economía global y, en particular, la de México en 2012 son, para todo fin práctico, los mismos que en 2011: el ritmo de crecimiento en EU, la evolución de la crisis de deuda soberana en los países periféricos de la eurozona, el crecimiento de China, y el comportamiento del precio del petróleo.
El más importante de esos factores para nuestro país es, sin duda, la evolución de EU, que en lo que va del año ha sido mejor a la esperada hace unos cuantos meses. Eso ha hecho que la gran mayoría de los analistas, incluidos los del Fondo Monetario Internacional, hayan revisado al alza sus estimaciones para el crecimiento de la economía estadounidense, lo que son buenas noticias para México.
Es temprano, sin embargo, para echar las campanas a vuelo. El año pasado, a estas alturas, también reinaba un gran entusiasmo que luego se fue desvaneciendo por los efectos del tsunami en Japón y el exacerbamiento de la crisis de deuda en Europa. Este año, aunque algo menos probable, no podemos descartar que pudiera suceder algo así.
Las dificultades de deuda soberana en Europa son, hasta ahora, el principal elemento negativo en el panorama económico. Todo lo que se ha hecho desde que estalló hace años la crisis en Grecia es patear el problema para delante, pero sin resolverlo.
El gran respiro reciente se debió a la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de inyectar liquidez al sistema bancario europeo. Los bancos, a su vez, destinaron una parte de esa liquidez para adquirir deuda de sus gobiernos, entrelazando más la suerte de ambos y posponiendo el juicio de los mercados sobre la calidad de dicha deuda.
Ese beneficio, sin embargo, está a punto de agotarse. Las primeras señales en ese sentido fueron las tasas que tuvieron que ofrecer recientemente España, Italia, y hasta Francia, para atraer inversionistas. Por si eso no fuera suficiente, veremos en los días, semanas y meses próximos un enrarecimiento del ambiente político y social en Europa.
En lo inmediato, seremos testigos de los resultados de los comicios electorales en Grecia y Francia (ambos este 6 de mayo), mientras que continuará el descontento popular y los paros en Grecia, Italia y España, donde la recesión y el creciente desempleo representarán un desafío formidable para que sus gobiernos puedan mantener sus programas económicos de austeridad.
En ese entorno, la sobrevivencia misma del euro sigue en duda. No deberá extrañarnos, por tanto, si ocurren uno o varios sobresaltos en los mercados financieros y de divisas en lo que resta del año.
China, por su parte, está perdiendo vigor. Las estimaciones recientes hablan de un "aterrizaje suave" con un crecimiento económico alrededor del 8 por ciento. Nada garantiza que así será. Bien pudiera ser menor, en el intervalo del 6 al 7 por ciento, lo que sin duda crearía problemas para algunas economías, al reducir la demanda y, por ende, los precios de muchos productos agrícolas, metales y materias primas.
Los países más afectados serían aquellos cuyo dinamismo reciente estuvo ligado al alza de esos precios, como son Brasil, Chile y Argentina. Nuestro país, sin embargo, poco o nada se benefició de esas alzas, por lo que en América Latina sería el menos afectado directamente por la caída en el ritmo de crecimiento de China.
Finalmente tenemos el fantasma del precio del petróleo. Considero que no va a afectar de manera importante el devenir de la economía global si permanece alrededor de su nivel actual, pero no se puede descartar algún trastorno en Siria, Irán o algún otro país del Medio Oriente que propicie un incremento repentino y fuerte del mismo, lo que muy probablemente repercutiría de manera negativa sobre el crecimiento global.
En nuestro caso un movimiento abrupto al alza en el precio del petróleo tendría resultados mixtos. Por un lado, aumentaría los ingresos en divisas del país y los del Gobierno, que muchos pudieran considerar como positivo. Pero por el otro lado, al deteriorar el desempeño económico de EU, acabaría por deteriorar también el de nuestra economía. El efecto neto de esas dos fuerzas sería, sin duda, negativo.
En síntesis, si no ocurre algún trastorno en Europa o China, o se colapsa la situación geopolítica en el Medio Oriente, es probable que el crecimiento de nuestra economía, impulsado por EU y ayudado en algo por la derrama de las campañas electorales, pudiera ser similar al del 2011 y superior al esperado al inicio de este año (entre 2.5 y 3 por ciento).