La miseria, la ignorancia y la codicia han afectado enormemente a los monumentos de nuestra región. Han desaparecido en los últimos años las placas de bronce, los letreros e incluso los monumentos que con gran respeto se erigieron para honrar a las personalidades distinguidas de La Laguna y de nuestro país.
Hemos perdido estatuas, esculturas, bustos -como el de Don Luis Díaz Flores, obra de Arnold Taylor que se encontraba en el foyer del Teatro Mayrán- todos ellos vendidos al kilo, destinados a ser fundidos por unos pesos, sin respeto a su valor artístico, malbaratados por personas ignorantes, por gente que sólo sabe ganarse la vida despojando a los demás de su propiedad y en este caso a la ciudadanía de los monumentos que embellecían sus parques y avenidas.
Tristemente esta historia destructiva no es nueva, ya en el siglo pasado algo similar había ocurrido. Por diversas razones Torreón ha visto a lo largo de su existencia caer sus esculturas y sus monumentos. Tal vez el primer ejemplo de ello ocurrió con aquéllas que fueron erigidas en las bocacalles de la avenida Morelos en la década de 1920, las cuales generaban un recorrido que desembocaba en la Fuente del Pensador. Dichas esculturas fueron demolidas en la década de 1950. Alguna vez tuve el atrevimiento de preguntar a la persona que le sugirió al presidente municipal su destrucción, el porqué lo hizo, su respuesta fue que no valían nada, pues según me dijo, eran -al igual que el monumento a Colón, la Fuente del Pensador y los altorrelieves que adornan la fachada del estadio de la Revolución- de cemento, agregando que eran vulgares. Las postales de esa época, muestran algunas de esas esculturas y no parecen haber sido de mal gusto, así que muy probablemente fueron destruidas para facilitar el tránsito vehicular o para no ofender, dada su temática, el pudor de los torreonenses.
De hecho esta situación no es tan inusual como podría parecer pues con frecuencia las glorietas y monumentos que se edifican en los cruces de calles y avenidas se vuelven obstáculos que causan accidentes que en ocasiones son letales, tal y como sucedió con la glorieta que se ubicaba en el cruce de Diagonal Reforma y Avenida Juárez, la cual fue eliminada después de una serie de tragedias.
Víctima de ese mismo criterio fue el Reloj Art Déco que se encontraba en el cruce de la calzada Colón y la avenida Juárez, el cual fue construido hacia 1928 y demolido en la década de 1950. Con ello, la ciudad perdió un bello monumento, más recientemente, lo mismo pasó con las pequeñas glorietas adornadas con palmas que se encontraban sobre esa misma calzada.
En otros casos los monumentos han desparecido de manera "temporal", para no regresar jamás, como sucedió con el obelisco que se ubicaba frente al Museo Regional y que honraba al promotor del Bosque Venustiano Carranza, el señor José González Calderón. Algo similar pasó con el Centinela del Desierto, escultura concebida en 1991 por Javier Meléndez, un prestigiado arquitecto y artista lagunero radicado en Monterrey, la cual fue desmantelada en 2003 para dar lugar al malogrado Distribuidor Vial Revolución (DVR), misma que fue más adelante vendida como chatarra. Hoy, cerca de donde antes estuvo, se encuentra el "Torreón al Porvenir" de Sebastián, erigido en 2007 para conmemorar el 100 aniversario de la ciudad de Torreón y que al igual que "La Puerta de Torreón" del mismo escultor se encuentra sobre el periférico. Cabe mencionar que ambas estructuras han sido víctimas no sólo de las agresiones de los "grafiteros" y del robo de sus placas inaugurales, sino también de la falta de sensibilidad de algunos funcionarios que han emplazado puentes peatonales y una señalización urbana que obstruye las perspectivas necesarias para apreciar su belleza.
También hay otros casos, como el de la gigantesca cabeza de Morelos que se encontraba frente al Palacio Federal, la cual parecía dialogar con el monumento a Juárez de 1915, ubicado justo enfrente de ella. El Morelos fue desplazado a la Alianza y sustituido por un busto más convencional y de menores dimensiones, que es el que actualmente se encuentra emplazado en ese lugar.
También se esfumó el engrane de acero que conmemoraba al Club Rotario en el cruce de la avenida Juárez y Cuauhtémoc.
En Gómez Palacio, así como en toda la zona conurbada, el robo y desprecio hacia los monumentos ha sido constante; han desaparecido, entre otros, los bustos de Don Santiago Lavín Cuadra, así como el de Nelly Campobello, que se encontraba en la entrada de la Casa de la Cultura de Gómez Palacio y que fue sustraído en el año de 2006.
Por otro lado, el acueducto que se ubicaba sobre el bulevar Miguel Alemán de Gómez Palacio, erigido en la administración de 1998-2001, fue demolido en diciembre de 2008 para dar paso al puente vehicular D1. Este elemento urbano fue reconstruido sobre el bulevar José Rebollo Acosta en el año de 2010.
Sobre el mismo bulevar Alemán, justo en la entrada de Lerdo, se encontraba un puente peatonal que se conocía como "Puente Rosa de Lerdo", el cual fue edificado en 1998 y demolido apenas cinco años después para dar cabida al proyecto vial denominado "crucero inteligente". El derrumbe de este arco, levantó protestas de la ciudadanía pues había sido adoptado como un elemento de identidad y pertenencia.
El hecho es que en la Laguna a lo largo de su historia se han adornado sus calles, parques y avenidas con una serie de monumentos y esculturas que por muy diversos motivos han sido destruidos. En muchos casos esto ha obedecido al crecimiento de la zona conurbada, lo que no se vale, es que la desaparición de estas obras sea el resultado de la irresponsabilidad de funcionarios o de la codicia de algunos ciudadanos que no ven en ellos más valor que aquel del material con que están elaborados.