"Que el profesor conozca
A sus alumnos y adapte su
Trabajo a ellos"
J.L. Vives
La necesidad que el Sistema Educativo Nacional tiene de transformarse, desde su estructura hasta la forma en que se trabaja en las aulas, es incuestionable; lo anterior tiene la finalidad de logar verdaderos procesos de formación en los estudiantes, para una nueva sociedad en un nuevo milenio.
El actual llamado a generar el cambio educativo representa al mismo tiempo una amenaza y un tremendo reto, sobre todo para los profesores de las escuelas públicas de todos los niveles del sistema educativo en el país.
Una amenaza, en tanto que la serie de reformas que se vienen implementando, muestran muy poca confianza en la habilidad de los profesores para ejercer un liderazgo intelectual y moral a favor de la juventud. De hecho, muchas de las recomendaciones que se hacen desde las oficinas de los expertos para reformar el sistema educativo, ignoran el papel del profesor en la formación de los alumnos como ciudadanos críticos y activos.
Los profesores y su labor, son objeto de reformas educativas que los reducen a la categoría de técnicos superiores y simples ejecutores de una instrucción programada, que además les es ajena.
Por otro lado, el clima político e ideológico que permea en la sociedad, no parece favorecer al profesorado, ya que éstos tienen ante sí el enorme reto de entablar un debate público con críticos y detractores, aceptando que el profesorado en México tiene poco, si no es que nulo reconocimiento a su trabajo.
Comprometerse con la autocrítica referida a la naturaleza y a la finalidad de su preparación docente, es muy importante, ya que conocemos a muchos profesores que se encuentran en el espacio de confort que les proporciona contar con su base laboral y no se preocupan por su actualización y superación profesional.
Además se vuelve fundamental revisar los programas de profesionalización que se ofertan en el país, ya que en muchos de los casos sólo se busca otorgar credenciales al profesor, sin impactar en la calidad y en la relevancia de su desempeño.
Urge revisar las formas dominantes de enseñanza en el aula, ya que sigue predominando el modelo tradicional y academicista de transmisión de conocimientos puramente memorísticos, esto en pleno siglo XXI, hágame usted el favor.
Organizarse colectivamente para mejorar las condiciones del trabajo docente; nos referimos al trabajo colegiado desde las propias academias hasta las decisiones básicas en la escuela, con el fin de mejorar las condiciones en las que los profesores se desempeñan cotidianamente.
Demostrar a la opinión pública el papel central que debe destinarse al profesor, para cualquier intento de reforma que quiera hacerse a la educación pública; sin el profesor cualquier reforma, por innovadora que sea, nunca podrá operarse sin la convicción y la participación activa del profesorado.
Para lograr lo anterior es necesario examinar las fuerzas ideológicas y sociales que han contribuido a reducir a los profesores a la categoría de técnicos especializados dentro de la burocracia escolar, con la función de gestionar y cumplimentar programas curriculares, en lugar de contribuir a desarrollar críticamente los propios currículums.
Este planteamiento me parece fundamental ya que el desempeño docente no puede limitarse sólo a un asunto de gestión escolar, sino a una profunda implicación con la transformación de la escuela, vía los planes y programas de estudio, por ejemplo.
De aquí se desprende la urgente necesidad de defender a las escuelas como instituciones esenciales para el desarrollo personal y profesional de los estudiantes y a los profesores como intelectuales transformativos que combinen la reflexión y la práctica académicas, todo con el fin de formar ciudadanos críticos, reflexivos y activos.
Defender la idea de repensar y reestructurar la naturaleza del trabajo docente, surge de la posibilidad de contemplar a los profesores como intelectuales capaces de transformar su propia labor y por ende sus escuelas.
Contemplar a los profesores así, como verdaderos intelectuales, nos aclara la importante idea de que toda actividad humana implica formas de pensamiento. Esto es crucial, al sostener que el uso de la mente es un componente general de toda actividad humana, exaltando la capacidad de integrar pensamiento y práctica.
Esto pone en relieve el núcleo de lo que significa contemplar a los profesores como profesionales reflexivos de la enseñanza y no sólo como ejecutores profesionalmente equipados para hacer efectiva cualquier meta que se les señale.
Hay que insistir en que los profesores ejerzan activamente su responsabilidad de plantear cuestiones serias acerca de lo que enseñan, cómo lo enseñan y qué objetivos persiguen con lo que enseñan.
Todo lo anterior tiene una dimensión normativa y política relevante para los profesores, si creemos que el papel de la enseñanza no puede reducirse al simple adiestramiento de habilidades prácticas sino que implica educar intelectuales, lo que es vital para el desarrollo de una sociedad libre y próspera.
Agradezco sus comentarios a: rolexmix@hotmail.com