Los rechazos insólitos
Aun cuando cueste trabajo creer, algunos clásicos de la literatura universal, un día fueron víctimas de un súbito batazo que las mando de la editorial al tambo de la basura.
En 1913, después de una lectura superficial, André Gide rechazó el manuscrito En busca del tiempo perdido de Marcel Prous y lo devolvió al editor con un comentario del que se arrepintió más tarde: “No puedo comprender que un señor pueda emplear treinta páginas para describir cómo da vueltas y más vueltas en su cama antes de encontrar el sueño”.
Así como este famoso rechazo que sufrió el escritor francés, Urbana quiso recordar las metidas de pata de algunos editores, quienes dejaron por fuera de publicación, algunas de las más grandes joyas de la literatura, por considerarlas no aptas para los lectores.
Lolita de Vladimir Nabokov
Muchos editores tuvieron miedo de publicar Lolita por ser demasiado obscena. Una de las cartas de rechazo decía: “Es nauseabunda, incluso para un progresista. Para el público será repugnante. No venderá y le hará un daño inmensurable a su reputación… Recomiendo que la entierre bajo una piedra durante mil años”.
El túnel de Ernesto Sabato
Cuando Sabato ofreció su libro en 1948, fue rechazado por todas las editoriales de Buenos Aires. Tuvo que resignarse a que lo publicaran en la revista Sur, que era dirigida por Victoria Ocampo. Pronto, El túnel llegó a las manos de Albert Camus, quien elogió su obra y movió influencias para que fuera publicada por Gallimard.
El Aleph de Jorge Luis Borges
La carta de rechazo dirigida a Borges decía: “Lo siento mucho, pero es absolutamente imposible traducir este texto en algo que se venda. Está fuera de duda que es extraordinario, pero me parece que su excepcionalidad va en su contra. Lo rechazo con las apropiadas expresiones de asombro”.
La hojarasca de Gabriel García Márquez
García Márquez envió el manuscrito a la Editorial Losada de Buenos Aires, fue rechazado por el despistado Guillermo de Torre, el mismo que 25 años atrás había desechado los originales de Residencia en la tierra de Neruda. En una carta de respuesta al joven escritor de Aracataca, le aconsejaba que se dedicara a cualquier otro oficio diferente de la literatura.
La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela
Antes de llegar a la imprenta, fue rechazada por varias editoriales por lo tremendista de su argumento y el consiguiente miedo a la censura. "Le va a ser difícil publicar la novela, pero usted es joven y puede cambiar de oficio", le llegaron a decir.
The Bell Jar de Sylvia Plath
Al rechazar su libro le dijeron: “No se evidencia un talento lo suficientemente genuino para que nosotros lo tengamos en cuenta. Es una novela mal concebida y pobremente escrita, no le haríamos a nadie ningún bien si la publicáramos. A la heroína de la historia le falta profundidad, sensibilidad y autoconocimiento. El sentimiento general al terminar de leer es de vacío, incomodidad y banalidad”.