El ofrecimiento de Enrique Peña Nieto, en el sentido de que desde el inicio de su gobierno va a generar una estrategia en contra de la corrupción, amerita ser objeto de comentario.
En el esbozo de la propuesta pareciera que el virtual presidente electo pretende crear más organismos burocráticos para el combate al flagelo de la corrupción que carcome nuestros recursos económicos y morales como nación, lo cual sería un error porque el exceso de burocracia es uno de los motores que impulsan a la corrupción y en todo caso, no son necesarias más estructuras ni regulaciones de esa naturaleza y en cambio, se requiere voluntad política para poner a funcionar las que existen.
A este respecto el último libro de Luis Pasos titulado Los Ricos del Gobierno, resulta de lectura obligada. El autor es licenciado en derecho y economista, por cuatro décadas ha analizado la política económica de nuestro país y publicado ensayos de gran impacto, por el sentido común que impregna sus análisis, el acierto de sus conclusiones y la sencillez en su presentación.
La crisis en la que sumió a México el régimen de Luis Echeverría hace treinta y seis años, lo llevó a escribir su primer bestseller titulado La devaluación en México. En ese libro y otros posteriores escritos a ritmo crisis por sexenio, el autor señala como causa de la debacle cíclica de nuestra economía las políticas económicas equivocadas de los gobiernos priistas, que a partir de un crecimiento desmedido del gasto público en aras de mantener el poder a toda costa, generan el círculo de corrupción, endeudamiento, inflación, devaluación, pobreza y mal gobierno.
Después de tres décadas como académico, Pasos incursiona en política electoral y en el servicio público y en los últimos doce años es Diputado al Congreso de la Unión, Director del Banco de Obras y Servicios Públicos (Banobras) y Presidente de la Comisión Nacional de Defensa de los Usuarios de los Servicios Financieros (Condusef).
El desempeño referido hizo pasar al escritor de su condición de mero espectador que observa los toros desde la barrera, a lidiar con el monstruo de la corrupción desde dentro de la estructura de gobierno y precisamente, el libro que es objeto de comentario tiene como valor agregado respecto de su obra anterior, esa nueva experiencia del autor, legislativa y burocrática.
Luis Pasos asegura con razón que la corrupción no está inscrita en el código genético de los mexicanos. Se trata de un mal de la naturaleza humana cuya práctica se manifiesta de diversos modos y en distinta dimensión según cada época y país, por razones culturales, sociales y políticas.
En el caso de México, Pasos asegura que las estructuras de gobierno emanadas de la Revolución de 1910 están diseñadas para mantener el control político a despecho del costo de la economía pública, lo que hace fracasar cualquier intento por erradicar la corrupción sea quien fuere el partido en el gobierno.
A lo anterior atribuye el autor el que a pesar de doce años de alternancia y debido al nulo apoyo de la oposición priista y perredista al cambio modernizador, aún existen en nuestro país estructuras perniciosas que provocan la regulación en exceso, el tráfico de influencias, las relaciones entre el poder y los medios de comunicación, el desempeño nefasto de los sindicatos burocráticos en los rubros de educación, Pemex, Seguro Social, etcétera.
En su libro Luis Pasos analiza como los políticos por sí solos o en complicidad con elementos del sector social o empresarial disponen del patrimonio del Estado como cosa propia, cada protagonista de nuestra vida pública se erige en defensor de sus propios intereses financiando al PRI y a otros partidos que desde sus posiciones en el Congreso de la Unión, mantienen viejos privilegios oponiéndose a las reformas constitucionales en materia política, laboral, energética y otras.
La tesis de Pasos se confirma hoy día con los cuestionamientos sobre el exceso en los gastos de campaña, la compra de votos, y el apoyo de las televisoras que como ingredientes del conflicto post electoral que existe, empañan el eventual arribo de Peña Nieto a la Presidencia y hacen pensar que en caso de confirmarse su triunfo, los compromisos contraídos con sus patrocinadores le impedirán impulsar las reformas constitucionales pendientes y el combate a la corrupción que ofrece.
La única alternativa que existe para conjurar las sombras de sospecha que lo anterior proyecta, está cifrada en la participación ciudadana y la presión de los electores sobre las bancadas de los partidos en el Congreso de la Unión, en el sentido de impulsar las reformas mencionadas, que son indispensables para lograr el cambio cualitativo al que los mexicanos aspiramos.