Después de tres años en que los empleos en el mundo han venido cayendo y ante los esfuerzos que han realizado los gobiernos por revertir esta tendencia, la crisis del empleo no disminuye y uno de cada tres trabajadores en el mundo, algo así como mil millones de individuos están en el desempleo o la pobreza de acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
De hecho, es precisamente la OIT quien plantea la urgencia de generar a nivel mundial al menos 60 millones de empleos formales, bien remunerados y estables al año, para lograr un crecimiento sostenible que evite otro colapso económico en el mundo, ahora de carácter social. Sin embargo los acontecimientos en el planeta marcan una dirección contraria, basta mencionar de manera general los acontecimientos en Europa y de manera particular lo que sucede en España y México. Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001 recién acaba de plantear que la crisis europea podría empeorar si no se toman medidas de Política Económica expansiva como compartir deudas para bajar tasas de interés e implementar una unión bancaria europea para evitar la fuga de capitales, buscar dar marcha atrás a las políticas de austeridad impulsadas de manera natural cada vez que un país tiene problemas económicos.
Un claro ejemplo de esto es lo que hoy sucede con la economía española, donde si bien es cierto que las políticas económicas restrictivas aún se están aplazando, la presión ejercida por la comunidad internacional hace inminente el rescate económico por parte de la Unión Europea, y pareciera ser que sólo se está retrasando esta intervención por la intensidad de las protestas generadas en aquel país, donde miles de personas, hartas de los recortes a sus trabajos, salarios y prestaciones sociales muestran el hartazgo que sienten por la clase política gritando consignas y resistiendo afuera del congreso español; pues los consideran los responsables directos de la crisis y el colapso del estado del bienestar con la respectiva dósis de reducción de derechos sociales básicos.
Y es precisamente el punto que quisiera resaltar, los acontecimientos que estamos viendo en España parecieran ser una fotografía de lo que acontece en la capital de nuestro país el día de hoy, con dos diferencias fundamentales. La primera es que las protestas se dan en un momento donde el presidente de nuestro país presume públicamente que México ha tenido un desempeño económico favorable, esta declaración muestra una contradicción en materia económica, ya que si la economía va tan bien para que buscar la reforma laboral. En segundo término las protestas que vemos en España son en todo el país y es prácticamente toda la sociedad española encabezada por los jóvenes quienes participan de estas manifestaciones, mientras que en el ángulo opuesto en México estas protestas son llevadas frente al congreso solo por grupos radicales, grupos de izquierda y sindicatos, y como sabemos no son las instituciones con mayor calidad moral que digamos, condición que definitivamente resta legitimidad a las manifestaciones.
Dicho de otra manera, si la condición económica en México es tan sólida. ¿Por qué la reforma laboral plantea condiciones desfavorables tan marcadas para el trabajador como la fragmentación del salario mediante la contratación por hora? ¿Por qué se ratifica la nula estabilidad en el empleo que ya en los hechos era una realidad en nuestro país y con esta modificación de ley sólo se legitima? ¿Por qué se plantea la anulación de derechos como condiciones de jubilación? ¿Por qué se da la flexibilización de los despidos justificándolos incluso por vía correo electrónico? y por otro lado ¿Por qué la reforma no considera un salario mínimo más sincronizado con las condiciones actuales de México?
A cambio de todo eso el PRI intenta mantener sin modificaciones su famoso corporativismo sindical que tantos votos, pero sobre todo tanto dinero le ha dejado a su clase política (basta recordar a Hank, Romero Deschamps, La Quina, entre otros muchos "ilustres") y eliminar del proyecto de dictamen de reforma laboral la parte de la autonomía sindical, el derecho de huelga y la contratación colectiva, acabando con las aspiraciones que teníamos muchos de que se transparentara el manejo de recursos y las formas de elección sindical, así como la regulación de las contrataciones colectivas.
Como sabemos, a México le falta para insertarse en el escenario competitivo la inversión en capital humano, la apertura energética, pero sobre todo la flexibilidad del marco laboral que es sumamente rígido y que le impide al país competir de manera eficiente en el escenario internacional. Esta inserción en el mercado global, así como el desarrollo de ventajas a nivel mundial y la flexibilización del mercado laboral se pueden dar por caminos distintos a la fórmula que se quiere aplicar en México donde la fórmula trabajo barato + importaciones baratas + aranceles bajos es igual a competitividad ya no es vigente, cuando mucho se crea sólo competitividad momentánea.
Es más, me atrevo a decir que este modelo de competitividad tiene 10 años que dejó de ser aplicado por la mayoría de los países que son líderes en el comercio mundial. aquella historia donde la competitividad es un fenómeno que depende sólo de las variables macroeconómico y está en función sólo de la mano de obra abundante y barata, con un uso intensivo de recursos naturales ya quedó atrás.
La competitividad de hoy radica en la capacidad que tienen los países para mejorar su productividad nacional que redunde en un mejor nivel de vida de la sociedad y se centra en el desarrollo de sectores y segmentos económicos regionales que facilitan el entendimiento de las características del entorno nacional que favorece la creación de ventajas competitivas, desarrollando fortalezas en costos, diferenciación o innovación además de mejorar la demanda interna de un país.
Para lograr esta competitividad es necesario desarrollar mano de obra semi-calificada, ingenieros y científicos mediante una reforma educativa, creando infraestructura no sólo tradicional, sino digital con laboratorios específicos que contribuyan a la investigación.
En este espacio siempre se han definido las reformas estructurales necesarias para que este país mejore el marco legal económico que le facilite su inserción en el mercado mundial, y en ese sentido la flexibilidad laboral que el país requiere puede lograrse por distintos caminos, no sólo por el de la fragmentación del salario ( que ya de por si es bajo) sino por el de la educación adecuada que flexibilice las capacidades, la funcionalidad y pertinencia de la clase trabajadora de tal manera que sea eficiente al interior de la empresa mejorando la competitividad de la misma y no que la modificación laboral pase sólamente por la reducción de costos de mano de obra, ya que la competitividad laboral que nuestro país requiere se debe desarrollar no por costos sino por capacidades.
