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Los trucos del ilusionista

GILBERTO SERNA

Si usted, estimado lector, recuerda que en lo más álgido del proceso electoral, para elegir al sucesor de Vicente Fox, allá por el año 2006, cuando evidentemente se buscaba cómo ensuciar la imagen de Andrés Manuel, que competía, como ahora, por la Presidencia de la República, en que se elaboró aquella frase de que era un peligro para México, se dio a conocer en los medios que como jefe de gobierno del Distrito Federal contaba con un chofer de lujo que conducía su modesto "bochito" cobrando en la nómina del Distrito Federal un sueldo desproporcionado, figurando como subdiretor de Gobierno con un sueldo de 62 mil y pico de pesos mensuales. El secretario de Gobierno del D. F. en ese entonces, corrigió el error en la página de Internet donde se le señalaba equivocadamente decia él, a Nicolás con el cargo de subdirector de Gobierno. No obstante justificó que sí cobraba el salario que se le atribuyó porque desempeñaba "una labor parecida" a la que realiza el responsable del jefe mayor presidencial, teniendo a su cargo las subdirecciones operativa y de servicios de radiocomunicación del gobierno.

Como suele ocurrir, con más frecuencia de la debida, se dijo que se abriría una investigación, que transcurrido el momento en que se trataba de desprestigiar la figura del candidato, el asunto pasó al olvido, a pesar de que podría determinarse si había o no una violación a la Ley de Responsabilidades de los servidores Públicos. El presidente de la Comisión encargada de fiscalizar al gobierno del Distrito Federal, dijo que se revisaría si el monto de los emolumentos cumplían con la normatividad vigente en aquella época, esto es, si eran legales o no. Pero operó lo que hasta la fecha sucede con la oposición que, cumplido el objetivo de escandalizar, en perjuicio de quien ostentaba la candidatura, ya no era necesario seguir adelante con la indagatoria. Se le dio, que otra cosa, el consabido carpetazo. ¿Qué hubiera pasado si se encuentra, en el remoto caso de que se hubiera dictaminado, que sí se pagaba un sueldo indebido? Tres cosas: nada, nada y nada. Es obvio que la orden de pagar el estipendio venía de a mero arriba. Así eran las cosas en el ámbito político.

Antes se dio un show en el que como si fuera una obra teatral, los Capuleto contra los Montesco, unos acusando en el Senado, cuyo miembro Héctor Larios señaló que en el asunto influyó la falta de contrapesos, así como la incoherencia del PRD que mide con dos morales, con dos varas, el ámbito del Distrito Federal y el ámbito del Gobierno Federal (se refería a la labor que desarrollan los políticos perredistas en los espacios de poder como gobierno en el D.F. y en las cámaras legislativas federales), en tanto el senador priista David Jiménez expuso, a propósito de lo que se dio en llamar el Nicogate, no nos explicamos, qué razones tendrá, qué motivos ocultos habrá para que un chofer pueda ganar casi el salario de su jefe. Para el PRI y el PAN ponía al descubierto que la administración de jefe de gobierno del D.F. no trabajaba con la austeridad de que presumía. Desde luego, también se dijo que si Andrés Manuel no anduviera en precampaña, nadie se hubiera fijado que tenía un chofer que ganaba tal o cual salario, lo que demostraba que en la crítica había motivaciones políticas.

Si vemos a AMLO en una foto de entonces y la comparamos con la de ahora, veremos sin duda, que los años no pasan en balde. En una frase estereotipada solía decirse que no son lo mismo Los Tres Mosqueteros que Veinte Años Después. Claro estaríamos hablando de dos novelas de Alejandro Dumas, en las que se da cuenta que los personajes sufren los estragos del tiempo. Se puede decir que Andrés Manuel ya es de la vieja guardia a pesar de contar con 58 años y cacho, que en los días que corren es una muy buena edad para muchas actividades. La vez pasada en la que por primera vez compitió por la presidencia tenía seis años menos y se veía chavo, lo que le permitió hacer varias locuras, la peor de todas creerse autosuficiente, que no necesitaba de nadie. Estaba aún en la edad en que uno se come al mundo. Hoy es diferente. Lo que más le pesa es el haberse confiado: voto por voto casilla por casilla. Creyó tenerla en la bolsa ¡oh! cruel decepción. Han pasado seis largos años y parece que fue ayer cuando sucedió todo. Es ahora dueño de sí mismo. No obstante, descuida varios frentes. El que las ánforas pueden reproducirse íntegras repitiéndose aquello del mago de barrio que mientras mostraba sus manos limpias y recién lavadas, decía nada por aquí nada por allá; todo por acá. Mientras, encuestas trucadas van y vienen. En fin, qué le vamos a hacer, ni llorando se remedia lo que viene.

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