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Madres deportadas de EU son separadas de sus hijos

AL VIVIR ESTE PROCESO NO SÓLO SUFREN LA SEPARACIÓN, TAMBIÉN EL DESARRAIGO DE LOS HIJOS QUE NACIERON EN EU

Caso. Lourdes posa junto a sus dos hijos: Ricardo y Cristina.

Caso. Lourdes posa junto a sus dos hijos: Ricardo y Cristina.

EL UNIVERSAL

Con la esperanza de volver a ver a sus hijos, de quienes fueron separadas abruptamente, cada vez más mujeres que fueron deportadas de Estados Unidos permanecen en esta frontera para tener más cerca la posibilidad de regresar al país vecino y reencontrarse con su familia o aguardar por ella en el lado mexicano.

"Antes, lo usual era que se quedaran unos días aquí antes de que ir su lugar de origen a reunirse con sus familias. Actualmente prefieren buscar un trabajo y establecerse aquí", aseguró la trabajadora social del Instituto Madre Assunta para Mujeres Migrantes, Mary Galván Romero.

"Los procesos de deportación se siguen dando, están saliendo todavía las mamás desesperadas, angustiadas. Ellas no quieren irse de esta frontera porque se sienten más cerca de sus hijos", dijo.

Al vivir este proceso no sólo sufren la separación, también el desarraigo de los hijos que nacieron en Estados Unidos, y la posibilidad de que los que son mayores prefieren quedarse allá porque es su país y no conocen el lugar de origen de sus padres, advirtió la trabajadora social.

"Aunque esto comenzó hace unos dos años sigue sucediendo y cada vez con más frecuencia", dijo y mencionó que el promedio de mujeres que atienden en el albergue es de 10 por día con esta problemática.

Hace medio año el promedio diario era de cinco o seis mujeres las que solicitaban atención. Muchas veces, sus hijos que se quedan bajo custodia de las autoridades estadounidenses ya que no tienen ningún otro pariente ahí o sacaron a ambos padres. En esos casos, algunas mujeres deciden ir a su lugar de origen, pero regresan para cruzar y reunirse con sus seres queridos, explicó Galván Romero.

Las mujeres que prefieren quedarse en esta frontera lo hacen por la amenaza de cárcel que pesa sobre ellas cuando ya fueron deportadas en alguna ocasión y se les considera reincidentes, según la activista.

Para que los padres de los niños que están en manos de las autoridades los puedan recuperar, tienen que demostrar que son aptos para cuidarlos, que tienen un modo honesto de vivir, un domicilio establecido; además el proceso es largo.

Madre Assunta ayuda a esas mujeres a conseguir algún empleo, pero generalmente es temporal, de limpieza de casas. Algunas encuentran por su cuenta colocación en las empresas de marketing, haciendo llamadas telefónicas, ya que generalmente hablan inglés, explicó la trabajadora social.

A diferencia del pasado, cuando las autoridades hacían redadas para localizar indocumentados, hoy van por ellos a sus casas o lugares de trabajo; obtienen su dirección de los expedientes que se les levantan ante cualquier falta que cometan.

 UNA PESADILLA QUE TERMINó CON UN GRAN REENCUENTRO Después de seis meses de haber sido deportada de Estados Unidos -dos de los cuales estuvo en prisión en aquel país-, Lourdes Morán Ramírez logró recuperar a sus hijos, ambos de nacionalidad estadounidense.

En ese medio año, los hijos de Lourdes -de 32 años-, Cristina y Ricardo -de 10 y 8 años-, vivieron solos en Estados Unidos. Cuando elementos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas fueron por esta mujer oriunda de la sierra queretana, no le dieron la oportunidad de despedirse de sus pequeños.

"Fue una mañana que no quería ir a trabajar; llegué con dos horas de retraso... lo presentía. A las tres horas llegó un detective y me arrestó por tener documentos falsificados; dijo que había recibido una denuncia anónima que me había reportado de que yo estaba ahí", recuerda Lourdes, detenida en el condado de Gordon, Georgia, el 20 de septiembre de 2010.

"El detective me preguntó que con quién vivía. Le dije que era madre soltera con dos niños que ya habían llegado de la escuela y estaban con la niñera", recuerda. Luego, añade, "me llevó a mi departamento. Después de revisar, me llevó arrestada y tuve que decirle a la muchacha que, por favor, se hiciera cargo de mis niños".

Ese día su vida dio un vuelco, pues la separaron por seis meses de sus hijos.

Lulú -como le decían sus compañeras en la fábrica de carpetas en la que trabajaba- vivió un infierno los 60 días que estuvo detenida en territorio estadounidense.

Primero estuvo en la cárcel del condado Gordon; luego en el Centro de Detención de Atlanta; finalmente, en el centro de Alabama.

"A mucha gente les niegan la llamada a la cual tienes derecho, como a mí; nos ignoran, se ríen de nosotros. Te hablan con palabras denigrantes que hasta, como 'little beans'", detalló Lourdes.

Narró también que en Alabama "te dan de comer fideo crudo, pollo mal oliente, frijoles extremadamente salados...", expresa.

Mientras Lourdes estaba presa, sus niños estaban a cargo de su exesposo -quien en ese lapso pudo obtener la custodia- y de la nana.

 LA LIBERACIÓN Después de permanecer dos meses en prisión, Lourdes fue liberada y enviada a territorio mexicano.

"No me devolvieron mis pertenencias: la ropa, mis zapatos, 150 dólares con lo que contaba. Lo bueno es que la aduana mexicana nos ayudó con la mitad de pasaje, unos 350 pesos, para llegar a la frontera", cuenta.

Lourdes Morán llegó a su tierra, la comunidad de Embocadero en Jalpan de Sierra, donde la esperaban sus padres y hermanos. Acá inició una segunda batalla por recuperar la custodia de sus hijos y evitar que el gobierno estadounidense intentara quitárselos, pues su exesposo, al tener un récord de violencia intrafamiliar, había sido declarado no apto para su custodia.

En la Secretaría de Relaciones Exteriores le negaron el apoyo, pero en el consulado sí le dieron respuesta. "Aquí -dice- firmé cartas autorizándole a la gente del consulado que pelearan la custodia, y ganaron".

Finalmente, personal del consulado mexicano acompañó a sus hijos hasta el Distrito Federal en donde se los entregaron.

El consulado pagó los gastos del viaje de sus niños: comida, transporte por vía aérea y le dieron 100 dólares para el autobús de regreso a Jalpan, donde vive con ellos desde el 25 de marzo pasado.

'Nunca creí que me alejaran de mi familia'

"Cristina" vivió durante 16 años en California hasta que una mañana dos agentes de migración de Estados Unidos llegaron hasta su hogar para llevarla esposada y encadenada de los pies a un centro de detención, de donde la deportaron a Tijuana, Baja California.

Era de mañana y se preparaba para llevar a su hijo a la escuela cuando los oficiales tocaron a su puerta y le preguntaron su nombre. Inmediatamente la sometieron y en unos minutos la llevaron a las instalaciones migratorias.

Dieron con su domicilio porque ella había solicitado regularizar su situación migratoria, pero las autoridades estadounidenses hallaron que había sido deportada en el año 2000.

"Llegaron agresivos. Me tomaron del brazo y me quitaron las llaves. Me trataron como criminal", dice al narrar aquella experiencia.

Pensó que intentaban asaltarla o secuestrarla, pero luego vio los uniformes de los agentes quienes le obligaron a subir a una patrulla.

"Cristina" recuerda que sintió pánico por lo que le esperaba, ya que temía que la llevaran a la cárcel, pero la peor impresión fue cuando su hijo salió y la miró esposada.

Reveló que sabía que las deportaciones separan familias, pero nunca pensó que ella sería víctima de esa situación.

Actualmente, está en el Instituto Madre Assunta para Mujeres Migrantes, donde permanecerá hasta conseguir un empleo para establecerse en Tijuana y pedir que la regresen con su familia en Estados Unidos.

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Escrito en: Deportaciones

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