Malos aires en las urbes
Cada vez que Arturo pasa por la fábrica de plásticos, rumbo a su trabajo, percibe el característico olor que de ahí emana. Él no lo sabe, pero ese aroma a "nuevo" -que también es común en el interior de los autos recién salidos de la agencia- es producido por sustancias químicas cuya exposición reiterada, aun en bajas dosis, puede ser nociva para la salud. Estos compuestos tóxicos, que abundan al interior de fábricas y almacenes, también pueden flotar en el medio ambiente de las grandes urbes con gran actividad industrial. Sin embargo, mientras en el primer caso suelen ser objeto de normas para evitar daños al personal que entra en contacto con ellas, en el segundo no están suficientemente regulados.
Así sucede con compuestos como formaldehído, acrilonitrilo, acetaldehído, mercurio, amoniaco y nitrosamidas, entre muchos otros, que al ser inhalados en forma persistente pueden producir trastornos cardiovasculares, nerviosos y en las vías respiratorias y que no están contemplados en la normatividad del país para ambientes exteriores.
"De entrada deberían incluirse en la legislación mexicana los 33 tóxicos atmosféricos clasificados por la EPA (la agencia ambiental de EU, Environmental Protection Agency), pues cada año se producen más sustancias y no sabemos bien sus efectos en la salud y los ecosistemas", advierte el doctor Agustín García Reynoso.
"Es muy necesario legislar dos cosas: el límite máximo permitido de concentraciones ambientales, además de definir las técnicas y equipo de muestreo específicos, precisos y representativos del compuesto que se quiere estudiar", agrega el investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.
LEGISLACIóN INSUFICIENTE La legislación mexicana contempla seis de las sustancias tóxicas enlistadas por la EPA, mismas que son vigiladas por el Sistema de Monitoreo Atmosférico en el Valle de México: ozono, dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre, monóxido de carbono, partículas suspendidas y plomo. Además, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), órgano de la Secretaría de Salud, acaba de anunciar la actualización de las Normas Oficiales Mexicanas 020 y 025, que regulan los niveles de ozono y partículas suspendidas, para hacerlas más estrictas.
La Cofepris también busca establecer una nueva norma que incluirá otros contaminantes clasificados por la EPA (volátiles orgánicos) como benceno, xileno y tolueno, que ya son observados por el Sistema de Monitoreo Atmosférico en la capital del país, pero no están incluidos en la legislación. García Reynoso reconoce estos esfuerzos, pero anota: "Hay que establecer niveles más bajos de los que indica la norma (actual) en dióxidos de nitrógeno y azufre y considerar las emisiones de mercurio, un contaminante producido sobre todo por la quema de carbón que suscita gran preocupación en EU, donde han detectado concentraciones un poco altas procedentes de China", explica el científico.
Contaminantes microbiológicos
No sólo las sustancias químicas en el aire de las urbes amenazan la salud de sus habitantes: también circulan bioaerosoles cargados de microorganismos dañinos que en México tampoco son objeto de ningún monitoreo ambiental.
Estas dispersiones aerotransportadas de partículas sólidas o líquidas tienen bacterias, virus o esporas de hongos (vivos, muertos o en estado latente) que al respirarse pueden producir infecciones respiratorias y gastrointestinales que se manifiestan con tos, dolor de garganta, diarrea o dolores estomacales. Por ello, un equipo de científicos del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional comenzó hace un año un muestreo para completar un estudio genómico sobre la diversidad de bioaerosoles en la atmósfera baja del Valle de México, con la meta de identificar y clasificar las bacterias nocivas ahí presentes.
"Nos ha sorprendido detectar en nuestro muestreo rutinario bacterias que no forman esporas, que no presentan una forma de resistencia para el ambiente, como estafilococos, pseudomonas u otras causantes de problemas en hospitales", expresó Jaime García Mena, titular del proyecto e investigador del Departamento de Genética y Biología Molecular del Cinvestav.
Con la aplicación de dos métodos para "atrapar" sus muestras de bacterias, los investigadores han encontrado una mayor densidad de ellas en el aire de la zona metropolitana durante la época invernal, así como una disminución importante en la época de lluvias, lo que explica en parte el aumento de males respiratorios durante los meses más fríos del año.
El trabajo servirá, dice el académico, para buscar el establecimiento de un sistema de vigilancia microbiológico en el Valle de México (similar al IMECA) que, a su vez, permita determinar la correlación entre el aumento de personas enfermas y la cantidad de bacterias en el ambiente. Esto ayudará a aplicar medidas preventivas.
Los datos
⇒ 1.3 millones de personas mueren al año debido a la contaminación atmosférica en las ciudades.
⇒ 15% podría reducirse esa cantidad con la aplicación de medidas más estrictas dice la Organización Mundial de Salud.
⇒ 3 a 10 veces menos niveles de polución tienen ciudades limpias en EU, Europa y Australia.