Soy un viajero con muchas manías. No tomo leche más que esa imitación que llaman "leche de soya". Tengo severos ataques de pánico, por lo que debo siempre traer conmigo un ansiolítico y unas aspirinas -soy de los que juran que tendrán un paro cardiaco fulminante. En los restaurantes no como carne roja, ni cerdo, ni cordero, por lo que mis opciones culinarias se reducen al pescado y a veces a las aves. No disfruto estar en un lugar con cientos de personas a mi lado, especialmente si son "hordas de turistas", esos "bárbaros del siglo 21", como los llama el señor "X", mi compañero de viaje, metafórico y literal. Tampoco me gusta desplazarme a miles de kilómetros para estar rodeado de mexican@s, lo cual fue imposible en este viaje: hay 300 paisan@s en un barco con cerca de 2 mil 500 pasajer@s. No me escapé de los mirrreyes y sus lobukis. Detesto tener que pagar por el internet, el roaming internacional, los excesivamente caros paquetes de viajero de la compañía de Slim. En mi maleta lo que más pesa no es la ropa, sino los libros con los que viajo y con los que regreso. Comparto unos apuntes sobre cinco de los libros que he leído en este viaje.
1.- Aires de familia.- Tengo una deuda con Carlos Monsiváis, que pago con gusto: quiero leer todo lo que escribió y en esta ocasión leí el ensayo con el que ganó el premio Anagrama de ensayo en el 2000. Con lucidez y maestría, Monsi es capaz de resumir e interpretar el siglo 20 latinoamericano y sus expresiones sociales, desde la literatura modernista, con Rubén Darío, pasando por las dictaduras militares y de ahí al feminismo de Alfonsina Storni. Monsi relata la preocupación de los intelectuales latinoamericanos por crear una identidad regional ante la influencia de la cultura estadounidense y Hollywood, su poderoso brazo de propaganda. De tal forma, Monsiváis cuenta cómo la revolución cubana atrajo la simpatía del Olimpo intelectual latinoamericano hasta que Castro desterró todo pensamiento crítico. Monsiváis es capaz de armar una narrativa en la que caben Jorge Negrete, con su performance de la hipermasculinidad, a lado de un relato sobre Oscar Wilde y su influencia en la literatura de la disidencia sexual, en Manuel Puig, Reynaldo Arenas, entre otros. Este ensayo es un ambicioso trabajo de investigación que termina a fines de los 90, justo cuando el libre mercado empezó a crear las enormes brechas que hoy existen en Latinoamérica. Imagino que Monsiváis habría escrito una secuela titulada "Desaires de familia", al observar la desconexión que hay hoy entre los modelos económicos y sociales entre México y Venezuela, por poner un ejemplo.
2.- ¿Hay vida en la Tierra?.- Juan Villoro recopila cien historias entrañables publicadas a lo largo de casi 20 años. En esos relatos cortos cualquiera que haya pasado alguna temporada fuera de México podrá reflejarse en algunas de las preguntas que formula Villoro: ¿por qué los mexicanos llegamos siempre tarde a todo? ¿por qué es casi imposible comer solo en México? ¿por qué la sospecha y no la confianza prevalece en el terruño? ¿por qué el ponche, que "sabe a rayos", ha subsistido Navidad tras Navidad? ¿cuál es la razón por la que en los baños de los restaurantes "de lujo" (y en las bodas) hay un testigo incómodo de los ruidos que hace nuestro estómago al ser desalojado en los baños? Villoro cuenta en uno de sus relatos cómo Monsiváis lo llamó un día para regañarlo por escribir sobre asuntos cotidianos- por cierto, un género explorado y muy valorado en cada número de la revista The New Yorker. Afortunadamente, Villoro no hizo del todo caso a Monsi y el resultado es esta maravillosa recopilación de textos personalísimos, pero que logran conectar con muchos lectores.
3.- What I Talk About When I Talk About Running.- Haruki Murakami escribió este pequeño best seller a modo de memoria y de su obsesión vigoréxica con los maratones. Un relato íntimo sobre cómo el escritor japonés pasó de tener un club de jazz a escribir sus primera novela y cómo dejó de fumar sesenta cigarros al día para correr su primer carrera de 5 kilómetros, seguida de uno o dos maratones al año, de triatlones, de un doble maratón. Talento y disciplina, las dos virtudes que cualquier escritor y maratonista debe tener, sentencia Murakami. Para él correr largas distancias es una invitación a memorizar conferencias que dictará y para arrancar con el proceso creativo de su próxima novela. Un pequeño gran libro que cualquier persona que vaya (o no) a correr un maratón debe leer.
4.- Ernesto.- Empecé a leer esta novela corta en italiano, pero sus primeras páginas son en dialecto, así que salté a la excelente traducción de Guillermo Fernández para Quimera. En esta novela escrita en 1953, justo cuando la literatura con referencias homoeróticas estaba llena de metáforas, Saba habla con todas las palabras sobre el amor entre dos hombres. Ernesto, seducido por un mayor, quien "corrige la desviación" luego de una experiencia con una prostituta, para terminar perdidamente erotizado por un encuentro con otro hombre años más tarde. Tal vez lo más interesante de la novela de Saba es que éste escribe del Otro desde la perspectiva de un hombre casado con una mujer.
5.- Fuga en mí menor.- Sandra Lorenzano escribe poderosamente sobre la nostalgia de lo que no se ha vivido, sobre la obsesión de Leo con una fotografía, lo único que lo conecta con su padre, y sobre la relación de Leo con Giulio, su hijo con el que irónicamente se comunica a través de fotografías que éste le envía de tanto en tanto. Una bella novela sobre la música como la ruptura del silencio, la fotografía como archivo de la nostalgia, el proceso creativo y sobre el abandono.
Politólogo e Internacionalista
Twitter @genarolozano
