MANO IZQUIERDA
Desde hace mucho tiempo, los domingos después de la disco, como se le llamaba antes o le llamábamos antes los chicos "chochenteros" que gritamos con Maddona ahora que estuvo en el Súper Bowl, era una tradición ir a la Ciudad Jardín a degustar unas ricas hamburguesas. ¿De dónde? Obviamente de las búfalo, que se localizaban en pleno centro de la ciudad, a una cuadra de la plaza, para ser más precisos.
Hace algunas semanas tuvimos la oportunidad de localizar nuevamente estas deliciosas hamburguesas, en un lugar diferente pero con el mismo sabor de antes.
¿Cuál es el objetivo de hablar de ellas? ¿Hambre? ¿Gusto? ¿Son parientes de este tecleador los dueños? No de ninguna manera mi estimado lector, el fin es hablar de las cosas positivas que ocurren en nuestra ciudad y las hamburguesas búfalo forman parte de una tradición y de un ejemplo de servicio y atención que algunos negocios deberían emular.
Lo que hace característico a este lugar además de lo mencionado, es la calidad que no ha menguado a pesar de las crisis y los años, si bien he cierto que su ubicación no es la más adecuada, el tamaño, la calidad de la carne, y sobre todo la capacidad que tiene el cliente de prepararse su hamburguesa con dos rebanadas de tomate, un litro de catsup, dos kilos de verdura, con salsa, sin salsa o pepinillos o sin ellos, hacen que la experiencia resulte más que atractiva.
Oír gritar número 50, numero 15, número tal, nos recuerda aquellos años ya pasados, que después de una buena bailada con unas cuantas limonadas en un lugar denominado como un faraón egipcio, llegábamos todos a devorar las hamburguesas de tamaño familiar, años que por cierto no parecen pasar por el mismo señor que ahora grita y que no se debería de llamar el señor búfalo, sino Dorian Grey.
Desde este espacio mi felicitación por el concepto del autoservicio, por no bajar la calidad, por la atención al cliente, por los precios y sobre todo por demostrar que los buenos negocios también se dan en Ciudad lerdo.
Hasta la próxima.