Hace algunos meses, el gobierno municipal de la Ciudad Jardín con el apoyo del Gobierno federal, construyeron unas canchas para futbol rápido techadas en una colonia popular, para ser precisos por el bulevar las cruces, para mejor ubicación, viniendo del Francés de la Laguna da vuelta a mano izquierda y por esa calzada se va encontrar usted la primera cancha, sigue unos metros adelante y antes de llegar al canal se dará cuenta de una segunda cancha, que por cierto...
... difiere de la primera abismalmente en cuanto a cuidados se refiere.
Estas canchas fueron elaboradas con toda la mano, tienen su pasto sintético, sombra al estilo europeo, porterías con sus respectivas redes de calidad, así como buena estructura y pintadas adecuadamente. Sin embargo, a sólo meses de haber sido entregadas, ahora estas instalaciones presentan pintas, mallas con orificios, las puertas vencidas, el pasto descuidado y un sinfín de daños que hacen parecer que los campos de futbol parecen mas de lucha libre que otra cosa.
¿Qué sucede? ¿Por qué la gente no valora las cosas? ¿No les interesa? ¿No les gusta el futbol? A decir de muchos sociólogos, el enojo forma parte de esta conducta, debido a que como el hijo con el padre violento trata de mostrar su enojo con los presentes que topa, en este caso el gobierno, le parecen insuficientes, generando un círculo vicioso: el padre que no da lo necesario y el hijo caprichoso y demandante que sólo se queja y no hace nada por él mismo.
La otra explicación que a mi parecer es más factible, es la poca capacidad de la gente para valorar, se podrá hablar de fallas gubernamentales, de errores, de desconsideraciones y la mal aplicación de programas sociales, sin embargo, una cancha de primer mundo, bonita funcional, no se puede dejar en ese estado, ya que lo único que demuestra es que la gente no se la merece, cuando en realidad si existen muchos chavitos que están deseosos de ser el nuevo Messi, el nuevo Ronaldo, o más cercano el nuevo Oribe Peralta y desean que las instalaciones se encuentren en buen estado, sin embargo, parece que la mayoría poco le importa jugar en canchas funcionales y con tecnología de punta, prefiriendo jugar en una barda toda maltratada y con un campo que parece mas digno de favela brasileña que de canchas de primer mundo.
Desde luego, como dicen los que no se quieren comprometer, la última palabra la tiene usted mi estimado lagunero, sin embargo, parece quedar claro que en ocasiones no valoramos lo que se nos entrega, quizás porque no nos sentimos merecedores, y de todo culpamos al gobierno, para seguir viviendo nuestra Rosa de Guadalupe lagunera.
¡Hasta la próxima!
