POR FIN FUE aprobada en lo general el proyecto de reforma laboral en la Cámara de Diputados. Esta reforma de la cual han hablado tantos y que en verdad muy pocos conocen. Después del lamentable, pero clásico acto circense de las llamadas "izquierdas", que intentaron fallidamente de tomar la tribuna como protesta al proyecto, éste fue finalmente aprobado tal y como lo presentó el presidente Felipe Calderón.
MODIFICAR EL ARTÍCULO constitucional que regula las relaciones de los obreros con los patrones es en sí mismo, una tarea ardua y difícil. Se trata de una cirugía mayor en la manera y forma de cómo el obrero o trabajador vende su fuerza de trabajo a los patrones, y la manera y forma de cómo estos patrones deben retribuir al trabajador la venta de su fuerza laboral.
UNO DE LOS TEMAS más polémicos y discutido fue el de la transparencia y la rendición de cuentas por parte de las organizaciones sindicales, específicamente de sus líderes y dirigentes. Para nadie es desconocido que en muchas de las organizaciones obreras ha reinado la opacidad en el manejo de los dineros correspondientes a la cuotas sindicales y no ha habido jamás, la rendición de cuentas sobre el destino de esos dineros.
El trabajador desconoce en qué y cómo han sido invertidas sus cuotas sindicales; pero este desinterés forma parte de nuestra propia cultura como mexicanos. Por naturaleza somos poco afectos a exigir el rendimiento de cuentas frente a los gobernantes a sus tres niveles, así como en relación a cualquier otro tipo de organización social como son los clubes, asociaciones de padres de familia, de estudiantes, condóminos, etc.
PERO DE LAS ENTIDADES más significativas que han venido negándose a la transparencia y al rendimiento de cuentas, son sin duda los sindicatos obreros. La débil posición del trabajador sindicalizado frente a la dirigencia de su propio sindicato, lo margina de cualquier posibilidad de exigirle cuentas sobre el manejo y destino de sus recursos aportados, vía las cuotas sindicales. En este punto, la terrible cláusula de exclusión pende sobre su cabeza como una terrible espada de Damocles.
CONVENIENTE SERÍA ACLARAR que en el proyecto de reforma laboral, la exigencia de rendición de cuentas y transparencia a las directivas sindicales está dirigida únicamente a los trabajadores incluidos en el apartado letra "A" del artículo 123 constitucional. Esto es, a los sindicatos que agrupan a trabajadores que rentan su esfuerzo personal a empresas particulares.
PERO LOS SINDICATOS de burócratas como son la Federación de Trabajadores al Servicio del Estado (FESTE), de los maestros del SNTE (casi 300 millones de pesos por cuotas al mes), el de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad en razón de que están incluidos en el apartado letra "B" del 123 constitucional no quedaron incluidos en las reformas que se discutieron en la Cámara de Diputados.
Y ES QUE ESOS SINDICATOS manejan tal millonada de pesos por concepto de cuotas, que ninguno de sus dirigentes estuvo dispuesto a perder esa mina de oro que envidiaría el mismo Rey Midas.
CONCLUSIÓN: la transparencia y el rendimiento de cuentas por parte de las dirigencias sindicales oficiales no será motivo de la reforma laborar, aunque sí lo será respecto de los llamados sindicatos privados. Este es precisamente el costo que deberá pagar el país para que pase la reforma laboral: que los líderes de los sindicatos oficiales no sean tocados en sus privilegios.
POSDATA
Ya que estamos tratando el rendimiento de cuentas y de transparencia de entidades tan lejanas a Torreón, regresemos ahora a nuestra Comarca Lagunera, en donde está aún pendiente se investigue el manejo del pago de las facturas a proveedores de Simas que manipula un señor Cepeda, y que cuestan más del 10% por concepto de "mordida".
Lo más sospechoso de todo esto, es que nadie se ha dado por aludido: ni los funcionarios, ni el municipio y menos los señores de la IP, supuestamente los afectados.
Así cómo es posible que se pueda acabar con la corrupción y la impunidad.
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