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Maquío 2.0

En tres patadas

DIEGO PETERSEN FARAH

 L A candidatura de Manuel Clouthier Junior no es una locura, aunque parezca. Difícilmente logrará el registro y con toda certeza no tendrá financiamiento público, pero lo que hay detrás de la candidatura del Maquío 2.0 no es la lógica de la presidencia de la república, sino el rompimiento del esquema de partidos.

Para Manuel, como para muchos mexicanos, los partidos secuestraron el derecho de los ciudadanos de ser votados. Pasamos de un esquema de partido monopólico, que tenía secuestrado el derecho al voto, a un esquema oligopólico de tres partidos que abrieron el derecho al voto, pero se quedaron para ellos el derecho a ser votado. Clouthier peleó al interior de su partido, el PAN, derecho a competir por una candidatura y les ganó en los tribunales. El PRD le ofreció ser candidato al senado, pero declinó la oferta para ir a esta aventura que no es de corto plazo ni para esta elección.

Como en los viejos tiempos del PAN y de la izquierda, la candidatura de Maquío es meramente testimonial. Así lo hicieron Valentín Campa, el candidato sin registro del Partido Comunista sin registro en 1976 (obtuvo casi uno por ciento de la votación) o Efraín González Morfín, candidato del PAN en 1970 en cuyos discursos jamás pidió que votaran por él. Fueron ambas candidaturas testimoniales que a la larga ayudaron a abrir el proceso político. La reforma de Reyes Heroles, la famosa LOPPE, no se puede entender sin esos dos personajes que encabezaron procesos ciudadanos. Cuauhtémoc Cárdenas, Heberto Castillo, Rosario Ibarra, Manuel Cluothier padre, entre otros, pusieron al sistema contra la pared y la larga todos estos esfuerzos y batallas, que por momentos parecían absurdas, solitarias, locas, rompieron el monopolio del PRI.

Contrario a lo que parece el Maquío no está solo. Detrás de él hay un grupo importante de promotores de la reforma política que van a hacer ruido. No sé cuántos votos va a tener Manuel Clouthier, pero seguramente serán muy pocos. Si aparece en la boleta le va a quitar algunos adeptos a Josefina Vázquez Mota, y si no va a tener unos cuantos votos, no contabilizados, de los tercos que pondrán su nombre en la boleta, pero eso es lo de menos.

Lo importante es aprovechar la ola electoral para hacer evidente que los ciudadanos tenemos derecho a participar y que los partidos no se pueden abrogar para ellos lo que es un derecho de todos.

Hay que abrir los partidos al escrutinio público y obligarlos a cumplir con sus propias normas, pues viven de nuestros impuestos. Pero, sobre todo, hay que presionar para que se reconozcan las candidaturas ciudadanas. Sólo por eso y más allá de ideologías, la batalla del Maquío 2.0 vale la pena.

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