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Mares de pantalla

CINE

Titanic, 1997.

Titanic, 1997.

Arturo González González

La atracción que genera el océano en los seres humanos ha encontrado su espejo en el séptimo arte con películas que van desde el terror hasta la más fantástica aventura. Lo invitamos a navegar para hacer un recorrido en las aguas del celuloide.

Si, como decía Tales, el agua es el principio de todas las cosas, entonces el mundo es hijo del mar. Ahí tuvo su origen la vida; a través de él se extendió la civilización. Durante miles de años, con todos sus vicios y virtudes, orgullos y temores, la cultura humana se ha propagado a bordo de naves: de madera, vela y remos primero, de acero, vapor y combustible después. Gran parte de la Historia universal se ha escrito en el océano, esa masa acuosa que con su profundidad e infinitud aparente ha inspirado lo mismo a aventureros, guerreros y científicos, que a filósofos, poetas y artistas. Entre estos últimos están los cineastas, quienes ya sea en el fondo del piélago o sobre la cubierta de un barco, han construido sus relatos fílmicos con el mar como contexto.

CATÁSTROFES MARINAS

La catástrofe siempre ha sido un imán para realizadores y público. El desastre en el océano, por antonomasia, es el naufragio. Y el más famoso de la historia de la navegación es el del Titanic, el cual ha sido llevado al cine en varias ocasiones.

Una de las recreaciones más aplaudidas por la crítica es A Night to Remember, cinta de 1958 en la que el director británico Roy Ward Baker trata de reconstruir de forma sobria, casi documental, lo que ocurrió la noche del 14 de abril de 1912 con el enorme trasatlántico.

Casi cuatro décadas después James Cameron trasladó de nuevo a la pantalla el trágico destino del lujoso buque de vapor en Titanic (1997), aderezada con la romántica relación entre dos pasajeros ficticios, interpretados por las nacientes estrellas Kate Winslet y Leonardo DiCaprio. Una superproducción espectacular, altamente taquillera, aunque efectista y a ratos sentimentaloide.

Ya en plenos terrenos de la ficción, La aventura del Poseidón (The Poseidon Adventure, 1972), rodada por Ronald Neame y basada en la novela de Paul Gallico, narra la supervivencia de los pasajeros de un viejo y lujoso crucero que al surcar el Mediterráneo es sorprendido por un maremoto que termina por volcarlo. Un filme entretenido, por momentos conmovedor y con buenas actuaciones entre las que destaca la de Gene Hackman.

Con menor fortuna, el alemán Wolfgang Petersen hizo el refrito de esta película 24 años después con el nombre simple de Poseidón (Poseidon, 2006); un enorme presupuesto, buenos efectos especiales pero un guión que naufraga como la propia nave.

OCÉANOS DE MIEDO

El naufragio no es el único temor que infunden los mares. Dentro de él habitan criaturas que pueden devorar a seres humanos. Y esa es la premisa de Tiburón (Jaws), dirigida por el laureado Steven Spielberg en 1975, basada en el best seller de Peter Benchley que cuenta la lucha que libra la comunidad de una isla contra un gigantesco escualo asesino. Un thriller que hizo época, con buenas interpretaciones de Roy Scheider y Richard Dreyfuss y una música inmejorable del maestro John Williams.

Mucho más modesta, pero igualmente inquietante es Mar abierto (Open Water, 2004), cinta de bajo presupuesto rodada por Chris Kentis prácticamente en alta mar, en la que se muestra el infortunio de una pareja de buzos que son abandonados en medio del Caribe, en un sector en donde abundan los tiburones. Angustiante y efectiva.

Océano adentro, no sólo a los animales hay que temerles. Quizá sean aún más peligrosas las personas, como lo muestra el filme Terror a bordo (Dead Calm, 1989), del australiano Phillip Noyce, en donde una pareja se lanza a navegar en un yate para tratar de superar la muerte de su hijo, pero lo único que encontrará es a un joven desquiciado que prolongará su pesadilla. Un thriller intrépido que representó una catapulta para la carrera de la bella Nicole Kidman, quien comparte créditos con el siempre solvente Sam Neill.

MOTINES Y GUERRAS

En su propensión al conflicto o en su afán de revolución, el hombre ha hecho del mar un teatro bélico. El cine ha utilizado estos argumentos desde muy temprana época. En 1925 el genio ruso Sergei M. Eisenstein dio vida a El acorazado Potemkin (Bronenosets Potyomkin), una versión propagandística del motín del buque de guerra en el Mar Negro ocurrido en 1905. Por su aportación al lenguaje cinematográfico y la innovación en sus planos y montaje, esta película muda es considerada un hito dentro del séptimo arte.

En el 81 Petersen (el mismo de Poseidón) dirigió El submarino (Das Boot), un largo y claustrofóbico largometraje sobre las vicisitudes de una nave alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Dignos de admiración son la minuciosidad en la ambientación y el cuidado en la realización del filme que termina por enviar un mensaje entre líneas: la guerra es absurda.

Pero si de conflictos absurdos se trata, la llamada Guerra Fría puede ser uno de sus mejores ejemplos. Un episodio ficticio del enfrentamiento entre las dos superpotencias del siglo XX lo narra La caza al Octubre Rojo (The Hunt for Red October, 1990), de John McTiernan, basada en el best seller de Tom Clancy. Un submarino nuclear soviético ultramoderno es conducido por su capitán hacia una falsa misión hasta las costas norteamericanas. Aunque el discurso proyanqui resulta evidente, la cinta resulta de gran efectividad en los momentos de tensión al cual contribuyen las excelentes actuaciones de Sean Connery y Alec Baldwin.

También con altas dosis de tensión, gracias a un duelo actoral electrizante entre Denzel Washington y Gene Hackman, Marea roja (Crimson Tide, 1995) de Tony Scott, sumerge al espectador en las profundidades del océano y los entresijos de los altos mandos de un submarino que realiza labores de patrullaje en el Pacífico ante la sublevación de un grupo rebelde ruso que controla una base nuclear.

Con más aires de aventura, el australiano Peter Weir llevó al cine en 2004 al “Afortunado Jack”, personaje creado por el novelista Patrick O’Brian en Capitán de mar y guerra: la costa más lejana del mundo (Master and Commander: The Far Side of the World). Protagonizada por Russell Crowe, la película narra la persecución emprendida por la fragata inglesa Surprise tras el Acheron francés durante las guerras napoleónicas. Un relato entretenido y de excelente ambientación y fotografía.

SURCAR LA AVENTURA

El inmenso y misterioso océano también es propicio para las aventuras más extraordinarias. Tal es el caso de 20,000 leguas de viaje submarino (20,000 Leagues Under the Sea), la novela del popular escritor francés Julio Verne, llevada a la gran pantalla por Richard Fleischer en 1954. Con un buen reparto encabezado por Kirk Douglas, James Mason, Paul Lukas y Peter Lorre, este clásico sorprende más por sus efectos y dirección artística que por la solidez de su guión.

Otro viaje a las profundidades insondables del mar es el que ofrece James Cameron en El secreto del abismo (The Abyss) de 1989, una cinta de suspenso, acción y ciencia ficción que sugiere la existencia de seres de otro planeta habitando el fondo del océano. Con un buen reparto en el que destacan Ed Harris y Mary Elizabeth Mastrantonio y un ritmo bien llevado, el filme resulta entretenido e intrigante y muestra las destrezas de Cameron en los dominios de Neptuno.

Quizá la película ‘marina’ más ambiciosa que se haya hecho hasta hoy es Mundo acuático (Waterworld), realizada en 1995 por Kevin Reynolds. Pese a su enorme presupuesto y la participación de la estrella de Hollywood, Kevin Costner, Mundo acuático resultó un fracaso de crítica y taquilla. Por su atmósfera apocalíptica algunos la tacharon de ser un intento de Mad Max en el agua.

Destino contrario tuvo Piratas del Caribe: la maldición del Perla Negra (Pirates of the Caribbean: The Curse of the Black Pearl) en 2003, dirigida por Gore Verbinski y producida por el exitoso Jerry Bruckheimer. Original y divertida cinta que narra las aventuras fantásticas del capitán Jack Sparrow, interpretado por el camaleónico Johnny Depp, y que representó el inicio de una saga que ha dejado millones de dólares de ganancias para Walt Disney. Y se entiende, porque el gran Depp comparte cartel con excelentes histriones como Geoffrey Rush, Orlando Bloom, Keira Knightley, Jonathan Pryce y Jack Davenport.

Mención aparte merece Azul profundo (Le grand bleu, 1988) del excéntrico Luc Besson, un largometraje que plasma la relación ficticia entre dos famosos buceadores a pulmón y su rivalidad por alcanzar la mayor profundidad marina. Un bello y relajado relato, con buena fotografía y musicalización, protagonizado por Jean-Marc Barr, Jean Reno y Rosana Arquette.

Entre otras cosas, el mar ha sido depositario de todas las emociones humanas a lo largo de la Historia. Y como puede constatarse con los numerosos títulos mencionados, eso ha sido muy bien aprovechado por la industria cinematográfica, siempre en busca de crear en el público nuevas sensaciones.

Correo-e: argonzalez@elsiglodetorreon.com.mx

‘MONOS’ EN EL MAR

La animación también se ha lanzado a explorar los océanos para entretener al cada vez más demandante público de los niños. Algunos ejemplos de la simbiosis ‘monos-mar’ son:

-La sirenita (The Little Mermaid, Ron Clements y John Musker, 1989)

-Buscando a Nemo (Finding Nemo, Andrew Stanton y Lee Unkrich, 2003)

-Sinbad: la leyenda de los siete mares (Sinbad: Legend of the Seven Seas, Patrick Gilmore y Tim Johnson, 2003)

-Ponyo y el secreto de la sirenita (Gake no ue no Ponyo, Hayao Miyazaki, 2009)

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