LAS RELACIONES DE TRABAJO
Hace varios años, mientras visitaba una tienda de departamentos en los Estados Unidos, pregunté con sumo interés a los empleados de la misma, quién era la persona cuya fotografía se encontraba en la oficina principal. De inmediato ellos me contestaron con mucho orgullo, que se trataba de la persona a la cual le deben el tener casa, ropa y comida. En efecto, allí estaba el retrato del fundador de una gran cadena de almacenes que se hallan repartidos por toda la Unión Americana. Los empleados le reconocían su esfuerzo, su sacrificio e ingenio para crear y sostener fuentes de trabajo, gracias a las cuales miles de trabajadores viven con decoro.
Es muy extraño en nuestro tiempo escuchar elogios para el patrón. Lo normal, desgraciadamente, es oír ataques en su contra que hablan de una relación tensa y saturada de rencor. Bajo ese clima, es sumamente difícil que los negocios prosperen. No existe armonía sincera que permita sostener un ambiente propicio. Debido a eso es que en la mayoría de los casos, cuando no está presente el patrón, se escucha hablar mal de él.
En aquellos años oí a un trabajador de una ferretería -que por cierto ya no existe- contar amena y descaradamente a sus amigos, que cada vez que tiene la oportunidad se roba del negocio las herramientas que quiere. Las vende a mitad de precio y jamás lo han descubierto. Si le preguntáramos qué opina de su patrón, con toda seguridad nos hablaría mal de él. Justificaría una y otra vez su proceder como una venganza parcial y crónica en contra de aquél que es "su enemigo en potencia". Lo siente y lo cataloga como enemigo, sin siquiera saber por qué.
Las buenas relaciones obrero-patronales son de suma importancia. Los clientes son susceptibles al respecto y procuran no visitar un negocio en el cual se respira un ambiente enrarecido. La lealtad por el trabajo y el cariño para con el mismo son esenciales para alcanzar las metas propuestas y sobre todo para que no desaparezca la fuente de trabajo.
Es muy importante también que el patrón reconozca las cualidades y el esfuerzo de sus trabajadores, que no pase desapercibida la constancia y la honradez para que exista una motivación constante. Que respete a todos los que laboran en la empresa y que se ponga en su lugar cuando el trabajo se complica haciéndose verdaderamente pesado. Que sin perder autoridad, sea humilde y comprensivo frente a ellos, porque la vida da muchas vueltas y no sabemos si el día de mañana él estará llenando en alguna empresa una solicitud de trabajo.
En Japón, los trabajadores de productos electrónicos que laboran en serie, desconectan la luz que ilumina su mesa de trabajo en los momentos de descanso. Consideran importante que la empresa ahorre energía eléctrica a pesar de que ellos no la pagan. Saben que si esto se consigue, el negocio donde trabajan será más sano y sobre todo más competitivo. Son los mismos trabajadores que a la hora del recreo salen a correr por los alrededores de la factoría gritando y cantando con júbilo cientos de veces las marcas comerciales para las que trabajan y que desean a toda costa acreditar en los mercados mundiales. Ellos aman su trabajo porque es la fuente de donde proviene el dinero que llevan a casa para alimentarse, vestirse y sostener a sus hijos. Con toda seguridad si lo perdieran por haber cometido un error o por haber tenido un mal comportamiento, sufrirían de tal manera, que se sentirían deprimidos. La vergüenza haría mella en su cuerpo y en su mente. Se auto-destruirían, y no podrían volver a ver de frente a familiares y amigos.
Cada vez, existirá una mayor competencia en todo el mundo. Si los trabajadores y los patronos de una empresa no caminan hacia la misma dirección, lo más probable es que van a fracasar. De suma importancia es también que se labore en un ambiente de tranquilidad, sin la zozobra de las madres por lo que estarán haciendo sus hijos a la salida del colegio, ni la de los padres cuando no les alcanza lo que reciben de sueldo para llevar lo necesario a casa, haciéndolos perder la esperanza.
Cada vez que cierra un negocio por los motivos que sea, es una verdadera tragedia para la ciudad donde se encontraba instalado. Igual sufren el patrón como los trabajadores que se quedaron sin empleo. Por eso es importante alentar las inversiones estables y duraderas que aumenten el circulante en la ciudad. Son muchos los que se benefician con ello. Cuando el dinero circula, todos los que lo reciben pueden pagar sus deudas y si les sobra aunque sea un poco lo pueden ahorrar. Sin embargo, cuando no hay inversiones en una población, la gente sufre mucho al sentirse presionada por las necesidades más urgentes de su familia, y termina pagando intereses altos por el dinero que le prestan.
Probablemente debamos modificar los términos de la enseñanza en los colegios. Desechar por completo la idea de que el patrón es enemigo del trabajador. Corregir nuestras leyes laborales para crear armonía y solidaridad cristiana, en lugar de "lucha de clases". Esa división maligna que nada favorable produce ha frenado el progreso de México. Esa tontería que heredamos de legislaciones obsoletas y que provienen de siglos anteriores, ha dañado gravemente las fuentes de trabajo al envenenar el ambiente, haciéndolo materialmente insoportable. Ha causado un daño irreversible de generación en generación destruyendo todo lo bueno, creativo y armonioso que pudo haber sido en un principio.
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