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Más allá de las palabras

Jacobo Zarzar Gidi

VANCOUVER Y TORREÓN

Vancouver, localizada en la provincia de Columbia Británica es una de las áreas metropolitanas más grandes en la costa oeste del Pacífico, así como la tercera ciudad más importante de Canadá. Se trata de una pintoresca población llena de modernos rascacielos que dan la bienvenida a todo aquel que la visita. Sede de los pasados Juegos Olímpicos y Juegos Paralímpicos de invierno de 2010, es fácil para el turista reconocer por qué fue nombrada la primera mejor ciudad para vivir en todo el mundo (a la par de Viena) por la empresa Mercer Human Resource Consulting. Una gran parte de la población vive en esos rascacielos que se encuentran en el centro de la ciudad, y de esa manera se evitan largos viajes para desplazarse al trabajo. La gente de Vancouver tiene un gran respeto por la vida y la naturaleza que de inmediato se descubre por el orden y la limpieza de la ciudad. Cuenta con un moderno sistema de transporte eficiente y seguro como lo es el tren ligero, viajes en ferry, taxis en hidro-avión, etc.

l Parque Stanley, uno de los parques urbanos más grandes del mundo, está lleno de árboles y flores, convirtiendo a Vancouver en una ciudad moderna con un bello entorno natural. Por su océano prístino y sus paisajes montañosos, por su ambiente urbano próspero y vida dinámica multicultural, Vancouver sobresale como una ciudad que vale la pena imitar.

Se trata de una ciudad modelo en la que nadie arroja basura ni chicles a la calle, jamás se escucha el sonido de los claxon y tiene cero contaminación. No se ven policías ni soldados haciendo rondines porque no son necesarios. Cada quien hace lo que tiene que hacer según los reglamentos y las leyes vigentes. Si usted aborda el tren ligero para desplazarse de un lado a otro, puede comprar el boleto en unas pequeñas máquinas que se encuentran en las calles. Se sube usted al tren y nadie le recoge el boleto, pero todos lo compran en un gesto de civilidad.

En la parte norte de Vancouver existe una carretera panorámica de cuatro carriles llamada Transcanadiense. Entre los bosques de gigantescos árboles centenarios, se pueden observar osos negros, renos, alces, lobos, coyotes, caribúes, marmotas, venados y muchas especies más que dan vida a un verdadero paraíso. Todo ello en medio de una humedad envidiable para los que vivimos en tierras secas. En sus elevadas montañas llamadas "Rocosas", viven los borregos cimarrones y las cabras salvajes. Debido a que en esta carretera se atropellaba cada año a varios animales que se atravesaban al paso de autos y camiones, el gobierno tomó la determinación de poner cercas de alambre a uno y otro lado de la misma en cientos de kilómetros. Y al darse cuenta que los animales querían cruzarse de todos modos al lado opuesto, les construyeron pasos elevados que utilizan durante la noche.

A los lados de esa carretera, los visitantes pueden observar hermosas montañas con picos nevados, lagos de aguas cristalinas, cataratas, cascadas y ríos. En éstos abunda el salmón que se desliza con gran rapidez a su destino para desovar. Cuando algo impide que se cumpla ese importante ciclo de la vida, hay personas encargadas de ayudarlos eliminando obstáculos y permitiendo que los ríos y el salmón avancen por su cauce natural.

Canadá tiene dos gigantescas compañías de trenes que van desde el Océano Pacífico hasta el Atlántico. Ellas transportan azufre, carbón, madera y todo tipo de contenedores con mercancía. Debido a la configuración complicada del terreno, fue un trabajo de titanes hacer túneles e instalar vías. Canadá honra a esos pioneros que arriesgaron su vida y que permitieron la comunicación entre el Océano Pacífico y el Océano Atlántico.

Tomando la carretera de "los campos helados", nombrada como una de las más pintorescas del mundo por la revista "National Geographic", se llega al glaciar "Athabasca", formado de hielo con más de 10,000 años de antigüedad y más de 300 metros de profundidad.

La ciudad de Vancouver y nuestra querida ciudad de Torreón, tienen cien años de haber sido fundadas, pero son muy distintas. Amo a mi ciudad, pero no me gusta mi ciudad. No me agrada cómo la tenemos ahora, prácticamente abandonada. Yo me pregunto ¿por qué nos comportamos respecto de ella en forma tan indiferente? ¿Por qué en nuestra ciudad, una familia permite que sus hijos arrojen botellas vacías a los bulevares desde las ventanillas del automóvil? ¿Por qué no respetamos los pasos de cebra cuando vamos manejando para que los peatones puedan pasar las calles tranquilamente? ¿Por qué tocamos el claxon varias veces al ir manejando, y de esa manera aumentamos la contaminación auditiva que ya se ha vuelto insoportable? ¿Por qué no respetamos los monumentos a nuestros próceres que se hicieron como tributo a los fundadores de nuestra querida ciudad? ¿Por qué se los roban? ¿Por qué el Manto de la Virgen lo tienen abandonado? ¿Por qué varios comerciantes quieren atraer clientes con un sonido terrible en las banquetas y nadie les dice nada? ¿Por qué al ver algo bonito en la ciudad, de inmediato queremos destruirlo? ¿Por qué pasa la gente por las banquetas y corta flores de los arbolitos que se pusieron allí para adornar la ciudad? ¿Por qué se arroja basura en las jardineras y se inundan con agua llena de detergente?

Muchos me dirán: "Es que en Canadá existe otra cultura", y yo les respondo: En Canadá vive una colonia muy grande de mexicanos que se comportan como cualquier otro extranjero: no arrojan basura a las calles, respetan la vida y aman la naturaleza.

Necesitamos cambiar. Allá están orgullosos de sus trenes, aquí la gente los apedrea inexplicablemente cuando pasan por algunas colonias de la ciudad. Allá hablan con respeto y admiración de sus fundadores, aquí les buscamos defectos, no conocemos su verdadera historia, y si algunos destruyen sus bustos, a ese delito no le damos importancia. ¡Qué hermoso sería volver a tener un tranvía como el de antaño que comunicara la ciudad de Torreón con Gómez Palacio y Lerdo! Que se deslizara tranquilamente por un bulevar lleno de árboles y de flores junto a una acequia rebosante de aguas cristalinas.

En Torreón estamos urgidos de noticias amables que nos hagan olvidar toda la información negativa que constantemente nos llega. Atacamos nuestra ciudad cuando se sustrae cable del alumbrado público y se deja a oscuras toda una colonia; la atacamos cuando se roban computadoras de las escuelas que tanto trabajo costó tener y son tan necesarias para nuestros jóvenes; la atacamos cuando sus habitantes pierden la esperanza por la inseguridad que están viviendo.

Ojalá que algún día cambiemos el trato agresivo que le estamos dando a nuestra centenaria ciudad que fue fundada por hombres y mujeres visionarios que se sacrificaron todos los días para darnos un sitio amable, cómodo y hermoso donde vivir. Este será el hogar de las futuras generaciones que ahora están naciendo o están por nacer. Tratémosla bien, no la destruyamos más. Queremos que sea una ciudad que atraiga, no una que rechace, y queremos también que todos sus habitantes se sientan contentos de vivir en ella.

jacobozarzar@yahoo.com

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