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Más de lo mismo

ADELA CELORIO

Por si no tuviéramos suficiente con mantener una costosísima guerra (miles de vidas perdidas y muchísimo dinero del que por cierto no andamos sobrados) ahora tenemos que lidiar también con la altísima cuota de ansiedad, angustia y desesperación que provocan las amenazas del candidato que, en amorosa campaña, ofreció serenar al país. En caso de que el IFE confirme -como tendrá que hacerlo en las próximas horas- a Enrique Peña Nieto como próximo presidente de México, "puede haber un estallido social", afirma el Amoroso apoyado súbitamente por un nutrido grupo de jóvenes universitarios que a mi juicio han asumido el legítimo compromiso moral de llevar a cabo las transformaciones políticas y económicas que urgen a México. Desgraciadamente, el "#Yo Soy el 132", ahora contaminado con la participación de oportunistas como los pillos de la extinta SME, y vividores de los grupos Atenco y Francisco Villa que se han colgado convenientemente del movimiento juvenil, promueven el caos en esta capital, ya bastante caótica de por sí. El plan del Amoroso y sus seguidores es causar el mayor daño posible, ¿a quién?, a los ciudadanos. Cerrar carreteras y boicotear a la sociedad civil como sucedió el pasado 29 de julio en que rodearon Televisa durante 24 horas. Seguramente a la empresa no le movieron ni un pelillo, pero lo que sí consiguieron fue desquiciar toda la zona y joder la vida de algunos millones de ciudadanos que en esta capital no pudieron llegar al trabajo, a la escuela, al hospital. A empresas, oficinas y comercios del rumbo que vieron mermados sus ingresos y sufrieron parálisis total durante las veinticuatro horas que duró el cerco. "Fraude, la mafia en el poder, Televisa; el espurio"; acusa el Amoroso en el Zócalo, en el radio y en todo lugar. El amor, la ética, el respeto prometido eran sólo si ganaba la elección, pero como no fue así, una vez más convoca a la fractura social. Nada que no hayamos visto antes. La misma incapacidad para aceptar la derrota, la misma obsesión por el "compló". Ahora el Amoroso vuelve a descalificar, insulta, execra, y "al diablo con sus instituciones", repite el único candidato que hizo campaña durante seis años en los que sostenido por el patrocinio de sus amigos -eso dice- se presentó en cada ciudad, pueblo y ranchería del país, para promover el voto a su favor. El líder Amoroso que con sonrisa bonachona e impecable look hizo proselitismo en USA. "Han distorsionado mi imagen", afirmó en Washington. "Un hombre Nuevo. No se parece al hombre que sembraba minas donde quiera que pisaba, bombas para los empresarios, para los políticos…" publicó un periódico de allá porque como ya sabemos, aquella gente es muy crédula. Nosotros no. Ni el 36% de ciudadanos que votaron por Peña Nieto ni el 22 que votamos por Josefina Vazquez Mota y ni siquiera el 2% que votó por Quadri (en total el 60% de los votantes) no le creímos; y el tiempo nos dio la razón. El amor y la sonrisa bonachona eran sólo más de lo mismo, y ahora, sin amor y sin sonrisa sino amargoso y frustrado, López Obrador orquesta el odio y la fractura social porque no acepta que en la Democracia se gana o se pierde, y "haiga sido como haiga sido", él perdió. "Si pierdo estas elecciones me voy a La Chingada", dijo. Parece que La Chingada es una finca que él tiene en alguna parte del país y la verdad es que no estaría nada mal que se fuera allá por un rato. A repensar su liderazgo, a reforzar su Partido, a diseñar una oposición propositiva, y dinámica. Una oposición que colabore con la ciudadanía para mantener a raya al autoritario PRI, que transformado y moderno, combatirá la corrupción con un cártel de personajes tan acedos como Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Pascoe a quien todos recordamos ofreciéndole a Nacif (otro #&%#...) aquello de ¡"va pa'trás". Ojalá que el Amoroso se retire una temporadita a La Chingada para que reflexione: no se trata de que los mexicanos no queramos un gobierno de Izquierda, la prueba es la apabullante victoria electoral de Mancera en el D.F. Lo que no queremos es un gobernante rijoso, insultón, grosero, con comportamientos antisociales e incapaz de asumir el sistema democrático que nos está costando tanto esfuerzo construir. Unos gobiernos tendrán más aciertos que otros, pero el camino de la alternancia y del cambio democrático, ya se ha emprendido en México; y creo que sin importar a quién dimos nuestro voto, nuestra misión ahora, es perfeccionar nuestra democracia y conseguir que la alternancia sea un hecho irreversible. Perdón respetable lector, yo sé que hablar de política es como pisar caca de perro, pero ni modo, a veces es inevitable.

adelace2@prodigy.net.mx

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