Indignado porque “no se vale hacer negocios a base de mordidas”, lo cual dijo en referencia a los privilegios de su gobierno hacia la cadena de tiendas Walmart, el presidente Calderón se aferra a su “estrategia” contra el hampa de las drogas, porque no hay otra.
De Walmart publicó el periódico The New York Times que pagó sobornos por 24 millones de dólares, gracias a lo cual obtuvo 200 permisos y licencias, e incluso destruyó 30 mil metros cuadrados de selvas en Playa del Carmen, Quintana Roo, donde edificó uno de sus almacenes. La PGR inició un acta “circunstanciada” de dicha cadena de corrupciones por falta de denunciantes y Felipe Calderón dejó entrever que nada sabía de tales manejos y por ello condenó las “mordidas”.
Sin embargo, los 24 millones de dólares no llegaron a bolsillos de funcionarios de Comercio, Hacienda y Reforma Agraria, entre otros, de manera circunstancial. Si el Presidente no supo de los 200 permisos citados por el The New York Times y de los billetes verdes llegados a tantos escritorios calderonistas, así se explica por qué México ascendió a los primeros lugares de corrupción mundial en este sexenio.
DEL COMBATE AL HAMPA, Calderón no va a cambiar y menos si le faltan siete meses en el mando. Su estrategia se reduce al envío de soldados y marinos a enfrentar a los cárteles.
Sobre eso asegura que los operativos de las Fuerzas Armadas no generan violencia. Que lo digan si no algunos deudos que lloraron en la Cámara de Diputados al ser aprobada la Ley General de Víctimas. Un grito de ¡ni un muerto más! retumbó en el recinto parlamentario, cuando se recordó a quienes han sufrido agravios del crimen organizado y en sus derechos humanos por parte de autoridades.
Son decenas de miles las víctimas inocentes, como Calderón lo ha constatado en Ciudad Juárez, Tamaulipas y otras poblaciones. Nadie cree la falacia de que sólo caen delincuentes cuando las mafias chocan entre sí, en las disputas por territorios.
La verdad se verá en los reclamos de viudas y huérfanos con base en la nueva ley.
Dijo el Ejecutivo federal que cuando se pregunta por otras alternativas, la respuesta es de reforzar “lo que estamos haciendo”. Pero en ningún foro, de los encabezados por Calderón, se ha escuchado eso. Si acaso es planteado el retiro paulatino de militares y marinos, nada más.
Propuestas hay, diferentes a la “guerra” calderonista, pero el Presidente se niega a escucharlas. Un exfuncionario de la PGR nos dijo esta: No se va a acabar el tráfico de enervantes de un día para otro, menos los destinados a Estados Unidos, y México no debe impedir ese trasiego, “si tanto gustan las drogas a los gringos, que se las acaben ellos”.
Después de todo —agregó el exfuncionario— el gobierno de EU se desentiende del tráfico de tóxicos. Si quisiera impedirlo pondría cercos en torno a los grandes productores, como Colombia y Bolivia. No lo hace porque los drogadictos de EU provocarían un infierno de locura si les falta los estupefacientes.
En México, concluyó, se hacen cuantiosos negocios entre funcionarios y los cárteles. Por ello no son detenidos los capos principales y el consumo de drogas aumenta entre nuestros jóvenes de manera descomunal.
Es pregunta: ¿nada de esto se le ha informado al señor Presidente? LA INJUSTICIA ES otro mal nacional. En su libro “Abusos del Poder en México”, el periodista Martín Moreno relata las maniobras indignantes para relacionar a Lorena González en el secuestro del menor Fernando Martí, al grado de inventar en la PGJDF a un “testigo”, incapaz de describir a esta mujer y de mencionar el lugar donde él, supuestamente, vivía. Y así le fue aceptado su “testimonio”.
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