EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Más que ampliar el Metrobús

ONÉSIMO FLORES DEWEY

Soy un fan del Metrobús de la Ciudad de México. Este sistema dista de ser perfecto: Funciona sólo en unos cuantos corredores, requiere de un subsidio público creciente y oculto, y opera con elevados niveles de hacinamiento en horas pico. A pesar de estas y muchas otras imperfecciones, sigo siendo su fan. Me gusta no sólo por su impacto actual, sino porque lo entiendo como la primera etapa de una transformación profunda de todo el sistema de transporte público del DF. De hecho, la implementación del sistema Metrobús ha dejado una plataforma de despegue envidiable para Miguel Mancera, el nuevo Jefe de Gobierno. Ojalá decida aprovecharla.

Fuera del Metrobús, el Gobierno de la Ciudad de México ha renunciado a su rol como planificador y regulador del servicio de transporte público de superficie. Como en otras ciudades de México, las tarifas, los tipos de vehículos, las rutas, los horarios y los estándares de servicio son producto de negociaciones con los líderes de las organizaciones de microbuseros que controlan la industria. Ocasionalmente es posible lograr alguna mejora, pero el modelo tiende a mantener el status quo, en desmedro de los usuarios. El acuerdo vigente entre el Gobierno del DF y las organizaciones de transportistas podría resumirse así: "No me pidan aumentos a la tarifa, y yo no les exijo calidad en el servicio".

El resultado es un equilibrio perverso. Mientras la ciudad construye grandes obras de infraestructura vial, amplía el Metro y sueña con modernos aeropuertos, el sistema tradicional de autobuses parece atrapado en el subdesarrollo. Las organizaciones gremiales de transportistas en nuestra capital se asemejan más a clubes de futbol amateur que a empresas de clase mundial. Los ingresos de sus líderes no dependen tanto de la rentabilidad de sus recorridos como de las rentas que logran extraer de sus afiliados. Mientras tanto, la autoridad no se siente con fuerza suficiente para romper el cártel de los líderes de estas organizaciones, y los microbuseros más emprendedores no encuentran más opciones para crecer sus utilidades que sangrar el sistema y replicar el comportamiento de sus líderes.

Me gusta el Metrobús porque es la primera intervención del Gobierno de la Ciudad de México que rompe con este equilibrio. La implementación del Metrobús demuestra que el Gobierno puede jugar un rol más activo, que los empresarios del transporte pueden incrementar la rentabilidad de su negocio, y que los usuarios pueden aspirar a un servicio más digno y eficiente. El gran aporte del Metrobús no está ni en sus autobuses articulados ni en sus corredores confinados. Lo más trascendente del nuevo sistema es que abrió una ventana para reescribir las reglas del juego.

Para lograrlo, el Gobierno de la Ciudad ha caminado despacio, combinando garrote con zanahoria. Dado que no se sentía capaz de atacar el problema del transporte en toda la ciudad, focalizó el proyecto en unos cuantos corredores. Y dado que no estaba dispuesto a una confrontación abierta con los antiguos operadores, aceptó garantizarles un espacio como concesionarios del Metrobús, sin someterlos a ninguna presión competitiva. Ambas decisiones han tenido altos costos, pero fueron quizá indispensables para romper con el status quo. La pregunta ahora es ¿qué sigue? ¿Cuál es el Plan de la Ciudad?

Hasta el momento, Mancera sólo ha hablado de ampliar la red de Metrobús. Hacerlo es importante, pero hay retos quizá más trascendentes en el horizonte.

Por ejemplo, tendrá que definir si continuará garantizando espacios a los transportistas tradicionales, o si abrirá el mercado a nuevos jugadores. Por supuesto, habría que establecer condiciones que permitan que las organizaciones gremiales se transformen y compitan, pero existen pocos argumentos para mantener el modelo aplicado por la administración anterior. ¿Por qué no licitar, de forma abierta y transparente, los corredores de Metrobús que implementará el nuevo Jefe de Gobierno? ¿Y, ya entrado en la discusión, por qué no plantear un nuevo mecanismo de adjudicación de concesiones para el resto del transporte público de la ciudad?

En segundo lugar, tendrá que decidir si continuará construyendo un sistema de corredores aislados, o si comenzará a integrar el Metrobus con el Metro y ambos sistemas con el resto de los microbuses. Lograrlo no es sencillo, pero la gestión coordinada de estos tres sistemas permitiría incrementar su utilidad para los usuarios, y repartir de forma más equitativa el presupuesto de la Ciudad.

Mancera puede ampliar el Metrobús. Ojalá haga mucho más que eso.

Blog: http://bit.ly/gehry6

Twitter: @oneflores

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 815578

elsiglo.mx