Atentado. Miembros de los servicios de emergencia desalojan a un herido al hospital tras el atentado suicida registrado durante un funeral en la ciudad de Peshawar, en el oeste de Afganistán.
De casa en casa, un soldado estadounidense la emprendió a tiros contra civiles afganos mientras dormían en sus viviendas y mató a 16 personas, la mayoría mujeres y niños, un ataque que reavivó la ira contra la presencia estadounidense tras una ola de protestas mortales detonadas cuando estadounidenses quemaron ejemplares del Corán en una base militar.
El ataque amenaza con provocar otra crisis en las relaciones entre Estados Unidos y Afganistán y desatar preguntas tanto en Washington como en Kabul acerca de la razón por la que las tropas estadounidenses aún combaten en Afganistán después de 10 años de conflicto y la muerte de Osama bin Laden.
La matanza, la peor atrocidad cometida por fuerzas estadounidenses durante la guerra en Afganistán, se produjo en medio de una creciente indignación del pueblo afgano, alimentada por la quema de ejemplares del Corán el mes pasado y por un video previo que supuestamente mostraba a infantes norteamericanos orinando sobre los cadáveres de milicianos talibanes.
La quema del Corán provocó semanas de protestas violentas y ataques que dejaron unos 30 muertos, a pesar de las disculpas del presidente Barack Obama. Seis soldados estadounidenses fueron muertos por sus colegas afganos después que se conoció la quema del libro sagrado de los musulmanes, pero la violencia había empezado a amainar.
Los pobladores dijeron que el ataque del domingo comenzó hacia las tres de la mañana en dos aldeas en el distrito de Panjwai, una región rural en las afueras de Kandahar que es la cuna de los talibanes y donde las fuerzas de la coalición han luchado por el control durante años.
Los pueblos están a unos 5000 metros de una base estadounidense en una región que fue el epicentro de la estrategia de reforzamiento militar de Obama en el sur del país a partir de 2009.
Los aldeanos describieron cómo se encogían, aterrados, mientras los disparos resonaban y el soldado acechaba casa por casa, disparando contra quienes estaban dentro. Dijeron que entró en tres viviendas en total y quemó algunos de los cuerpos. Once de los muertos eran de una sola familia y nueve de las víctimas eran niños.
Algunos residentes dijeron inicialmente que creían que había varios atacantes, considerando la carnicería.
"Un hombre no puede matar a tanta gente. Debe haber habido mucha gente involucrada", dijo Bacha Agha, del pueblo de Balandi. "Si el gobierno dice que esto es obra de una sola persona no lo aceptaremos... Después de matar a esas personas ellos también quemaron los cuerpos".
Sin embargo, funcionarios estadounidenses dijeron creer que el atacante, identificado como un sargento del ejército de Fort Lewis, Washington, actuó solo. Los informes iniciales indicaron que regresó a la base después de los disparos y se entregó. Permanecía detenido en una base de la OTAN en Afganistán.
En un comunicado, el presidente afgano Hamid Karzai dejó abierta la posibilidad de que hubiera más de un atacante. Inicialmente habló de un solo tirador estadounidense, pero después se refirió a las "fuerzas estadounidenses" que ingresaban a las casas.
El comunicado citó a un sobreviviente de 15 años llamado Rafiulá, que recibió un balazo en una pierna. En un diálogo telefónico con el presidente, dijo que "soldados" irrumpieron en su casa, despertaron a su familia y les dispararon.
"Este es un asesinato, una matanza intencional de civiles inocentes y no puede perdonarse", dijo Karzai.
Obama llamó por teléfono al líder afgano para expresar su conmoción y tristeza y ofreció sus condolencias a las familias y al pueblo de Afganistán.
En un comunicado difundido por la Casa Blanca, Obama calificó el ataque como "trágico y espeluznante". No representa "el carácter excepcional de nuestras fuerzas armadas y el respeto que Estados Unidos tiene hacia el pueblo de Afganistán", dijo.
Prometió "obtener los hechos tan pronto como sea posible y hacer responsable a quien sea responsable".
La violencia por la quema del Corán ya había provocado llamamientos en Estados Unidos para una salida más rápida de la guerra afgana que inició hace 10 años. Obama dijo recientemente que "este es el momento para la transición", pero agregó que no tenía planes de modificar la agenda actual que devuelve a los afganos el control de la seguridad en todo el país para fines de 2014.