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Matan a estudiante en Tamaulipas

AGENCIAS

A Jonathan lo amenazaron sus compañeros de secundaria, para que no le comentara a sus padres sobre la golpiza que le propinaron. Hoy, el adolescente está muerto.

Tenía 13 años y cursaba el primer año en la Secundaria Número 5 de Tampico.

La tarde del 15 de noviembre, sus compañeros lo golpearon y luego lo aplastaron, "haciéndole bolita". Desde ese día, sintió dolor en un brazo, pero no lo comentó con sus padres. Cinco días después, Jonathan ya no soportó la dolencia en su brazo y en el pecho, por lo que decidió contar a sus padres lo sucedido. De inmediato, ellos lo llevaron al hospital para que le hicieran un diagnóstico. Sin embargo, un día después murió.

La agente del Ministerio Público Norma Yanet Barrientos dio a conocer a los medios de información, que a las 22:30 horas del pasado miércoles le llamaron del Hospital Carlos Canseco para notificarle que un niño había muerto a consecuencia de fracturas en diferentes partes del cuerpo. Barrientos acudió a la sala de urgencias del hospital para dar fe de los hechos.

Fernando Alberto Mares, padre del menor, denunció la agresión contra su hijo, que era gemelo. Exigió justicia por los golpes y amenazas contra el adolescente.

En la secundaria los directivos niegan que en dicho plantel ocurriera la agresión al estudiante, situación que investigan las autoridades. También surgió la versión que Jonathan tenía problemas cardiacos.

El delegado de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en la entidad, Agustín de la Huerta Mejía, comentó que las autoridades correspondientes determinaran si el menor Jonathan Isaac murió a causa de la violencia escolar que sufriera antes de su fallecimiento, como acusa su familia.

"Habría que esperar los resultados de la autoridad forense para determinar si existió bullying contra el adolescente y si fue esa la causa la que provocó la muerte del menor", subrayó.

No obstante, admitió que el bullying es un problema muy difícil de solucionar.

Quemaban las manos a su hijo

El niño no se quejó, pero despertó la curiosidad de su maestra al notar que no escribía. Se acercó y le preguntó la razón, entonces el niño de siete años le mostró las quemaduras en las manos. Con frases entrecortadas explicó que era un castigo de sus padres por agarrar una medicina. Sin dudarlo, la maestra llamó a la Policía Municipal del Distrito Los Pinos, zona donde se ubica la escuela y les narró la historia. Se le pidió a la madre que acudiera al plantel.

Un grupo de oficiales llegó a la escuela e interrogó a la víctima y a su madre. El menor explicó que su padrastro le quemó con un encendedor. La madre aceptó la versión. Otro grupo de policías se dirigió al fraccionamiento Laderas de Otay, en Tijuana, donde el padrastro trabaja como guardia, éste aceptó la acusación.

La madre del menor, y Orlando Méndez, el padrastro, fueron turnados a la Agencia del Ministerio Público del Orden Común.

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