En Cadereyta, Nuevo León, a la orilla de la autopista a Reynosa, fueron encontrados este domingo 13 de mayo 49 cuerpos descuartizados. Con anterioridad habían sido hallados 18 decapitados en la carretera a Chapala de Jalisco. Unos días antes fueron 23 los cadáveres encontrados en Nuevo Laredo, nueve de los cuales estaban colgados.
Las matanzas no sólo no están disminuyendo sino que se multiplican. Los 35 de Veracruz, los 72 del rancho San Fernando en Tamaulipas, los 15 de Villas de Salvárcar en Ciudad Juárez, las decenas de víctimas de las distintas matanzas de la Comarca Lagunera, los 13 de Creel en la sierra Tarahumara. La lista es creciente y empieza a volverse rutinaria. Ya nadie se acuerda de todas.
Así como las matanzas continúan, también la actitud de las autoridades. El presidente panista Felipe Calderón calificó primero de "pandilleros" a los estudiantes asesinados en Villas de Salvárcar, para después rectificar y pedir disculpas públicas. Jorge Domene, el vocero del gobierno priista de Nuevo León, señaló este domingo que los ejecutados de Cadereyta no han sido identificados, pero añadió que no hay nada de qué preocuparse ya que el ataque no fue contra la "población civil"… si acaso contra inmigrantes. Nunca explicó Domene cómo lo sabe, si no han sido identificados los cadáveres, o si considera que los inmigrantes no son población civil.
El Gobierno Federal insiste en que México está ganando la guerra contra el crimen organizado. Algunas personalidades del exterior apoyan esta afirmación. Robert C. Bonner, exdirector de la Drug Enforcement Administration (DEA), publica en el número de mayo/junio de la revista Foreign Affairs un artículo en el que afirma que la estrategia del presidente Calderón está teniendo éxito y que la gran preocupación debe ser si su sucesor tendrá la convicción de continuar con ella.
Bonner señala que las acciones del presidente Caderón han permitido la detención o muerte de alrededor de 40 capos importantes del narcotráfico, lo cual ha hecho que sus organizaciones se dividan y se debiliten.
Mi punto de vista es exactamente el contrario. Es verdad que el gobierno del presidente Calderón ha detenido o matado a muchos de los principales narcotraficantes del país, lo cual ha llevado a una fragmentación de las organizaciones criminales, pero eso no representa ningún triunfo. Si el propósito de la guerra es reducir o eliminar el consumo y el tráfico de drogas, sobre esa base debería medirse su éxito o fracaso. Y toda la información disponible señala que el consumo y el tráfico se han mantenido o incluso han aumentado.
No solamente se está fracasando en el propósito fundamental de disminuir el consumo sino que se está generando un creciente daño colateral. El número de ejecuciones realizadas por el crimen organizado se ha casi sextuplicado: de 2,119 en 2006, el último año de gobierno de Vicente Fox, hasta 12,366 en 2011, según el Ejecutómetro del periódico Reforma. En 2012 el número de ejecuciones ha alcanzado la cifra de 3,952 hasta el pasado 12 de mayo. Las matanzas no sólo son cada vez más frecuentes, sino cada vez más crueles.
Uno entiende por qué un exjefe de la DEA defiende la actual estrategia y sugiere que México debe seguir aplicando la misma medicina de los últimos años. La propia DEA no existiría si no se mantuviera la guerra contra las drogas. También se entiende por qué un gobierno mexicano afirma, en vísperas de unas elecciones que está perdiendo, que el esfuerzo en esta guerra ha sido un gran éxito. La realidad, sin embargo, es que lo único que nos ha dejado esta guerra a los mexicanos es violencia y muerte.
EVALUACIONES
Los sindicatos de maestros realizarán hoy manifestaciones de todo tipo para presionar al gobierno. No quieren evaluaciones. La educación pública es, a su juicio, de su propiedad y no del pueblo de México.
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