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Melancolía tramposa

KAREEM GIBRÁN VALDEZ ZÚÑIGA

"Es una lástima encontrarse todavía con un suicidio que no sea por amor".

-Gabriel García Márquez.

Existe una importante diferencia entre estar triste y estar deprimido, la tristeza es un sentimiento de infelicidad, es esa cara triste en una despedida, un error de Cupido, el mal resultado de un equipo de futbol, un aumento negado, una frase certera y estranguladora o simplemente una mala noticia, mientras que la depresión es un licuado melancólico de todo lo anterior durante un periodo de tiempo prolongado.

Todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, hemos conocido la desesperanza en persona, la tristeza, al ser una emoción recurrente, es altamente reconocible; Ojos hinchados, extracto de melancolía escurriendo en las mejillas, boca en forma de arco y voz lenta y pausada. Al mismo tiempo, la depresión se disfraza de sueño, baja autoestima, inactividad y falta de concentración.

El problema no es la existencia de este trastorno del estado de ánimo, ni la falta de información del mismo, el verdadero problema radica en la alta tasa de incidencia de este trastorno psíquico en la Comarca Lagunera.

Según cifras otorgadas por la Vicefiscalía Zona 1 Región Laguna del Estado de Durango y por la Región Laguna 1 de la Fiscalía de Coahuila, en el año 2010 se registraron en la Comarca Lagunera 42 suicidios; 38 en 2011; y durante el año 2012, ya van 27 hasta el día de hoy, (Si es que algún otro no pasó una mala noche).

Estadísticamente hablando, 3.1 personas deciden quitarse la vida al mes en la Comarca Lagunera, Mientras que en el país; seis de cada cien mil personas se convierten en una estadística más de suicidas. Esta es una cifra muy alta, si recordamos que estamos hablando de personas y no de números.

Los seres humanos tenemos programado un chip desde nuestro nacimiento, que el psicoanálisis lo nombra "Pulsión de vida", dicha pulsión es un impulso a sobrevivir, dicha hambre por vivir ha sido estudiada por diversas teorías conductuales, filosóficas y teológicas.

A ver, algo no encaja; Si nacemos con la necesidad de vivir, ¿Qué orilla a una persona a suicidarse?

Existen diferentes motivos y motivadores para este acto de autoagresión, en primer lugar está el abuso de sustancias, la farmacodependencia hace una fiesta de emociones en nuestro sistema nervioso central, la necesidad baila con la cordura, la autoestima se queda dormida, y la verdad se desaparece un rato con la imaginación, el resultado: Caos emocional y confusión existencial.

También quienes se enferman de algún padecimiento medicamente incurable, optan por la ruta de escape que no pasa por el camino del sufrimiento, deciden tomar autopista a su destino en vez de tomar la libre, rodear varios meses y terminar sin gasolina suficiente para el siguiente destino.

Cada suicida, diría Mario Benedetti, sabe donde le aprieta su incertidumbre, cada persona percibe de diferente manera el dolor, habremos quienes gustamos de la melancolía al son de Joaquín Sabina, unos otros niegan la tristeza, algunos más torean sus sentimientos con amor y diferentes vicios legales e ilegales.

El secreto está en buscar ayuda, identificar las señales de una persona en depresión, dejar de sobrevivir para iniciar a vivir, hay que quitarnos los prejuicios de exponer nuestros sentimientos, hay que quitarnos esos estigmas antes de pensar quitarnos la vida.

Quiero decir, al fin, que recuerden sonreír, no sabemos si el día de mañana nos puede faltar un diente.

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Escrito en: jovenes columnistas

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