México es uno de los tres países que marcarán el destino de Estados Unidos con mayor intensidad, junto con Canadá y China, sin embargo, pocos en el país vecino se percatan de esa influencia. Como la única superpotencia mundial -con China acercándose a ese rol- los políticos y líderes de opinión en Estados Unidos suelen enfocarse en la crisis del día, de Afganistán a Libia, de Grecia a Siria, más que en los temas de larga duración. Esto crea frustración para los mexicanos, pero también oportunidades para un cabildeo efectivo.
Los hechos son contundentes. Juntos, Canadá y México conforman casi una tercera parte del comercio de Estados Unidos. Más importante aún, como ha demostrado Chris Wilson, 40% de las exportaciones mexicanas a EU y 25% de las canadienses son de origen norteamericano, lo cual sugiere que la cadena de producción de los tres países de América del Norte está profundamente entrelazada, y las ganancias en un país surten efecto en los otros dos. Más que ser competidores, los tres compiten juntos en el mercado global.
Demográficamente México y EU también están fuertemente relacionados, con más de 12 millones de mexicanos en suelo estadounidense y quizás cerca de un millón de norteamericanos en México. Cada vez más los mexicanos en el extranjero son actores clave para el desarrollo de sus comunidades de origen, mientras muchos también forman parte del voto latino que probablemente decidió la elección en favor del presidente Obama y captó la atención de ambos partidos.
Para muchos mexicanos es frustrante que con tantos datos claros de su importancia, los tomadores de decisiones en Estados Unidos pongan poca atención en México, pero eso no es de todo malo. De hecho, como ha sugerido Luis de la Calle, a México le va mejor en la opinión pública cuando se comenta menos sobre el país en la prensa estadounidense. Una encuesta reciente de Vianovo y GSD&M muestra que en este momento la opinión general de los norteamericanos sobre México no es muy favorable, ya que las fuentes de información principales son las notas periodísticas sobre violencia, que han proliferado en los últimos años.
Pero hay señales positivas en puerta. La economía mexicana está creciendo y la violencia está estabilizándose. Está en las manos de los mexicanos el que haya avances en las políticas educativas, energéticas, fiscales y judiciales del país que podrían proyectar un nuevo brillo a México en el extranjero y sentar las bases de un desarrollo más estable en casa. En EU, el peso decisivo del voto latino ha generado una nueva inercia hacia alguna resolución del tema migratorio y un deseo de la clase política de acercarse a los votantes latinos. Un informe de un grupo de trabajo de líderes latinos, apoyado por el Pacific Council y el Centro Wilson, sugiere por primera vez que a los votantes latinos también les importa la política exterior que asumen los políticos norteamericanos frente a México y los otros países del hemisferio.
Así que en el futuro es de esperarse que haya menos atención periodística y política hacia México en Estados Unidos, pero quizás de mayor calidad en los temas que nos permiten manejar la integración de facto que existe entre ambos países. Seguirá habiendo una frustración en México, como en Canadá, respecto a que se pone poco énfasis en la relación bilateral, pero la realidad es que el vecino país sólo da atención prioritaria a las crisis del día. Es mejor estar en la categoría de países que se comentan poco, pero con los cuales la relación es fluida y se puede resolver los temas de fondo con agilidad.
Esto requiere de un fino manejo de la relación bilateral desde México, fijando objetivos claros y fomentando relaciones con el sinnúmero de actores políticos, cívicos y empresariales nacionales y locales que inciden en la política norteamericana fragmentada y descentralizada. La falta de atención a México puede ser buena señal si se acompaña con una política activa de cabildeo y cultivo de relaciones políticas en favor de una agenda mexicana clara.
andrew.selee
@wilsoncenter.org
Vicepresidente del Centro
Woodrow Wilson
