Siglo Nuevo

Mezquite, seducción en movimiento

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Mezquite, seducción en movimiento

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Hablar de danza en La Laguna es hablar de Mezquite Danza Contemporánea, compañía que a base de movimientos sutiles pero potentes, ha grabado su nombre en las artes escénicas de nuestros tiempos. A punto de cumplir 15 años, sus integrantes se disponen a celebrar a su manera: bailando.

Quien ha visto un mezquite sabe que este árbol impone por el atrevimiento con el cual despliega sus ramas y hojas en los lugares que parecen haber sido olvidados por la lluvia. No puede describírsele como hermoso pero sí resulta inolvidable y legendario por su resistencia a los climas áridos. Son precisamente esas características de permanencia en la memoria y la ferocidad con que defienden el territorio que los ve nacer, las que comparten estas plantas con Mezquite Danza Contemporánea.

Para sus integrantes, los 15 años transcurridos desde su primera presentación en 1997 han sido a la vez un privilegio, y la fortuna de dedicarse a hacer algo que verdaderamente aman y compartirlo con el público; pero también una batalla diaria para permanecer y desplegar su talento en una zona difícil, acechada por la sequía de la indiferencia.

LAS SEMILLAS, LAS RAÍCES

El nacimiento de Mezquite va ligado a la biografía de su director artístico, el maestro Jaime Hinojosa, quien tras su salida del Ballet Independiente con sede en la Ciudad de México, en 1992, fue instado por Rafael Tovar y de Teresa, entonces director de Conaculta, para que creara un proyecto relacionado con la danza. Luego de un tiempo, Hinojosa planteó la creación de un diplomado en danza, presentándolo a diversas instituciones estatales. Quiso el destino que el gobierno de Durango respondiera primero y así nació en 1996 el Centro Regional de Danza Contemporánea del Noreste, con sede en la Casa de la Cultura de Gómez Palacio, el cual contaba con el respaldo de Conaculta. Jaime reforzó su planta académica con apoyo de Arte Móvil Danza Clan, agrupación de Monterrey que firmó un contrato por dos años para establecerse como compañía residente de la escuela.

Transcurrido el tiempo pactado, los regiomontanos se marcharon. Hinojosa tuvo frente a sí la urgencia de un referente profesional, una compañía de casa que se convirtiera en el respaldo de la academia. Fue entonces que decidió fundar Mezquite, y para ello convocó a sus alumnos más avanzados: dos hombres y cuatro mujeres; dos de ellas aún permanecen en sus filas, Sara Ovalle y Lizeth Ramírez.

CRECEN LAS RAMAS

El debut de Mezquite llegó con el verano de 1997. La fama de la compañía se expandió a la par de sus presentaciones, pues cada encuentro con el público hacía evidente que si bien los jóvenes dirigidos por Hinojosa aún carecían de la experiencia que sólo dan los años de práctica, tenían una facilidad innata para la danza y más aún, crecían bajo la dirección de un bailarín y coreógrafo de primer nivel. Así, el hecho de que se tratara de una agrupación recién establecida pasó a segundo plano frente a la capacidad que proyectaban en sus montajes.

La casi simultánea creación del Festival de Danza Contemporánea, a instancias también de Jaime, abrió una plataforma para que Mezquite compartiera experiencias e intercalara escenario con compañías de otras ciudades y del extranjero.

Conforme Mezquite cobraba solidez, vino también un cambio de hogar para los bailarines. Hinojosa asumió la dirección del Centro de Iniciación Artística Pilar Rioja (Cinart) en julio de 2003, en Torreón, y el Centro Regional de Danza (ahora con el nombre de Escuela de Danza Contemporánea) se trasladó junto con él, al igual que Mezquite. Incluso los bailarines estuvieron ensayando en las nuevas instalaciones cuando estas aún se encontraban en obra negra, sin electricidad ni baños.

La compañía seguía cobrando prestigio. Junto a los aplausos del público en la localidad y en sus giras por diferentes sedes en el país, vinieron reconocimientos a su labor, mediante becas a sus integrantes, la incorporación del grupo al programa para el fortalecimiento de las artes escénicas México en escena, otorgado por el Fonca, así como apoyos del INBA. En lo individual, los integrantes de Mezquite comenzaron a sumar estímulos para la continuidad de su formación.

Asimismo, a los recitales se añadieron temporadas didácticas con el fin de promover entre el público infantil el interés por la danza contemporánea.

Más adelante, con la renuncia de Jaime Hinojosa al Cinart en 2009, el conjunto de bailarines se enfrentó por vez primera a la carencia de una sede. Afortunadamente el desamparo duró poco, pues al mismo tiempo que varias academias privadas les ofrecían sus instalaciones, el Teatro Isauro Martínez les abrió sus puertas, acogiéndolos en su emblemático edificio.

Y a pesar de que el grupo carece de un subsidio estable, resiste en el desierto y extiende sus ramas con orgullo.

LA DANZA COMO REFUGIO

Actualmente Mezquite está integrado por Sara y Lizeth, Mario Gómez y Jesús García (también egresados de la Escuela de Danza Contemporánea), además del propio Jaime.

En septiembre tendrán una gala de 15 aniversario: una semana de funciones para la cual preparan un montaje con música original de tres autores locales. La escenografía recreará el Río Bravo; las composiciones de Hinojosa abordarán la migración desde dos perspectivas: el dilema de quienes piensan en irse a Estados Unidos y los éxodos de carácter interior.

Mezquite es una compañía distinta a cualquier otra del país. Jaime ha acertado al guiar el crecimiento de sus integrantes: su sello es la expresividad escénica, la intensidad que los bailarines imprimen a cada uno de sus gestos sobre el escenario. Otros coreógrafos (Ruby Gámez, Adriana Castaño, Lidya Romero, por citar sólo tres) han contribuido con sus enseñanzas a que el grupo tenga un carácter único. A manera de evidencia están piezas como Para todos los santos difuntos, La sombra de algo que fue nuestro, Y yo qué te digo o la reciente Cierzo, entre otras grabadas en la memoria de los espectadores.

Si el futuro es una nube cargada de lluvia que cambia de forma a merced del ingobernable viento, 15 años han dejado claro que este Mezquite podrá sobrevivir y renovarse tantas veces como sus integrantes así lo quieran.

POESÍA A TRAVÉS DEL CUERPO: JAIME HINOJOSA

Jaime Hinojosa nació en febrero de 1952 en General Terán, Nuevo León. Cursaba la secundaria cuando vio bailar al ballet del Bolshoi. “Me quedé helado; me dije: quiero eso... pero de otra manera. Y no sabía entonces de qué otra manera”.

Pero los planes familiares no incluían la danza en ninguna de sus vertientes. Así que terminó inscribiéndose en la carrera de Medicina en una universidad de Monterrey. Cuatro años después aceptó que no podía acallar su llamado interior. Tenía 23 años cuando vendió su ‘vocho’ y se lanzó al Distrito Federal a conquistar su sueño.

Para entonces tenía claro lo que quería, por lo que acudió a Raúl Flores Canelo, director del prestigioso Ballet Independiente, y le comunicó su deseo de ser bailarín. Él le preguntó por qué, a lo que el joven Jaime respondió: “Te vi bailar el año pasado algo de Graciela Henríquez; luego vi tu coreografía La espera, y apareció un arcángel. Y yo quiero ser el arcángel”. Flores Canelo consultó a su compañera Gladiola Orozco y ella aceptó recibir al neolonés en una clase para evaluar sus posibilidades. El resultado: la admisión en las filas del Independiente, en donde permaneció durante 22 años, hasta la muerte de su director.

Tras su odisea con Mezquite, Jaime no quita el dedo del renglón: espera lograr que en La Laguna se abra formalmente una escuela profesional de danza, a nivel licenciatura. Ha picado mucha piedra para ello; tiene el programa académico listo desde hace tiempo, aprobado por el INBA. Según promesas de la actual administración, la academia abrirá puertas en septiembre y él confía en que el pacto se cumpla.

Pero con o sin escuela, al igual que hace 37 años tiene muy claro lo que quiere hacer con su vida: continuar formando bailarines, creando coreografías, y bailando. “Lo voy a seguir haciendo. Es lo único que sé hacer, lo único que me hace entenderme, lo único que me acerca a Dios. La danza es para fuertes y tienes que hacerla tu vida, si no, no funciona. Si no estuviera Mezquite, yo no sería. Ellos me dan continuidad, yo les tengo que dar permanencia. Es un matrimonio padre”, concluye.

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